El «shock» de la libertad

publicado
DURACIÓN LECTURA: 4min.

En una entrevista publicada en Deutschland (febrero 1995), el presidente checo Václav Havel habla de la situación de los países salidos del comunismo. Recogemos algunos párrafos.

Nosotros nos encontramos en un shock permanente debido a esa libertad [recién adquirida], una situación que a menudo he comparado con la sensación que se tiene al salir de la cárcel. Como se sabe, estuve varias veces en prisión cumpliendo condenas. La cárcel es un lugar en donde la vida está planificada hasta en sus más pequeños detalles, y en donde no existe ni el más mínimo espacio para que la persona pueda tomar sus propias decisiones. Si se permanece durante mucho tiempo en la cárcel, uno se acostumbra a esa vida reglamentada, y cuando repentinamente nos encontramos en libertad, cuando finalmente llega el ansiado momento de la libertad, se produce el shock precisamente ante la libertad. No se sabe lo que se puede hacer con ella: en la vida normal, fuera de los muros carcelarios, durante todo el día tenemos que tomar decisiones. (…)

Yo creo que todas las sociedades que se liberaron del sistema totalitario comunista se encuentran en este estado. Para la población, es como si repentinamente se hubiese derrumbado todo un edificio compuesto de seguridades, aun cuando éstas hayan sido tontas y sin sentido; pero había una especie de jerarquía, una estructura reconocible a la que los hombres se habían acostumbrado y dentro de la cual vivían. La libertad obliga al hombre a crear un nuevo edificio de valores, le obliga a construir una sociedad civil, una sociedad democrática y abierta. Esta es una de las claves para comprender la situación presente, para entender por ejemplo las tendencias extremistas, el clamor por un gobierno fuerte, el nacionalismo, la xenofobia, el populismo que podemos observar. Todos estos elementos son recetas de las cuales algunos esperan rápidamente un nuevo edificio de valores, por más falsos que sean; valores -independientemente de su carácter- que superen el estado de shock que están sufriendo.

[Sobre el comunismo dice:] Creo que al principio había buenas intenciones detrás de esa idea, había un interesante análisis del capitalismo. Sin embargo, me parece que, en cuanto idea, el comunismo era erróneo desde sus orígenes. No solamente veo el fracaso de esa utopía, de una ideología concreta, sino que también lo considero como el fracaso de un determinado tipo de pensamiento de los tiempos modernos. Esa mentalidad tuvo sus raíces en algún momento de la Ilustración; es la mentalidad de un hombre orgulloso que cree haber entendido todo y ser capaz de planificar un mundo ideal -la mentalidad de un hombre que está convencido que su espíritu es más inteligente que la vida misma-. Más inteligente que las leyes naturales, que el universo, que el misterio, más inteligente que el código secreto de la existencia, que cree que el cerebro humano es la más desarrollada forma de organización de la materia que se puede encontrar en el universo.

Este tipo de hombre concibió una suerte de proyecto de un mundo maravilloso: el paraíso en la Tierra; pero la vida siempre echa por la borda sus planes, y esto conduce inevitablemente a un sistema totalitario, ya que todo lo que se opone a su proyecto debe ser eliminado. De esta manera, al comienzo puede estar la idea de un paraíso, y al final los campos de concentración.

[En otro momento de la entrevista, Havel habla de sus ideas acerca de la trascendencia:] Creo que la muerte no es solamente un punto al término de nuestra vida; por el contrario, la muerte está presente durante toda nuestra existencia. A diferencia de los animales, no solamente podemos vencer aparentemente la omnipresencia de la muerte -lo hacen todas las formas de vida-, sino que además sabemos que finalmente perderemos esa lucha, y que moriremos sin remedio. Probablemente esto no lo sepan los animales. Y yo pienso que ese conocimiento de la muerte es uno de los motores de la vida, pero también pienso que no desaparecemos completamente.

No estoy seguro de si después de la muerte iré al paraíso o al purgatorio. Me inclino más a la duda, pero yo creo en algo que no me puedo explicar completamente, ni tampoco sé de dónde me viene esa creencia; pero creo que de una u otra manera seguiré existiendo, quizás como una estructura superior del espíritu que alguna vez fue, que fue y que no puede desaparecer. Un espíritu que seguirá existiendo hasta después de que el último hombre me haya olvidado.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.