EE.UU.: cambia el perfil del inmigrante en las grandes ciudades

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Un informe del Fiscal Policy Institute (FPI) ha puesto en entredicho el estereotipo del inmigrante que llega a Estados Unidos para dedicarse a tareas de baja cualificación. Según este análisis, que podría dar un giro al debate sobre la reforma de la inmigración en el país, muchos extranjeros son trabajadores cualificados.

Across the Spectrum es el tercero de una serie de estudios sobre la inmigración en Estados Unidos elaborado por el FPI, un instituto independiente con sede en Nueva York. A partir de los últimos datos del censo, este nuevo informe actualiza los números de Immigrants and the Economy (diciembre 2009).

Frente a la idea de que los inmigrantes ocupan los empleos que los nacionales rechazan, Across the Spectrum muestra que en las 25 áreas metropolitanas más grandes del país hay casi tantos trabajadores extranjeros cualificados como no cualificados. En 14 de esas 25 ciudades, son mayoría los que tienen un alto grado de preparación.

Entre las áreas con más inmigrantes cualificados están Pittsburg, Cleveland, St. Louis, Boston, Nueva York o San Francisco. En cambio, en otras como Dallas y Phoenix, los extranjeros suelen concentrarse en empleos como la hostelería, la limpieza o la construcción.

El informe establece una correlación entre el crecimiento económico y la inmigración. En aquellas áreas donde la economía ha crecido sustancialmente durante las dos últimas décadas, la inmigración también ha subido bastante. Pero en las zonas donde la economía no ha crecido tanto, tampoco ha subido la inmigración.

La explicación que da el informe es la siguiente: “Los inmigrantes acuden a las ciudades donde hay trabajo. Allí ganan dinero, compran bienes y servicios, aportan nuevas ideas, emprenden negocios y normalmente contribuyen al crecimiento económico”.

Para David Dyssegaard Kallick, director del FPI, la complejidad de todas estas tendencias echa por tierra la visión simplista que a menudo se tiene de la inmigración en Estados Unidos. A su juicio, este país “experimenta hoy un flujo de inmigrantes mucho más variado y económicamente más importante de lo que cree la opinión pública”.

Repercusiones políticas

La reforma de la inmigración fue uno de los debates más polémicos que, junto a la guerra de Irak, marcó el segundo mandato del ex presidente George Bush. El objetivo era dar una solución a los casi 12 millones de inmigrantes ilegales que entonces tenía el país. Pese a que no faltaron abundantes propuestas, ni entre los republicanos ni entre los demócratas hubo acuerdo.

Cuando Barack Obama llegó a la Casa Blanca, en noviembre de 2008, dio prioridad a otros asuntos como la reforma de la sanidad. No obstante, antes o después tendrá que afrontar la cuestión de la inmigración. De hecho, a finales de abril de 2009 hizo un tímido intento de reabrir el debate (cfr. Aceprensa, 26-05-2009), pero no prosperó.

Las cosas podrían cambiar ahora. Por un lado, una vez aprobada la reforma sanitaria, Obama puede plantearse cómo resolver otra de esas “cuestiones pendientes” que tanto le tientan. Por otro, las conclusiones del FPI -ampliamente difundidas en la prensa norteamericana- desafían el estereotipo del inmigrante venido a menos.

Si bien es cierto que el debate sobre la reforma de la inmigración se había planteado hasta ahora como un dilema entre regularizar o no a los sin papeles -y, en el fondo, como un problema ligado a la seguridad-, no sería extraño que Obama llevara la discusión por otros derroteros. Y probablemente no le iría mal.

A fin de cuentas, los estadounidenses que se oponen a la inmigración en realidad se oponen a dejar entrar a más trabajadores extranjeros poco cualificados. Pero muchos estarían dispuestos a dar la bienvenida a aquellos inmigrantes que contribuyan al crecimiento económico del país.

Así lo pone de manifiesto una encuesta publicada en febrero en la American Political Science Review. Si no se distingue entre la inmigración cualificada y la no cualificada, casi el 50% de los 1.600 encuestados se opone a aceptar a más inmigrantes y sólo el 25% les dejaría entrar.

Sin embargo, cuando se distingue entre ambos tipos de inmigración, los resultados son muy diferentes. Más del 60% declara estar “muy” o “un tanto en desacuerdo” con el incremento de la inmigración poco cualificada. Pero esa cifra desciende al 40% cuando se les pregunta por la inmigración cualificada.

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Ver informe completo en la web del Fiscal Policy Institute: Across the Spectrum: The Wide Range of Jobs Immigrants Do

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