Alemania: el retraso en la llegada del primer hijo deprime la natalidad

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Alemania es el país del mundo con más parejas sin hijos: un tercio del total -frente a un 9% en la vecina Francia- y más del 40% en el caso de mujeres con título universitario. Un estudio del Instituto Allensbach muestra que sólo una cuarta parte de las personas condiciona tener hijos a disponer de guardería, mientras que a casi la mitad les frena la carga económica que suponen. Uno de los principales escollos para que los alemanes tengan más hijos es la convicción de que antes hay que haber terminado los estudios y llevar unos años de ejercicio profesional.

Según el estudio realizado por el Instituto de Demoscopia Allensbach por encargo del gobierno de Baden-Württemberg, el 47% de las personas dicen que no tienen hijos por considerarlos una excesiva carga económica y el 37% porque los ven como un obstáculo a sus planes profesionales (cfr. «Die Welt», 5-10-2004). En tercer lugar aparece la consideración de que la propia relación de pareja no es estable. En todo caso, la mayoría de quienes no tienen hijos desearía tenerlos.

La directora del Instituto Allensbach, Renate Köcher, señaló que otro de los factores que enmarcan la peculiaridad de Alemania es que el período en que la posibilidad de tener hijos aparece como realizable dura muy poco: primero se busca completar la formación profesional, después conseguir un puesto de trabajo y sólo en tercer lugar aparece (o no) la formación de una familia.

Esta sucesión es vista, en la mentalidad alemana, estrictamente desde el punto de vista de «una cosa detrás de la otra», por lo que, según Köcher, cuando las parejas se plantean tener hijos han pasado los 30 años de edad. Y para entonces, se les ha pasado también el entusiasmo: el 51% de las personas de 24 a 29 años que no tienen hijos desearían tenerlos; pero este porcentaje baja al 30% en las personas de 35 a 44 años. Dentro de este grupo de edad, todavía una de cada cuatro personas aún no ha decidido si quiere tener hijos.

Köcher asegura que «se ganaría mucho si pudiéramos dar prioridad a la formación de la familia», facilitando, por ejemplo, que se tuvieran hijos durante la preparación profesional. Pero esto exige un cambio en la forma de pensar de la población alemana.

El 29% de los encuestados considera que, después de tener un hijo, la mujer debe dejar su profesión, y el 49% que debe trabajar a tiempo parcial; sólo el 8% piensa que debe continuar trabajando en régimen de jornada completa. Aumentar la oferta de guarderías no es, para Köcher, una solución para elevar la actual tasa de fecundidad (1,3 hijos por mujer): sólo una cuarta parte de los encuestados considera que tener garantizada la atención en la guardería es condición para tener un hijo, y el 61% considera que la oferta actual es suficiente. Entre las madres que trabajan a tiempo completo son el 69% las que consideran adecuada la oferta de guarderías.

Con estos datos, también el jefe del gobierno regional de Baden-Württemberg, Erwin Teufel, afirmó en la presentación del informe que «la discusión sobre la baja en la tasa de natalidad no puede limitarse a la cuestión de la asistencia», en referencia al deseo del gobierno federal de aumentar las plazas en guarderías. Es preciso mayor apoyo económico a las familias, librándolas de cargas sociales. Además, se debería acortar la duración de los estudios, según Teufel.

La situación alemana es similar a la observada en otros países europeos de escasa natalidad, por lo que algunos demógrafos recomiendan que el Estado ayude a remover los obstáculos que llevan al retraso de la maternidad (cfr. servicio 175/97).

Santiago Mata

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