Más de cien obras de Raimundo de Madrazo (1841-1920) llegan a la Fundación Mapfre con el fin de reivindicar su legado artístico, que en los últimos años de su vida quedó eclipsado por el debate que se produjo en el París finisecular del siglo XIX, a lo que se sumó su drama interior, al pensar que tal vez fue una equivocación no seguir las recomendaciones que le daba su padre.
El artista se identificó con la corriente estética del juste milieu, centrada en la pintura de género y el retrato, y este “punto intermedio” quedó fuera de juego en la pugna mantenida entre la estética academicista que proponía la pintura de historia y el ímpetu rupturista del impresionismo, cuya modernidad ensombreció a todos los artistas ajenos a sus postulados.
La…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.