Tiananmen, un recuerdo tabú en China

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Bao Tong, que cuenta ya con 85 años, fue puesto en libertad en 1996, pero desde entonces el gobierno chino interviene toda su correspondencia privada: en marzo acaban de entregarle una carta que su hija le envió hace cuatro años. Aunque recluido en su casa de Beijing, donde lleva la existencia tranquila correspondiente a su edad, Bao (a quien no se le permite tener fax, Internet ni móvil propio) representa para el Partido Comunista un incómodo recuerdo de la mancha sangrienta que hace ahora 20 años lo puso en evidencia ante el mundo: la masacre de estudiantes en la Plaza de Tiananmen.

Se publican las memorias de Zhao Ziyang

En aquel tiempo Bao Tong dirigía la oficina de investigación sobre reformas políticas del Comité Central del Partido Comunista. Su superior inmediato era Zhao Ziyang, el secretario general del Partido, que apoyaba un giro hacia el reformismo y la apertura capaz de acoger los motivos por los que habían comenzado a manifestarse los estudiantes. “Sentía que si las reivindicaciones estudiantiles podían resolverse según los principios de la democracia y de la ley, mediante el diálogo y sin tensiones, sería posible impulsar reformas en China, incluso en el terreno político”, escribió el entonces líder, partidario de profundizar en la lucha contra la corrupción.

Esta actitud, y la oposición al uso de la violencia represiva contra los estudiantes, acabó signando la caída de Zhao Ziyang cuando se impuso la línea dura del Primer Ministro Li Peng y del líder máximo Deng Xiaoping, que llevó el 4 de junio de 1989 a la muerte de cientos ―probablemente miles― de personas a manos del Ejército Popular de Liberación. Zhao, que falleció en 2005, pasó 16 años de forzado aislamiento que dedicó a registrar sus memorias en cintas de audio. Rescatadas por un alto funcionario y otras personas que lograron hacerse con ellas en el lugar donde Zhao permanecía confinado, estos recuerdos son lo que ahora publica la casa editora norteamericana Simon & Schuster bajo el título Prisoner of the State: The Secret Journal of Premier Zhao Ziyang.

El hijo de Bao, Bao Pu, que vive en el extranjero, ha sido uno de los encargados de la traducción y edición del texto. Para el aniversario de la matanza, su padre ha sido “invitado” por las autoridades chinas a dejar su casa de la capital y a trasladarse a un centro turístico en el interior del país. Con todo, el ex funcionario ha logrado publicar un breve artículo en Newsweek, donde resume aquellos sucesos y hace una evaluación general de las libertades en China.

El golpe de los radicales contra el aliento reformador impulsado por Zhao Ziyang aparece concisa pero gráficamente descrito en el recuerdo de Bao Tong: “El 28 de mayo fui convocado a una reunión en el Comité Permanente del Buró Político. Pero no había tal reunión. Uno de sus miembros ―no diré quién— estaba allí. Sugirió que yo debía mudarme a un lugar más seguro. Le dije que vivía en un edificio reservado a los ministros del gobierno central. ‘Tengo un sitio más seguro para usted’, respondió, cogiendo mi mano fuertemente. Fuera, vi que mi coche había desaparecido, y que me esperaba la policía. Me internaron en las montañas, hasta que nos detuvimos frente a la gigantesca reja de hierro de la prisión de Qincheng”.

China, de entonces a ahora

Frente al recuerdo que el mundo entero dedica a los sucesos de Tiananmen, los diarios chinos no se arriesgan. Lo hacen si acaso algunos blogueros, como la académica Cui Weiping, que ha culpado al PC chino de dañar “el espíritu y la moral” nacionales obstaculizando un debate sobre el tema.

El ejército, por su parte, y aunque mantiene unas cotas de corrupción y de despilfarro que han sido recientemente fustigadas por el presidente Hu Jintao, se ha beneficiado de un eficaz lavado de imagen frente a los chinos. A ello ha contribuido el florecimiento económico que siguió a aquella época: no se olvide que, junto a los que pedían profundizar en las reformas políticas, las protestas sumaron también a obreros descontentos con la liberalización económica emprendida unos años antes y que empezaba a causar inflación y cierres de empresas públicas deficitarias.

“Los actuales líderes chinos no cargan con la responsabilidad de Tiananmen”, reconoce Bao Tong, “pero sólo ellos pueden divulgar la verdad. De otro modo la tensión estará siempre presente”.

Aunque según el antiguo jerarca del PC no puede negarse que China ha cambiado en estos veinte años, aún no es suficiente. “Hay muchas cosas que me gustaría ver hoy en día”, señala Bao. “Estaría feliz si los periodistas pudieran conducir libremente sus entrevistas. Estaría feliz si a los campesinos que han perdido su tierra se les permitiera buscar abogados que los defendiesen. Estaría feliz si el Partido Comunista acatase el principio de dejar decidir a la mayoría. Y estaría feliz si la gente inocente que fue perjudicada ese día, hace 20 años, pudiera limpiar sus nombres. Pero no me hago demasiadas esperanzas”.

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