El bachillerato de solo dos años es una excepción en Europa
El nuevo gobierno ha anunciado que reformará la actual estructura de la educación secundaria. La ESO pasará a durar tres años en lugar de cuatro. El Bachillerato sumará un año más a los dos actuales. Lo que no cambiará será la edad mínima de escolarización obligatoria, que continuará en los 16.
La reforma ha planteado diversas incógnitas: si será concertado el primer año del nuevo bachillerato (como cuando se llamaba 4º de la ESO), la redistribución del currículum a la que obligan los cambios o el contenido del primer año para el bachillerato orientado a la formación profesional –los Grados Medios duran actualmente dos años, por lo que habría que llenar de contenido un curso adicional–.
El traspaso de un año de la educación secundaria inferior a la superior puede significar un cambio sustantivo en la enseñanza secundaria o quedarse en una cuestión terminológica: será así si el primer curso del nuevo bachillerato sigue siendo un 4º de la ESO pero con otro nombre. En cambio, puede suponer un paso importante si se aprovecha ese curso para enriquecer el currículum tanto de los grados medios como del bachillerato.
En Francia el porcentaje de bachilleres en una generación es uno de los más altos de Europa
Una excepción en Europa
Por lo que ha dado a entender el ministro de Educación, la reforma irá en la dirección de aproximar el bachillerato español al de otros países europeos. Lo que se pretende es flexibilizar el actual sistema educativo, ofreciendo itinerarios diferentes desde antes. Se piensa sobre todo en que quienes opten por una formación profesional puedan empezar a orientarse hacia ella a los 15 años. Comparada con otros países, la Formación Profesional española atrae a pocos estudiantes y todavía está socialmente marcada como un tipo de enseñanza “de segunda”, para los que no pueden seguir con el bachillerato. La OCDE ha señalado en sucesivos informes que la FP es la asignatura pendiente del sistema educativo español.
Si finalmente el bachillerato pasa a durar tres años, manteniéndose la edad de escolarización obligatoria en los 16 años, el sistema educativo español dejará de ser una excepción dentro de Europa. Actualmente el bachillerato (upper secondary education o ISCE 3, en terminología internacional) solo dura dos años en Escocia, además de en España. En 15 de los 30 países examinados por Eurydice –dejando al margen Malta, Luxemburgo, Liechtenstein y Chipre– el bachillerato dura tres años: entre ellos Alemania, Francia, Holanda y los países escandinavos. Entre los 12 países con cuatro años de bachillerato están, por ejemplo, Inglaterra, Austria, Bélgica o la República Checa. Por su parte, Italia cuenta con un bachillerato de cinco años.
El hecho de que no coincida el final de la escolarización obligatoria con el fin de la lower secundary education o ISCE 2, la ESO española, obliga en muchos países a que los alumnos se matriculen forzosamente en algún módulo de secundaria superior, ya sea general o vocacional. Esto contribuye a disminuir la incidencia del abandono escolar prematuro (AEP), el porcentaje de estudiantes que deja los estudios tras la etapa secundaria inferior, en España la ESO. La mitad de los países europeos analizados por Eurydice hacen coincidir las dos fechas.
En España, con un índice de AEP de los más altos de Europa (un 31,2% en 2009 según Eurostat, algo más del doble que la media europea: 14,8%), la reforma anunciada hará obligatorio cursar al menos un año de alguna enseñanza secundaria superior, como ya ocurre en Inglaterra, Holanda, Italia, Francia o Austria. Los países escandinavos y Alemania continúan emparejando la edad de escolarización obligatoria con el final de la primera etapa de la secundaria, aunque no tienen un problema de abandono comparable con el español. En Holanda, en cambio, se ha aumentado recientemente la edad de escolarización obligatoria hasta los 18 años –la más alta de Europa– para rebajar su AEP.
Para hacer una Formación Profesional a la alemana haría falta que las empresas dedicaran recursos y personal a la formación
Bachillerato a la francesa
De todos los países en los que España puede mirarse para buscar soluciones, Francia es el más cercano, por cultura, tamaño e incidencia de la inmigración, un factor clave en las políticas educativas.
Los estudiantes franceses acaban la secundaria inferior –en teoría– a los 15 años, un año antes que los españoles. El último de los cuatro cursos de los que se compone ya les permite ir escogiendo asignaturas de acuerdo con sus preferencias. Como la edad de escolarización obligatoria son los 16 años, cuando salen de los collèges (ISCE 2) aún les queda un año por cursar, lo que provoca que tengan que matricularse en algún tipo de secundaria superior. Esta es una de las ventajas de no hacer coincidir el final de la secundaria con el final de la escolarización obligatoria.
Las instituciones donde se cursa la secundaria superior (ISCE 3) son los liceos. Los estudiantes pueden escoger entre los “liceos generales y tecnológicos” y los “liceos profesionales”. Los primeros se orientan hacia la universidad y los segundos equivalen a la FP española, aunque con más reconocimiento en el mundo laboral. En los liceos profesionales, los alumnos pueden elegir entre prepararse para obtener el Cerificado de Aptitud Profesional (2 años) o el baccalauréat vocacional (3). Los dos acreditan una capacitación profesional, pero el baccalauréat tiene más prestigio y además permite el acceso a ciertas carreras universitarias.
Con todo, el camino más habitual hacia la universidad son los liceos generales y científicos. Aquí los alumnos se preparan para examinarse del baccalauréat, que funciona como una prueba general del bachillerato y constituye el requisito imprescindible para acceder a la universidad. La preparación dura tres años. El primero (seconde) constituye un periodo de adaptación. En 2010 se aprobó una reforma que flexibiliza sus contenidos, hasta entonces bastante homogéneos, de manera que el estudiante pueda ir perfilando la elección que tomará al siguiente año. En el segundo curso (première) los alumnos tienen que escoger entre el itinerario “científico” o el “general”, aunque aún tienen más de la mitad de las horas en común. Por último, el tercer año (terminale) supone una especialización importante: más del 70% de los contenidos son ya propios de la rama escogida.
La obtención del baccalauréat no es nada fácil, aunque el porcentaje de bachilleres en una generación es uno de los más altos de Europa: en 2006, un 51% obtenía el baccalauréat general, más un 11% que alcanzaba el baccalauréat profesional. La media de la OCDE en ese año era del 45%. El examen del baccalauréat cumple la doble función de prueba de fin de ciclo y de requisito para ingresar en la universidad. Algo parecido ocurre en Alemania con el Abitur y en Inglaterra con las pruebas GCES-AS y GCES-A. En España también se está contemplando la opción de sustituir la selectividad por un examen que sirva además como título de Bachillerato y que evalúe los conocimientos adquiridos a lo largo de toda la etapa.
El sistema alemán y la enseñanza dual
Los países europeos con mejores resultados en los exámenes PISA se caracterizan por tener una población pequeña y relativamente homogénea. Es el caso de Finlandia, Bélgica o Suiza. Holanda, que también aparece en los primeros puestos del ranking, sí recibe mucha inmigración, pero el reducido tamaño de la población y la alta calidad de vida hacen que se la pueda incluir en el anterior grupo de países.
Por eso, cuando desde España se busca un país que sirva de referencia en políticas educativas exitosas, casi siempre se suele mirar a Alemania. En la última edición de la prueba PISA, Alemania fue el tercer país europeo con mejores resultados globales, y el primero entre los “grandes”.
En España se está hablando mucho de reformar la FP “a la alemana”. Se trataría, sobre todo, de imitar su modelo de “educación dual”, por el que los alumnos que cursan estudios vocacionales –por oposición al itinerario más teórico, que desemboca naturalmente en la universidad– compatibilizan su formación académica en el centro educativo con el aprendizaje de la profesión en una empresa.
Algunos en España creen imposible que se pueda adoptar el sistema alemán, fundamentalmente porque muy pocas empresas podrían hacerse cargo del coste de formar a los aprendices, y más en estos tiempos: en Alemania los estudiantes cobran de media una tercera parte de lo que cobraría un especialista en su puesto.
Sin embargo, el sistema de la “FP alemana” descansa, además de en su tejido empresarial, en la educación secundaria que la precede, algo que no se comenta tanto en España.
El estudiante que acaba los cuatro cursos de educación primaria en Alemania (a los 10 años) tiene a su disposición al menos tres vías diferentes –en algunos Länder son más– para cursar su educación secundaria. Solo una de ellas, el Gymnasium, ofrece una formación eminentemente teórica, orientada a la universidad. Las otras vías –también ISCE 2– orientan al alumno hacia la consecución de un título que acredita su capacitación para un oficio concreto.
Se puede pensar que los 10 años es una edad demasiado temprana como para que se pueda saber cuáles son las capacidades de un estudiante. Sin embargo, la flexibilidad y la permeabilidad de los programas hacen que los estudiantes alemanes tengan muchas facilidades para cambiar de rumbo tantas veces como quieran. Desde las Realschulen y las Hauptschulen, alternativas más frecuentes al Gymnasium, no se puede acceder directamente al equivalente al bachillerato español, el Gymnasiale Oberstufe; pero sí a otro tipo de programa intermedio entre lo vocacional y lo teórico (la Fachoberschule) que permite examinarse del título que da acceso a la universidad: el Abitur.
Por otro lado, el éxito de los programas vocacionales –más de dos tercios de los alumnos se decantan por este tipo de estudios– también tiene que ver con la amplísima variedad de puestos de trabajo para los que preparan estos programas. Desde las “secundarias vocacionales” se puede acceder a otros programas de educación superior (las Berufsschulen y las Berufsfachschulen) que gozan de un gran prestigio social, y están claramente orientados a las necesidades del mercado.
Son las Berufsschulen, con sus programas duales, lo que se quiere trasladar a España. En Alemania, los estudiantes de estos programas pasan tres o cuatro días en la empresa y uno o dos en la escuela. Es el propio estudiante el que se ofrece a las empresas. Con la que se interesa por él, firma un contrato por el que la empresa se compromete a formarle y a hacerse cargo de sus honorarios, además de la cuota de la seguridad social.