Arthur Danto: El papel de la crítica en el arte de hoy

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No suele ser común que la muerte de un filósofo y crítico de arte llegue a los titulares de los periódicos internacionales. Pero la desaparición de Arthur Danto en 2013 levantó un eco de aplausos a quien había dedicado su vida a buscar la esencia del arte escondida en la pluralidad postmoderna.

Lydia Goehr, prestigiosa profesora de Columbia, lo describió en su obituario como uno de los cuatro gigantes de la tradición anglo-americana, junto con Stanley Cavell, Nelson Goodman y Richard Wollheim. Danto fue conocido durante años por su filosofía analítica de la historia, la acción y el conocimiento antes de alcanzar renombre mundial por su filosofía del arte. Con su famoso artículo de 1964, “The Artworld”, se enfrentó a las teorías del arte dominantes, basadas en la filosofía de Wittgenstein, y consiguió revalorizar la estética en el ámbito norteamericano. En 1986 saltó a la fama por proclamar, basándose en la estética hegeliana, el “fin del arte”.

Al comienzo de su trabajo Danto veía con serias dudas el futuro del arte. Pero hubo un giro en su carrera al encontrarse con la obra de Warhol, que le hizo comprender que la pregunta que debía hacerse como filósofo era qué hace de una caja de Brillo una obra de arte cuando no difiere visualmente en nada con el objeto real que representa: una simple caja de estropajos.

Danto tenía la capacidad de percibir las referencias históricas y estéticas que encuadran una obra dentro del complejo entramado de la historia del arte

Entre ficción y realidad
No se trataba de la primera vez que un artista buscaba poner en cuestión las fronteras entre ficción y realidad. Ya antes que Warhol, Duchamp con sus readymades había desgarrado la fisura abierta por los impresionistas, a quienes el deseo de acercar arte y vida les había hecho cuestionar todas las jerarquías y criterios artísticos establecidos hasta entonces. Mientras críticos e historiadores intentaban comprender lo que estaba sucediendo, los artistas se lanzaban, motivados por la audacia duchampiana, a dar todo tipo de posibles respuestas. Dadaistas, surrealistas, situacionistas… trataron a través de sus manifiestos de dar una respuesta última a qué es el arte. Aunque cada movimiento deseaba romper con la tradición artística anterior, en el fondo todos compartían la misma inquietud de dar con la esencia del arte.

Sin embargo, parece que todavía no hemos conseguido dar con ella. Hace pocos meses el grafitero Banksy anunció a través de su página web que en octubre comenzaría una serie de obras en la ciudad de New York bajo el título Better Out Than In (Mejor fuera que dentro). Sus intervenciones fueron en un principio comprendidas como actos vandálicos y por eso las autoridades se encargaron de adecentar los muros que iba pintando, hasta que se dieron cuenta del reclamo turístico que suscitaba. Lo mismo ha ocurrido con sus pinturas pacifistas en el muro de Gaza. Esas imágenes no solo han dado la vuelta al mundo, sino que se han creado tours guiados en Cisjordania para aquellos que se acercan a ver la obra del grafitero inglés (El País, 19.12.2013).

Si bien para muchos el Street Art sigue siendo un desafío, algunos autores como Will Gompertz ven en él precisamente una muestra de que el arte de nuestros días puede conseguir escapar de los reclamos de la industria y las empresas para buscar sus propios caminos (¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos (Taurus, 2013). El debate sigue abierto y candente, y el mismo Banksy entró en él hace unos años al cuestionar irónicamente en el documental Exit Through the Gift Shop (2010) si el Street art era arte y qué hacía verdaderamente que alguien fuera un artista. Por tanto, la pregunta no es tanto si los grafitis de Banksy son arte o pseudoarte, la pregunta sigue siendo desde hace un siglo qué es el arte.

Para Danto la clave del arte reside en las ideas que encarna la obra y las actitudes que provoca

La encarnación del significado
Para Danto la clave del arte reside en las ideas que encarna la obra y las actitudes que provoca. “Las obras de arte no son más que significados encarnados”, puede leerse en su último libro Qué es el arte (Paidós, 2013). La encarnación del significado sería lo que podemos encontrar en cualquier obra de arte independientemente de los materiales de los que esté hecha o del lugar en el que se encuentre. Esta concepción es la que le permitirá conjugar la exaltación de la pluralidad de estilos como el rasgo más característico del “fin del arte”, de la era posthistórica que estamos viviendo en el arte.

Su labor en este sentido no fue solo teórica. Durante más de veinte años Danto desarrolló una valiosa labor de crítico de arte en el semanario The Nation. Acudía a las exposiciones en cuanto se inauguraban y escribía sobre las que le habían gustado más a tiempo para que el público tuviera la oportunidad de visitarlas tras leer sus reseñas. De esta manera consideraba su crítica como un apoyo al espectador, como el ofrecimiento de unas referencias que sirvieran de apoyo para la experiencia personal.

La mayor parte de estas reseñas fueron publicadas en su libro La Madonna del futuro. Ensayos de arte en un mundo plural (Paidós, 2003). En esa obra se recogen críticas de exposiciones de autores clásicos como Vermeer o Delacroix, de artistas más contemporáneos como Rothko o Pollock, y de temas variados como la vanguardia japonesa o la influencia televisiva. Aunque estuviera examinando las últimas corrientes Danto tenía la capacidad de percibir las referencias históricas y estéticas que encuadran una obra dentro del complejo entramado de la historia del arte.

En una entrevista realizada por Ana María Guasch, Danto explicaba cómo la crítica del modernismo tendía a ser formalista, mientras que la del postmodernismo tendía al relativismo. Frente a esta dualidad él se concebía a sí mismo y a su crítica del siguiente modo: “Soy esencialista, y mi proyecto como filósofo del arte siempre ha consistido en concretar una definición del arte que abarque todos los ejemplos posibles, occidentales y no occidentales, contemporáneos y tradicionales” (Artes, la revista, 2005).

La necesidad de reflexionar
El arte durante el siglo XIX comenzó un largo proceso de democratización que le permitió desvincularse de la vía única que suponían hasta entonces las academias clásicas, al tiempo que se fue haciendo accesible a personas de cualquier condición social. Al mismo tiempo, es cierto, arrastró tras de sí la puesta en duda de cómo debe juzgarse el arte. Para responder esta pregunta, parece imposible hoy profundizar en las diversas ramas que interactúan unas con otras haciendo crecer el árbol artístico de maneras complejas a través de fenómenos como la ciberliteratura, el body-art, la perfomance, el videoarte o el Street art.

Sin embargo, podríamos preguntarnos si esta pluralidad es algo realmente nuevo. ¿Cuándo se ha tenido una definición consensuada del arte? Es cierto que hoy el arte se ha vuelto más complejo. Pero tendríamos que añadir que también las sociedades se han vuelto complejas. Por eso ya no bastan las explicaciones sencillas. Si el arte se ha vuelto reflexivo, quizá para entenderlo el espectador tenga que reflexionar más sobre arte. Precisamente eso es lo que hizo Danto, ayudarnos a reflexionar sobre las cuestiones que acucian al arte desde hace siglos a partir de las obras más vanguardistas del mundo actual. No tuvo miedo de la pluralidad puesto que siempre la entendió como riqueza.

Muchas veces se inscribe a Danto dentro de la “teoría institucional del arte”, aquella que defiende que son las instituciones las que dictaminan qué es el arte. Por el contrario, Danto proclamó el fin de cualquier hegemonía dentro del arte, ya sea de definición o interpretación del arte. Al mismo tiempo confió en que pese a la gran pluralidad de estilos, soportes o temáticas, se podía seguir juzgando el arte. La esencia puede tener cuantos ropajes quiera ponerse. Para comprenderlos mejor habrá que ahondar en diferentes criterios históricos, filosóficos y estéticos (y él lo hizo repetidamente), pero ya no tiene sentido destacar unos criterios formales claros. Eso vuelve al arte más complejo, pero también más interesante. Los críticos seguirán haciendo su labor, pero cada vez más el arte exigirá que sea el espectador el que aprenda a reflexionar delante de la obra.

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Bibliografía

– Arthur Danto, Qué es el arte (Paidós, 2013); La Madonna del futuro. Ensayos en un mundo del arte plural (Paidós, 2003); Después del fin del arte: el arte contemporáneo y el linde con la historia (Paidós, 1999).

– Carlos Granés, El puño invisible. Arte, revolución y un siglo de cambios culturales (Taurus, 2011) .

– Humberto Eco, Historia de la belleza, (Debolsillo, 2013).

– Will Gompertz. ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos (Taurus, 2013).

Raquel Cascales
Universidad de Navarra.

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