La caridad de la Iglesia católica siempre ha tenido como objetivo prioritario a los colectivos más vulnerables. En el caso de la prostitución, la vulnerabilidad suele ser doble: a la coerción externa que sufren muchas de estas mujeres se une una reclusión que podríamos denominar “cultural”, ejercida por una sociedad que toma una postura ambigua –por no decir contradictoria– y bastante cómoda respecto a este fenómeno.
Cáritas de España acaba de publicar un informe sobre su experiencia en la asistencia a mujeres en contextos de prostitución (los autores prefieren este nombre al de “prostitutas” para evitar que se identifique a la persona con una “profesión” a la que casi siempre se dedica porque no tiene otras opciones). El documento se divid…
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