Comprender mejor las aspiraciones y necesidades de los pobres

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La OCDE ha publicado su informe anual sobre cooperación al desarrollo. Una de sus principales conclusiones es que los esfuerzos por combatir la pobreza deben centrarse en promocionar a los pobres para que sean ellos quienes contribuyan al cambio social. Varios capítulos del informe ofrecen experiencias de éxito basadas en esa idea.

A medida que se acerca la fecha de expiración de los Objetivos de Desarrollo del Milenio propuestos por la ONU para 2015, van surgiendo nuevas estrategias para mejorar el desarrollo de los países pobres. La OCDE tiene la suya: dado que la pobreza no se combate solo con crecimiento económico, propone prestar más atención a factores como la desigualdad, el bienestar o la falta de oportunidades además de a los ingresos.

En este cambio de política que pide la OCDE es vital que las comunidades donde se llevan a cabo los programas de ayuda se impliquen más. De ahí que el informe (1) destaque como modelo aquellos en los que emprendedores y autoridades locales trabajan juntos para mejorar los servicios y las condiciones de vida de sus conciudadanos.

Lo que los pobres perciben como pobreza varía de un lugar a otro

Qué quieren los pobres
Meera Tiwari, investigadora del School of Law and Social Sciences de la Universidad de East London, se plantea dos preguntas en uno de los capítulos: ¿Cómo ven la pobreza los pobres? ¿Qué podemos aprender de ellos sobre el tipo de ayudas que necesitan? Tiwari analiza cuatro programas a medida que están resultando eficaces en zonas rurales, dos en la India y los otros dos en Etiopía y Tanzania.

Su primera conclusión es que la pobreza no se reduce a la escasez económica. La mayoría de los encuestados en las cuatro regiones asocian la lucha contra la pobreza a una combinación de factores no económicos como la salud, el acceso a la educación o la necesidad de infraestructuras. Además, sus testimonios dejan claro que lo que los pobres perciben como pobreza varía de un lugar a otro.

Mientras que en los estados de Madyha Padress y Bihar –considerados hasta hace poco entre los más pobres de la India–, los agricultores tienen dificultades para distribuir sus cosechas, los de la región etíope de Sidama quieren aprender a adaptarse a los cambios meteorológicos; y los de la zona del Kilimanjaro, al nordeste de Tanzania, necesitan instalaciones sanitarias, agua potable y educación para combatir enfermedades como la malaria o la diarrea.

Con ayuda de los líderes locales
Este enfoque –basado en las teorías de Amartya Sen y de Thomas Pogge– permite conocer lo que necesitan los pobres en cada lugar y qué es lo que piensan ellos que hay que hacer, lo que se traduce en una mayor implicación de los beneficiarios. Para Tiwari, la clave del éxito de esos cuatro programas está en la colaboración de los líderes locales, que son los que ayudan a que la gente use los servicios sociales y las infraestructuras que se ponen en marcha.

La colaboración de los líderes locales es clave para que la gente use los servicios sociales y las infraestructuras que se ponen en marcha

En Bihar, las mujeres se encargan de implementar el proyecto JeeVika, ideado por el Banco Mundial. En Sidama, que vive principalmente de la agricultura de regadío, un grupo de agricultores locales ayuda al resto a adaptar las cosechas al clima para asegurar una producción sostenible. Y en el Kilimanjaro, una ONG trabaja junto con los padres y los profesores para mejorar las condiciones sanitarias y la educación de los niños.

También en Madyha Pradess los líderes locales ayudan a sacar rendimiento al proyecto Gyandoot, una red informática que conecta a varias aldeas y ofrece información a los agricultores sobre las necesidades de la zona para que ellos decidan qué conviene cultivar. Pero sus resultados son más desiguales, en parte porque todavía hay muchos que no usan la red.

Emprendedores con visión
La idea de promocionar a los autóctonos también se ha aplicado con éxito en Costa Rica, República Dominicana, Sri Lanka, Uganda y Vietnam, como explican varios expertos en otro capítulo del informe.

Dentro del programa ART, impulsado por Naciones Unidas, un pequeño grupo de emprendedores de Dajabón, una provincia rural al noroeste de la República Dominicana, ayudaron a identificar cinco áreas con más posibilidades de crecimiento económico: productos lácteos, madera, apicultura, fruta y turismo. Después, el gobierno se centró en promocionarlas de distintas formas con fondos de la ONU.

En los últimos cuatro años, 486 pymes han empezado a exportar esos productos a Haití; y los ingresos de los empresarios dedicados a esas áreas han aumentado un 25% de media cada año. Para Giovanni Camilleri, coordinador internacional de ART, este proceso de abajo a arriba ha servido para promocionar a los miembros de las comunidades a la vez que ha fortalecido a las instituciones locales.

Brotes verdes en Costa Rica
Otra forma de implicar a los autóctonos es premiarles por llevar a cabo una actividad que beneficia al conjunto de la comunidad. En Costa Rica, el Programa de Pago por Servicios Ambientales (PPSA) nació tras la Cumbre de Río en 1992 para frenar el deterioro causado por una agresiva política de deforestación.

El PPSA se basa en la premisa de que quienes contribuyen a mantener los recursos naturales deben ser retribuidos (y no simplemente subvencionados), y quienes los aprovechan deben pagar a través de tasas en el consumo del agua o del carbón, por ejemplo.

El programa, presentado como una experiencia de éxito en la cumbre Río +20, ha beneficiado a las comunidades indígenas y a los propietarios de los terrenos. Al mismo tiempo, la masa forestal de Costa Rica ha pasado del 25% en los años ochenta a más del 50% en la actualidad.

Comercio, no ayuda
Uganda produce unas 200.000 toneladas de café al año. Pero la mayor parte de ellas se exportan en bruto para abastecer a los mercados europeos. Si el café se elaborara en el país, se podrían ganar unos 10 dólares más por kilo. En 2003, Andrew Rugasira creó Good African Coffe para ayudar a los campesinos del oeste de Uganda a producir un café de calidad.

Bajo el lema “África necesita comercio, no ayuda”, Good African Coffe ha creado una red de más de 14.000 trabajadores que participan en la cadena de producción que va desde la plantación hasta la venta fuera del país. También les han ayudado a poner en marcha 17 cooperativas de ahorro y crédito, cuyo objetivo es prestarles servicios financieros a un precio menor.

A partir de estos y otros muchos ejemplos citados en el informe, la OCDE subraya que es necesario pasar de unos programas de ayuda basados en la donación a otros que promuevan la igualdad de oportunidades para dar a cada persona las herramientas que le permitan prosperar.

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Notas

(1) Erik Solheim y otros, Development Co-operation Report 2013: Ending Poverty, OECD Publishing, diciembre 2013.

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