“Cameron ha hecho un cambio de marca de su partido”

publicado
DURACIÓN LECTURA: 7min.

La profesora británica Karen Sanders, directora del Departamento de Publicidad y Comunicación Institucional de la Universidad CEU San Pablo y experta en comunicación política, explica en esta entrevista algunas de las claves que han marcado las elecciones del Reino Unido.


Tras los comicios del 6 de mayo, Gordon Brown fue el primero en lanzar el guante a Nick Clegg para alcanzar un pacto con los liberal-demócratas. Y lo cierto es que se lo puso en bandeja: el líder laborista le ofreció nada menos que un referéndum sobre la reforma del sistema electoral; algo por lo que el partido de Clegg lleva luchando desde hace décadas.

Pero el joven candidato liberal-demócrata, fiel a lo que había dicho en la campaña, recordó a Brown que era al partido con más votos y escaños (o sea, los conservadores) a quien le correspondía dar el primer paso para intentar formar gobierno.

Cambiar, ¿a qué?

Los tres debates por televisión -los primeros en la historia del Reino Unido- han sido uno de los elementos centrales de la campaña. Algunos analistas dicen que los debates han servido para dar a conocer mejor los programas. Otros, en cambio, se quejan de que han centrado demasiado la atención en la imagen de los candidatos y poco en el contenido. ¿Usted con qué versión se queda?

– Pienso que los debates han sido muy positivos y espero que sigamos teniéndolos en el futuro. De entrada, han conseguido enganchar a una parte del electorado que no hubiera conectado con una campaña más tradicional. Los debates sí que han transmitido contenidos. Y si no han transmitido más es porque los candidatos no estaban interesados en concretar demasiado cuáles son sus políticas en temas controvertidos como la reducción del gasto público, la inmigración o las relaciones con la Unión Europea.

Es cierto que los debates han destacado la figura de los candidatos. Pero yo creo que eso es algo bueno. En una democracia, las decisiones electorales se basan también en juicios sobre la personalidad de los candidatos. La forma de ser y el carácter de una persona dicen mucho sobre la credibilidad de su proyecto político.

Otra de las claves de estas elecciones han sido los deseos de cambio de la sociedad británica. A diferencia de Brown, Cameron y Clegg se han presentando ante el electorado como dos candidatos capaces de generar ilusión. ¿En qué se concretan esos deseos de cambio?

– Me parece que los deseos de cambio de los británicos nacen, sobre todo, del desencanto ante la política tradicional. Esto va unido a la percepción de que Westminster [la Cámara de los Comunes] se ha convertido en un lugar donde los políticos se reúnen para discutir sobre sus propios intereses. Esta impresión popular vendría avalada por el escándalo de los gastos de los diputados. También hay muchos votantes descontentos con el sistema electoral británico, porque piensan que su voto no cuenta.

Ahora bien, en el momento de votar, ha tenido mucho peso el contexto actual de crisis económica. De ahí que el electorado -había cerca de un 30% de indecisos- haya optado por lo “malo conocido”. Pese al entusiasmo que despertó Nick Clegg entre los jóvenes, el duelo real ha estado entre conservadores y laboristas. Esto se explica porque en tiempos de crisis, la mayoría del electorado huye de los experimentos. Como dijo Abraham Lincoln, cuando estás cruzando un río no se te ocurre cambiar de caballo.

Respecto a la propuesta de cambio de David Cameron, en mi opinión su programa es mucho menos radical que los que presentaron en su día Margaret Thatcher o Tony Blair. Y, sobre todo, está menos definido. Durante los años que lleva al frente de los conservadores, Cameron ha hecho un cambio de marca de su partido. Pero las ideas de su programa -sobre todo, las relativas a “la gran sociedad” [dar a los ciudadanos más protagonismo en la vida cotidiana a través de las comunidades locales]- son bastante difusas. Creo que el electorado no sabe muy bien en qué está pensando Cameron.

La economía, tema capital

A juzgar por los debates televisados, da la impresión de que los problemas que más preocupan ahora a los británicos son de índole práctica: la reducción del déficit público, la reforma electoral, la política fiscal o la financiación de los servicios públicos. Sin embargo, apenas ha habido un debate sobre los valores y principios que inspiran a cada partido.

– Efectivamente, el discurso de los liberal-demócratas ha sido muy parecido al de los laboristas, cuyo eje central es el concepto de “fair society”. No podemos olvidar que el Partido Liberal-Demócrata es uno de los más antiguos del Reino Unido y alberga distintas tendencias. Esto dificulta la tarea de articular un mensaje común.

Los conservadores han intentado hacer un proceso de redefinición a partir de la idea del nuevo “centro compasivo”. Pero este mensaje ha ido desapareciendo de la agenda de Cameron a medida que se acercaban las elecciones. Entonces recurrió a la idea de “la gran sociedad”, sin que la gente haya tenido tiempo de asimilarla.

Ahora mismo, el tema que más preocupa a los británicos es la economía. ¿Cómo vamos a solucionar el déficit público que tenemos? Esta es la gran pregunta que domina las mentes de los electores.

Parece que el nuevo primer ministro no lo va a tener nada fácil. Hace unos días el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, dejó caer una conversación privada que el nuevo gobierno iba a tener que adoptar medidas tan impopulares para salir de la crisis económica, que no volvería a gobernar en una generación. ¿Exagera King?

– La verdad es que el mensaje de King asusta. Los británicos sabemos que llegan tiempos difíciles; va a haber recortes serios y se van a notar en todos los sectores del país. Pero en las circunstancias actuales, donde lo más probable es que tengamos un gobierno formado por un acuerdo entre dos partidos, se repartiría la responsabilidad. Esto haría ver a la sociedad británica que no hay más opción que la austeridad. Por otra parte, no podemos olvidar que muchos culpan de la situación económica actual a los laboristas. Esto, en mi opinión, restaría parte de la hostilidad de la que habla King.

¿Con qué Cameron nos quedamos?

Pese a los intentos de Cameron de presentarse ante el electorado como alguien amable y cercano, algunos medios británicos creen que el líder tory no ha conseguido erradicar la desconfianza que pesa sobre su partido. ¿Qué problema tienen los conservadores en el Reino Unido?

-Lo tienen, sobre todo en Escocia. Allí sigue teniendo mucho peso el rechazo al legado de Thatcher. Y, en concreto, el estilo radical con que implantó su modelo económico. En algunos sectores, esto ha alimentado un resentimiento hacia su persona -que linda con el odio- y, por extensión, hacia los conservadores.

En el resto del Reino Unido, también se da este problema en algunas zonas. Por ejemplo, cuando yo vivía en Sheffield -una ciudad tradicionalmente industrial, famosa por el acero y las minas de carbón-, las reformas de Thatcher tuvieron un efecto devastador, dejando a mucha gente en el paro. Yo no cuestiono que esas medidas fueran necesarias, pero lo más grave es que después no hubo ningún plan de apoyo ni reinserción a esos trabajadores.

A esto hay que añadir un problema de “lealtades tribales”. Algunas personas jamás votarán a los conservadores por asociarlos con la clase privilegiada. Ni los antecedentes de Cameron ni los de su equipo más cercano han contribuido a deshacer esta percepción, por mucho que se esmerasen en ser amables.

Antes de que Cameron aparcara la idea del nuevo “centro compasivo” -centrado en la promoción de la justicia social, los valores familiares y la sociedad civil- hubo algunos analistas que pusieron en duda el entusiasmo del líder tory por estos valores. ¿Quién es realmente David Cameron?

– Dentro de los conservadores hay muchas tendencias. Algunos son libertarios: quieren extender los derechos individuales con la menor intervención posible del Estado en la vida de la gente. Aquí entra, por ejemplo, el debate en torno a las uniones del mismo sexo; Cameron ha puesto mucho empeño en transmitir a la opinión pública que los conservadores no son un partido anti-gay, como quizá lo era en la época de Thatcher.

El líder tory ha cogido la bandera de la inclusión, queriendo satisfacer a todas las tendencias de su partido. Pero, al mismo tiempo, creo que tiene claro que una sociedad que no protege la institución del matrimonio es una “sociedad rota”. Esta ha sido una de las ideas de su programa y se ha concretado en plantear una política fiscal favorable a los matrimonios. En mi opinión, Cameron sabe que sin matrimonios sólidos la sociedad sale perdiendo.

Dejar comentario

Conectado como Aceprensa. Edita tu perfil. ¿Salir? Los campos obligatorios están marcados con *

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.