El Family World Map es un informe anual realizado por el Social Trends Institute y Child Trends que pretende medir la “salud” de la institución familiar en el mundo y señalar nuevas tendencias. Para su tercera edición, recientemente publicada, se han estudiado 49 países representativos de todas las regiones del planeta y que acumulan el 75% de la población mundial.
Además de una primera parte más informativa, donde los datos se desglosan en tres bloques: estructura familiar, situación socioeconómica y “procesos culturales”, el informe incluye cada año un ensayo sobre algún aspecto más específico. Esta edición aborda el problema de la conciliación entre familia y trabajo.
Los adultos en el hogar
La proporción de niños que viven con dos padres (ya sean biológicos o adoptivos) varía mucho según la región. Es especialmente alta en Asia y Oriente Medio, donde el porcentaje está entre el 85% de Indonesia y el 94% de Jordania, y especialmente baja en América del Norte (que en el informe incluye México) y Latinoamérica, con valores en torno al 70%. El África subsahariana es un caso aparte: entre los países estudiados hay algunos que apenas superan el 50% (por ejemplo, Ghana, Kenia o Uganda), uno que ni siquiera llega al 40% (Sudáfrica), y otros con valores similares a los más altos de Latinoamérica, o los más bajos de Europa occidental (Nigeria y Etiopía). El continente europeo, contando con los tres países del centro-este incluidos en el informe (Hungría, Polonia y Rumanía), goza de una mejor salud familiar que la media, y sus datos están más cerca de regiones como Asia y Oriente Medio que de otras culturalmente más parecidas, como Norteamérica.
Aunque el estudio no detalla las causas de la falta de padres, sí diferencia entre los niños que viven con al menos uno de ellos y los que no, lo que permite establecer algunas hipótesis. La alta proporción de menores huérfanos (es presumible que lo sea la gran mayoría de los que vive sin ninguno de sus padres) en la región subsahariana y en Latinoamérica apunta al sida (en el primer caso) y a la violencia (en los dos). En cambio, una tasa de orfandad baja combinada con un importante número de niños viviendo con un solo padre (casi siempre la madre), algo común en países occidentales y especialmente en los de habla inglesa (Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda o Reino Unido), apunta a otras causas: divorcios, separaciones o madres solteras.
Matrimonio, cohabitación e hijos
El matrimonio sigue apareciendo como la mejor garantía de que los hijos se críen con sus dos padres: las dos regiones donde hay un mayor porcentaje de adultos en edad fértil que están casados (Asia y Oriente Medio) son también aquellas donde más niños viven con su padre y su madre.
La tasa de fecundidad no guarda relación directa con el porcentaje de parejas casadas o cohabitando
No se aprecia, en cambio, una relación directa entre la preferencia por un modelo de emparejamiento y la tasa de fecundidad. Aunque el informe no da datos desglosados dentro de cada país, en la comparación entre los de una misma región, aquellos con una menor ratio de matrimonios respecto a parejas que cohabitan, a veces están a la cabeza en fecundidad. Tal ocurre, por ejemplo, con Francia y Suecia dentro de Europa, o con Colombia y Nicaragua y Perú en Latinoamérica, los tres únicos países de todos los analizados donde la proporción de personas que cohabitan es mayor que la de casados en la franja de los 18 a los 49 años.
Sí cabría esperar que la fecundidad fuera mayor allí donde hay más población viviendo en pareja (de una u otra forma). Esto ocurre efectivamente en Asia, donde existe un fuerte contraste entre, por un lado, Singapur, Corea del Sur y Taiwán (pocas personas emparejadas y fecundidad muy baja), y por otro lado Filipinas, Indonesia e India (con la proporción de adultos viviendo en pareja más alta de todos los países estudiados y una fecundidad relativamente alta). En cambio, tal relación no se percibe en Europa occidental (Suecia e Irlanda tienen tasas de fecundidad altas en comparación con el resto de la región a pesar de que el porcentaje de personas entre 18 y 49 años que viven juntos está por debajo de la media). Tampoco en África se ve un nexo claro entre los dos indicadores.
Actitudes sobre la familia
La proporción de adultos que valoran positivamente que una mujer decida ser madre soltera voluntariamente (es decir, que quiera criar a su hijo sin mantener una relación estable con ningún hombre) solo sobrepasa el 50% en seis de los 25 países de donde hay datos: España (con el porcentaje más alto, en torno al 80%), Francia y Holanda en Europa; Estados Unidos en Norteamérica (aunque con Canadá y México poco por debajo del 50%); Argentina y Chile en Latinoamérica. En el resto, el apoyo está entre el 25% y el 50%, con porcentajes especialmente bajos en Asia y Oriente Medio. Llama la atención el poco respaldo en Reino Unido y Alemania.
En cambio, cuando la pregunta es si un hijo puede criarse igual de bien con un padre que con dos (no se menciona el sexo de los cónyuges), aumenta el número de países donde el “sí” es mayoritario: por ejemplo, aparecen algunos donde la monoparentalidad voluntaria es mal valorada (Filipinas, Taiwán o Polonia). También ocurre lo contrario: en Francia y España desciende significativamente la aceptación cuando el foco de la pregunta pasa del “derecho” de la mujer soltera a tener hijos al del hijo a ser educado por dos padres.
Asia y Oriente Medio son las regiones donde más niños se crían con dos padres. África y Latinoamérica, donde menos
En cuanto al estatus laboral de la madre y su influencia en la relación con los hijos, solo hay datos sobre 18 países. En la mayoría, el porcentaje de adultos que opinan que una madre trabajadora puede tener una relación con sus hijos tan buena como otra que se dedique al hogar oscila entre el 60% y el 70%. No obstante, es mayor en Europa Occidental y Norteamérica. España es el único país occidental donde se baja del 70%.
El reparto del trabajo
El ensayo incluido en esta tercera edición del informe se centra en cómo se reparte el trabajo profesional y familiar en cada región. Uno de los primeros puntos estudiados es la influencia de tener hijos en el estatus laboral de las mujeres.
En general, las que tienen hijos trabajan menos que las que no los tienen: una media de 3,5 horas por semana, teniendo en cuenta las que abandonan del todo la profesión y las que reducen su jornada. No obstante, la relación entre la maternidad y la intensidad del trabajo profesional no es igual en todas las regiones. Mientras que en Norteamérica, Latinoamérica y el norte y sur de Europa no influye mucho (de hecho, en la Europa meridional las madres trabajan más), lo contrario ocurre en Asia y la parte este y oeste del continente europeo.
Las causas de que las madres no dejen su empleo puede explicarse por dos situaciones completamente distintas: que exista una red asistencial que no penalice de manera excesiva el seguir trabajando (guarderías asequibles, posibilidad para flexibilizar el horario), o bien que existan pocas ayudas familiares y la madre necesite trabajar para sostener la economía familiar, un factor especialmente acuciante en regiones donde hay muchos hogares monoparentales como Latinoamérica.
En cambio, el hecho de tener un hijo influye bastante menos en los padres, tanto en su trabajo profesional como en el número de horas dedicadas al hogar. En esto último, no obstante, se perciben importantes diferencias por regiones: en Norteamérica, el sur y el norte de Europa, la dedicación doméstica del hombre sí aumenta significativamente (aunque menos que la de la mujer) cuando se convierte en padre. En general, se puede apreciar una tendencia a una mayor corresponsabilidad en todas las regiones, aunque aún queda mucho terreno por delante.