Ramon Llull, una figura universal

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Celebramos setecientos años de la muerte de Ramon Llull, una personalidad excepcional, como escritor, misionero, filósofo, viajero y místico; un hombre de reflexión y de acción. Además de la aportación y trascendencia de su obra literaria, tuvo el mérito de escribir sobre ámbitos tan diversos como la filosofía, la teología, la lógica, la astronomía, el derecho, la medicina o la retórica.

Con motivo de esta efemérides, y bajo el comisariado de Joan Santanach, se celebra el Año Llull con más de trescientos eventos (congresos, jornadas académicas, actos culturales, exposiciones, etc.) en Baleares, Cataluña, el resto del España y ciudades como París, Berlín, Nueva York o Londres. Y es que Ramon Llull es un pensador y escritor estudiado por doquier; en palabras de Joan Santanach: “El gran centro del lulismo internacional es Friburgo, pero hay investigadores en Italia, Israel, Estados Unidos, Francia…; aquí no nos damos cuenta que Llull es una figura internacional muy potente. Es el autor que genera más bibliografía cada año y el 70% se edita en idiomas distintos al catalán y el castellano” (Presència, 20-03-2016).

Un gran corpus literario

Llull, a partir aproximadamente de 1272, fue un escritor prolífico. Se calcula que escribió 268 obras, de las cuales se conservan 240. Ahora bien, a pesar de que se le ha considerado el creador de la prosa literaria catalana por ser el primero en hacer uso de una lengua vernácula para escribir sobre temas de alta cultura hasta entonces reservados al latín, para Llull la literatura era una herramienta más al servicio de su gran propósito: la conversión de los infieles, a partir de la divulgación de su ideario. De hecho, por esta razón, además de escribir su poesía de juventud, trovadoresca, amorosa, en occitano –como hijo de una familia bien posicionada de Barcelona que se trasladó a vivir a Mallorca poco después de su conquista por parte del rey Jaume I en 1229–, también usó el latín y el árabe, lenguas con las cuales podía aproximarse al mundo cultural occidental y oriental en los siglos XIII y XIV, además, obviamente, de usar el catalán para acceder a la gente más próxima, sobre todo seglar, para que pudieran entenderlo.

El Arte luliano influyó en Leibniz, fue conocido por Descartes y desde una perspectiva actual se considera un precedente del lenguaj

Ramon Llull escribió poesía, a menudo de carácter autobiográfico o religioso –Lo desconhort (El desconsuelo), Cant de Ramon o Plant de la Verge–, pero sobre todo, prosa, de carácter filosófico, donde muestra su pensamiento y el Arte luliano –Arbre de ciència, Ars Magna et generalis…–, didáctico –Doctrina pueril o Llibre de l’ordre de cavalleria– o místico –Llibre de contemplació en Déu o Llibre d’Amic e Amat–.

Sin embargo, desde un punto de vista literario, las obras más valiosas son las de prosa narrativa, que denominaba romanç, relacionándolas con el francés roman (“narración novelesca”) y entre las cuales destacan Blanquerna, Fèlix o llibre de meravelles o el Llibre de les bèsties, unos títulos excepcionales por su calidad y por la modernidad que supusieron en el momento en el que fueron escritas. Tal como afirma Pere Gimferrer (1981): “Llull es el mayor escritor catalán de todos los tiempos, quizá el único a quien convenga plenamente el calificativo de genio, ese que reservamos para las grandes ocasiones, no más de uno por lengua”.

En este sentido, cabe recordar que otro de los propósitos vitales de Ramon Llull fue precisamente escribir el mejor libro del mundo, el que había de mostrar los errores de los infieles y, por tanto, el mejor instrumento para convertirlos. Esta idea, sin duda, solo es posible concebirla en el conjunto de su obra, es decir, el mejor libro del mundo sería el conjunto de toda su producción escrita, una obra que gira alrededor de su pensamiento, de su Arte luliano.

El Arte luliano

Según menciona el propio Llull, cuando tenía 30 años, hacia 1263, sufrió una profunda conversión, pues cuando estaba escribiendo una canción amorosa se le apareció cinco veces, en días sucesivos, Cristo crucificado. A partir de este hecho y de un sermón que escuchó sobre San Francisco de Asís, a quien tomó como modelo, se retiró de la vida mundana y se dedicó a formarse en latín, árabe, filosofía, teología, derecho y ciencias; posteriormente hizo peregrinaciones a Santa María de Rocamador y Santiago de Compostela, y finalmente, hacia 1274, hizo un retiro espiritual en Randa, un emblemático monte mallorquín, que fue decisivo para su futuro, pues él mismo afirma que en este lugar Dios le inspiró un nuevo método de conocimiento, que es el que se denomina el Arte luliano.

El Arte luliano es un complejo método combinatorio que parte de unas figuras que representan conceptos algebraicos que se rigen y combinan mediante conceptos lógicos; como consecuencia de dicho método, Llull consideraba que se podía demostrar de forma racional y lógica la certeza del cristianismo y que, por tanto, podría ser el gran instrumento para la conversión de los infieles.

El gran objetivo de Llull fue la conversión de los infieles –musulmanes, judíos, tártaros–, que se había de conseguir a partir de la persuasión y la concordia

Este método combinatorio no fue entendido en un primer momento, dada su novedad; sin embargo, en 1288 se le otorgó en la Sorbona de París el título de Maestro en Artes, lo cual validaba su método con carácter académico, puesto que se trataba de un nuevo sistema de pensamiento que había creado por inspiración divina, motivo que le ha valido pasar a la historia con el sobrenombre de “Doctor illuminatus”.

El Arte luliano influyó en Leibniz, fue conocido por Descartes y desde una perspectiva actual se considera un precedente del lenguaje informático. Incluso se ha afirmado que también puede considerarse la raíz de algunos aspectos de la inteligencia artificial, dado que el Arte luliano, en definitiva, se podía aplicar a todas las ciencias con parecidos resultados lógicos.

Un precedente del diálogo interreligioso

Como ya hemos mencionado, el gran objetivo de Llull fue la conversión de los infieles, pensando sobre todo en los musulmanes, judíos y tártaros. Al mismo tiempo, consideraba que esta conversión se había de conseguir a partir de la persuasión y la concordia, no de la imposición y la confrontación.

Por estas razones, el beato mallorquín consideraba que la mejor fórmula para convencer de la verdad cristiana era a partir de principios que fueran aceptables por las diversas religiones, especialmente las monoteístas, y como consecuencia de la aplicación de su Arte se podía llegar a la conclusión de la certeza del cristianismo, es decir, la pretensión de convencer respetando el posicionamiento de quien pensara de forma diferente. Estos planteamientos se hacen evidentes en el Llibre del gentil i els tres savis, en el que gentil, un hombre rico que no cree en Dios ni en la vida eterna, acaba convencido a partir de las aportaciones que hacen tres sabios: uno cristiano, otro musulmán y un tercero judío, quienes parten de los dogmas comunes a sus respectivas religiones. Nuevamente, la palabra como arma de persuasión, de razón y de verdad.

Vigencia de Llull

Ramon Llull dio un gran valor a la vida eremítica. De hecho, el protagonista de Blanquerna (1283) abandona el Papado para hacerse ermitaño, tal como ocurrió con el Papa Celestino V en 1295; es por eso que en una de sus obras más conocidas y divulgadas, el Llibre d’Amic e Amat, escrito en prosa poética, que representa ser obra de Blanquerna, aparece como epílogo de aquella obra –otro aspecto a destacar como escritor: la literatura dentro de la literatura– escrita para facilitar la vida de reflexión y contemplación. Son 366 versos morales o metafóricos –uno por cada día del año, también para los bisiestos– para contemplarlos en profundidad, dado que se caracterizan por sus relaciones con la naturaleza y el carácter simbólico. De hecho, l’Amic es el hombre y l’Amat es Dios, por quien Llull se declara un foll (loco): por esto también se le documenta como Ramon lo foll.

Llull escribió en catalán y occitano, y para llegar a los ambientes culturales de su tiempo, también en latín y en árabe

Llull se nos aparece siempre actual, incluso en los temas y planteamientos que hace. Ya hemos anotado la relación necesaria entre las diversas religiones, pero vale la pena leer, por ejemplo, el Llibre de les bèsties, donde el lector podrá encontrar muchas actuaciones en torno al poder, todavía bien presentes hoy en día.

Ramon Llull ha sido y es uno de los autores de la literatura en catalán más traducido, estudiado y divulgado. Actualmente se continúan publicando obras suyas; en más de un centenar de ciudades de todo el mundo podemos encontrar fuentes lulianas, muy especialmente en Alemania, donde, desde 1957, existe el Raimundus Lullus Institut, una institución académica de la Universidad de Friburgo con la finalidad de estudiar y publicar la obra latina del autor mallorquín; pero también en Estados Unidos, Brasil, Italia, Israel, Francia… Todo ha contribuido a que muchas personalidades –literatos y pensadores– se hayan dejado cautivar por nuestro autor: Martí de Riquer, Lola Badía, Miquel Batllori, Umberto Eco, Friedrich Stegmüller, Anthony Bonner, Roger Friedlein, Harold Bloom, Álvaro Galmés de Fuentes, Jocelyn N. Hillgarth, Fernando Domínguez Reboiras, Pere Villalba, Joan Santanach…

Ramon Llull fallecíó a finales de 1315 o principios de 1316, posiblemente en Túnez, en su viaje de regreso a Mallorca. Su cuerpo reposa en la iglesia de Sant Francesc de Palma. Fue beatificado el año 1847 y actualmente sigue todavía abierto su proceso de canonización.

Fèlix Bruguera es doctor en Filologia Catalana

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