Reacciones en Limerick a «Las cenizas de Ángela»

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Limerick. Hace tres años, el libro de Frank McCourt Angela’s Ashes (Las cenizas de Ángela) dividió a Limerick en partidarios y detractores. Ahora, la versión fílmica de Alan Parker ha reavivado el debate sobre si refleja fielmente el Limerick de los años 30 y 40.

Que el estreno principal tuviera lugar en Dublín el 12 de enero en vez de en Limerick contribuyó a alimentar la polémica. Sin embargo, a la mayoría de la gente de Limerick le gusta el film, en especial en los sectores comercial y turístico. El librero Frank O’Mahoney estima que ha vendido 6.000 ejemplares de las obras de McCourt en los últimos tres años. El turismo también ha salido muy beneficiado, gracias a la afluencia de americanos y japoneses.

«Miles de turistas han venido aquí en los últimos años solo por Angela’s Ashes», dice el guía turístico Michael O’Donnell. Calcula que desde 1997 ha guiado a unos 3.000 visitantes, irlandeses y extranjeros, en tours por los lugares de Angela’s Ashes, a 3 ó 4 libras por persona. Hoteles y restaurantes se han beneficiado también de este boom.

Los detractores del film dicen que no es verdad que en Limerick esté siempre lloviendo o que la pobreza en los barrios populares está muy exagerada. Algunos afirman que aunque McCourt ha dado fama a Limerick, ha sido por razones equivocadas. Y hacen notar las exageraciones e inverosimilitudes. «Por ejemplo, cuando los McCourt están en América antes de que los chicos vuelvan a Limerick, todos los hijos tienen acento americano; y luego a veces hablan con acento de Dublín. ¿Cómo se entiende esto?», pregunta alguien de aquí. La sensibilidad local subraya las observaciones de este tipo que pueden pasar inadvertidas para una audiencia internacional.

Los críticos, como el librero y locutor de radio Gerry Hannan, creen que el libro debería ser recatalogado como obra de ficción. Hannan objeta que el libro de McCourt contiene numerosas inexactitudes, y muchos que fueron vecinos de la familia McCourt en los años 30 y 40 lo corroboran. Para Alan Parker, director de la versión cinematográfica, esas críticas suponen malinterpretar la intención de McCourt. El libro, dice, es una «obra de arte», que se ajusta a la definición de autobiografía dada por Gore Vidal: unas «impresiones» de una vida, más que unas memorias.

Tras el estreno de la película en dos pantallas de un multicine de Limerick, el alcalde Jack Bourke la calificó de «brillante»; pero Michael O’Kelly, presidente del consejo del condado de Limerick -la parte rural de la jurisdicción-, dijo que era exagerada. O’Kelly discrepa especialmente del modo como la película presenta a la Sociedad de San Vicente de Paúl y al clero del lugar.

El ayuntamiento y la cámara de comercio de Limerick, así como Shannon Development (organismo que promueve inversiones extranjeras en la zona), hicieron campaña para que la película se estrenara en Limerick, además de en Dublín. En ambos estrenos se recaudaron miles de libras con destino a beneficencia.

Algunos seguirán discutiendo sobre el rigor histórico de la película y del libro. Otros, en cambio, subrayan las consecuencias económicas que la repentina celebridad internacional ha traído a Limerick. Para estos, la película es una oportunidad de aumentar la fama que el libro ya había dado a la ciudad.

Por su parte, Frank McCourt, en defensa de su aportación a la «penosa industria del niño», puede alegar -además de haber ayudado económicamente a Limerick- su contribución a un nuevo programa de becas en la Universidad de Limerick, con destino a los menos favorecidos. No serán las becas McCourt, sino que se llevarán el nombre del músico irlandés Paddy Clancy.

James Hurley

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