Las dos caras de la vejez en Japón

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El siglo XXI se anuncia como la era de las «sienes de plata»
Ashiya.- La cultura tradicional japonesa subraya la ética confucionista de respeto por la vejez. Pero la sociedad moderna, volcada a lo juvenil, no está preparada para acoger a una creciente población de jubilados. El cuidado de los padres ancianos por los hijos es cada vez más difícil. Por eso van surgiendo nuevos servicios para atender a las personas de edad. La industria plateada (alusión a las canas de la edad madura) es el eufemismo más en boga para sustituir a kooreisha shakai o sociedad de viejos.

En junio de 1991, el gobierno anunció que el promedio de hijos en la vida de la mujer japonesa se había reducido a 1,53. Esta noticia causó un gran revuelo en todo el país (cfr. servicio 124/91). Desde entonces el gobierno no ha cesado de sugerir medidas para promover un aumento de la natalidad. Sin embargo, y a pesar de todos esos esfuerzos, los nacimientos continúan bajando (9,8 por mil habitantes en 1992) y la población sigue envejeciendo a un ritmo acelerado.

Peligran las pensiones

En septiembre de 1992, la población japonesa era de 124,4 millones. Según proyecciones del Instituto de Estudios de la Población, se alcanzará la cima de 130 millones en el año 2011, fecha en la que la población comenzará a declinar gradualmente. El crecimiento de la esperanza de vida -en 1991 fue de 76 años para los hombres y 82 para las mujeres- hace que aumente cada vez más el número de ancianos. Para el año 2025 se prevé que el total de mayores de 65 años será el doble del actual y representará el 25,8% de la población.

A la vez, la proporción de menores de 15 años seguirá bajando. Se calcula que ya en 1997 serán sólo 19,64 millones (16% de la población), total inferior al de mayores de 65 años. Esta tendencia seguirá su curso hasta el año 2000; luego la proporción crecerá algo hasta el 2012, para declinar de nuevo en los años siguientes.

Con base en estas predicciones, representantes del Ministerio de Bienestar advierten que a principios del siglo XXI el sistema de Seguridad Social se verá seriamente afectado. «El fondo nacional de pensiones -dice un portavoz del Ministerio- tendrá que afrontar su situación más grave cuando el número de pensionistas se triplique en los próximos 30 años y pase de 12,7 a 30,8 millones. Al mismo tiempo, la población activa se reducirá, de tal modo que, a partir del 2020, cada dos trabajadores tendrán que sostener a un jubilado. La proporción actual es de 5 a 1».

Dos millones viven solos

En la actualidad, cerca de dos millones de ancianos viven solos (casi el doble que en 1980), y el Instituto de Estudios de la Población predice que en 2020 cerca de la mitad de los japoneses de 65 años o más vivirán solos, o con cónyuges de edad similar. Hoy en día no sólo los jóvenes prefieren vivir independientes de sus padres. Aunque a la mayoría de los ancianos les gustaría vivir cerca de sus hijos, bastantes quieren mantener su propio estilo de vida, y no tener que hacer ajustes para superar el bache generacional; por lo que prefieren también vivir por su cuenta.

Aparte de la incógnita de la salud, un problema creciente para personas de edad avanzada es la vivienda. Sobre todo en las grandes ciudades, en los últimos años de apogeo económico barrios enteros de casas antiguas y alquiler bajo han desaparecido para dar paso a edificios de oficinas y apartamentos con rentas elevadas. Con esto, un buen número de ancianos se han visto obligados a buscar un nuevo alojamiento.

A pesar del sistema de subsidios para la vivienda de los jubilados y viejos, no es fácil que éstos encuentren sitio donde vivir. El sistema, de reciente institución, no ha producido los resultados esperados, porque los propietarios no quieren inquilinos de edad avanzada, especialmente si viven solos. La mayoría de ellos alegan su aprensión ante la posible responsabilidad de tener que cuidarlos si enferman o de tener que correr con los gastos del entierro en caso de muerte repentina.

Cuando los hijos están lejos

La práctica japonesa de asistencia social para los ancianos se basa, como en muchos otros países, en la premisa de que los hijos cuidan de los padres enfermos. Pero hoy en día, con el limitado espacio de las viviendas, las familias reducidas y, en muchos casos, el hecho de que los hijos viven lejos de sus padres -por el sistema que tienen las empresas japonesas de cambiar el destino de sus empleados varias veces a lo largo de su vida activa-, esa premisa es cada vez menos realista.

Por otra parte, y debido precisamente a la extraordinaria longevidad,las personas que han de cuidar de los parientes enfermos, generalmente la hija o la nuera, ya no son jóvenes ellas mismas (no es raro que superen los 60 años de edad). Y ese esfuerzo les impone una presión física y psicológica difícil de mantener por largo tiempo.

A esto se suma el cambio de actitud ante la vejez. En un artículo publicado en el diario Asahi Shimbun, el famoso novelista Shusako Endo comenta: «Cuando yo era pequeño mirábamos a los ancianos que estaban en cama incluso con temor reverencial. En aquel tiempo creíamos en la vida eterna (…). Los viejos eran venerados por tener un pie en el otro mundo. Hoy en día son pocos los que creen en la vida después de la muerte. La vejez es considerada como una aflicción en lugar de un honor. Abandonados y desmoralizados, nuestros ancianos temen el crepúsculo de su vida».

Se calcula que, de todos los ancianos que no pueden valerse por sí mismos, unos 300.000 permanecen hospitalizados hasta la muerte. Pero el número de hospitales que rehúsan admitir a personas seniles por largos periodos de tiempo, crece de día en día. La razón es sencilla: cuanto más se prolonga la estancia de uno de estos pacientes, más se reduce la subvención que el hospital recibe por diagnosis y tratamiento. Waturu Ichimori, vicepresidente de la All Japan Hospital Association, que representa a 1.964 hospitales privados, comenta: «Siento pena por los ancianos de hoy, que ayudaron a reconstruir la nación, porque con el actual sistema de seguros médicos no tienen donde ir cuando necesitan un tratamiento prolongado».

Demasiados en los hospitales

Según las últimas estadísticas, los pacientes de más de 65 años de edad son el 46% de un total de 1,5 millones de hospitalizados. De ellos, cerca del 54% necesitan tratamientos de más de tres meses de duración por enfermedades geriátricas crónicas.

El actual sistema de seguros médicos se introdujo en 1983 en parte para corregir los abusos producidos por la administración de medicinas y tratamientos innecesarios. Con este sistema el hospital recibe una cantidad fija de 5.160 yenes (1) por día durante las dos primeras semanas (incluye cama pero no cirugía ni asistencia médica). Esta suma se reduce a menos de la mitad al cabo de un mes, y a un quinto después de seis meses. «Cuando el número de ancianos excede el 50% del total de pacientes hospitalizados, los ingresos se reducen mucho y el hospital no puede mantenerse», afirma Hiroshi Hideshima, presidente de la citada asociación.

El pasado abril, el Ministerio de Salud Pública decidió revisar el sistema de hospitales geriátricos, reduciendo al 60% el número de enfermos seniles para que un hospital sea así clasificado. Este tipo de hospitales necesitan menos personal médico y subalterno. Pero esta decisión del Ministerio está causando en muchos hospitales la reducción de pacientes de edad avanzada, para evitar ser considerados como instituciones geriátricas. «Ser clasificado como geriátrico daña la imagen del hospital, dando la impresión de tener un status inferior», dice el director de un hospital de Tokio, y añade: «Otra razón para evitar esa designación es que se reduce mucho la posibilidad de demostrar la pericia de los médicos si la mayoría de los enfermos son ancianos que no requieren tratamientos especiales, sino sólo cuidados propios de su edad».

El resultado es, en definitiva, como dice Ichimori, «que los hospitales procuran deshacerse de los viejos cuanto antes y que sus hijos se resisten a tenerlos en casa, porque no quieren o no pueden hacerse cargo de ellos».

Hacia una era «plateada»

Ciertamente, el rápido envejecimiento de sus ciudadanos y la insuficiencia del actual sistema médico y de asistencia social, presentan serios problemas para el futuro de Japón. Pero también es verdad que una kooreisha shakai (sociedad de viejos) bien organizada puede ser una sociedad en la que los mayores pueden vivir una vida sana y permanecer activos durante largo tiempo.

Así lo creen un buen número de empresas privadas que en los últimos años han empezado a proveer servicios destinados a mejorar las condiciones de vida de este sector de la población. De este modo, el siglo XXI se anuncia en Japón como una nueva era «plateada», en la que los ancianos tendrán suficiente poder económico para disfrutar de estilos de vida independientes.

Gran parte de esta nueva industria va dirigida a llenar el abundante tiempo libre de los jubilados. Desde 1989, el Ministerio de Bienestar y Salud Pública ha venido promoviendo el establecimiento de universidades de la Tercera Edad por todo el país. En marzo pasado eran ya 33 las prefecturas que contaban con varias instituciones de este tipo, en las que se ofrecen cursos de una gran variedad de materias: alfarería, cerámica, horticultura, salud, asistencia médica, beneficencia, cultura, etc. Han tenido un éxito arrollador. El número de solicitudes suele ser tres veces mayor que el de las plazas disponibles, y los alumnos son con frecuencia seleccionados por sorteo. Algunas de estas escuelas tienen extensos campus. Imano Gakuen, por ejemplo, en la ciudad de Kakogawa, cerca de Kobe, tiene una extensión de 44.000 metros cuadrados, con 2.000 alumnos.

Los centros sociales y academias que ofrecen clases de cultura, idiomas, informática, etc., así como cursos especiales y conferencias en universidades privadas, están atestados de ciudadanos de edad avanzada que quieren seguir estudiando.

Sachiro Tajima, del Jukunen Kaigai Ryooko (viajes al extranjero para personas de edad madura) está sorprendido con el entusiasmo de los ancianos por aprender. Para un crucero a China que organizó, en el que se ofrecían diferentes asignaturas (lengua china, dibujos a tinta, historia, etc.), llenó las 300 plazas disponibles en un santiamén.

Nuevos negocios en alza

Con la esperanza de vida en continuo aumento, un creciente número de personas de edad sobreviven a sus cónyuges durante 15 ó 20 años. En consecuencia, la actitud tradicional de que los viudos (o viudas) deben actuar conforme a su edad y rehuir el idilio amoroso, es posible que desaparezca en poco tiempo. A esto contribuye Tayo no kai, una organización privada que se fundó en Tokio en 1991 con el fin de ayudar a personas de edad en la búsqueda de la pareja ideal, y que cuenta ya con varios miles de miembros.

¿La industria del futuro? Noburu Makino, del Mitsubishi Research Institute, predice que la industria de dentaduras postizas sobrepasará a la del automóvil. En la actualidad, el parque automovilístico nacional está llegando a un promedio de dos coches por familia, con lo cual parece difícil que el número de coches crezca mucho más. En cambio, las estadísticas dicen que más del 70% de los mayores de 65 años necesitan al menos un diente postizo, y normalmente dos o tres. El precio medio de un coche, incluyendo los de segunda mano, es de un millón de yenes, mientras que el coste de una dentadura postiza de dos o tres dientes asciende a un promedio de 500.000 yenes fuera del seguro. «Si se tiene en cuenta que los dientes postizos necesitan, por lo general, ser sustituidos cada dos o tres años, la magnitud de estas dos industrias será muy similar en un futuro próximo», concluye Makino.

Y no hay que olvidar que los mayores tienen un creciente poder adquisitivo. En 1991 el promedio de ahorros familiares ascendía a 15 millones de yenes por familia, pero entre personas de 65 años o más el promedio era de 23 millones.

Muchas industrias se están desarrollando alrededor de este colosal mercado «plateado». Entre otras, viviendas especiales con asistencia cotidiana de servicios varios, reparto a domicilio de alimentos con bajo contenido de sal y pocas calorías, limpieza de la casa y de ropa; así como ambulatorios, centros médicos y balnearios.

Aprovechar la experiencia

La Agencia de Cooperación Internacional de Japón, que antes sólo reclutaba personas de 20 a 39 años, empezó en febrero de 1991 a enviar especialistas de hasta 69 años a varios países. «La Agencia considera un desperdicio no aprovechar la riqueza de saber y la experiencia de personas de edad avanzada que gozan de buena salud», dice un portavoz.

Japan Silver Volunteers, una organización privada, envía ingenieros y profesores de japonés a China y otros países. También dentro de Japón hay una creciente demanda de expertos jubilados, especialmente en las empresas pequeñas o medianas, sobre todo de contables y especialistas en exportaciones; así como para formar a los nuevos empleados.

La razón principal de desear seguir trabajando después de la jubilación, es mantenerse en forma y vivir una vida con sentido. «Muchos creen que el trabajo es el único modo que tienen de participar de lleno en la sociedad», dice Tetsuo Yamashita, de la Agencia gubernamental para el bienestar de las personas mayores.

A fin de cuentas, estamos en el Japón laborioso.

Antonio MélichFamilias de alquiler

Una niña de pocos años enseña a su abuela su nuevo libro de dibujos a color, mientras la nuera le hace masajes en los hombros y habla animadamente con su marido. Los cuatro están sentados en el cuarto del tatami -sala de estar con suelo de paja al estilo japonés-. La familia del hijo ha ido a visitar a la madre-abuela. Nada más normal y ordinario. Lo que no es normal es que ninguna de estas personas está relacionada con las otras por lazos de familia.

¿Una obra de teatro? No. ¿Un drama televisivo? Tampoco. Se trata de una familia de alquiler. La abuela tiene 72 años, vive sola en Tokio y ha pagado 150.000 yenes para disfrutar durante tres horas de una atmósfera familiar con los actores.

El aumento de las familias nucleares y el creciente envejecimiento de la sociedad japonesa ha facilitado el surgimiento de este tipo de negocio absolutamente único en su género. La mayoría de los clientes son personas de más de 60 años cuyos hijos de verdad están demasiado ocupados -o viven lejos- para poder visitar a sus padres. Cerca del 40% de los que solicitan este servicio a la agencia Nihon Kokasei Honbu, de Tokio, viven solos. El resto son matrimonios ancianos que hace tiempo que no ven a sus hijos y nietos, y añoran ser llamados «papá» y «mamá».

Los actores que desempeñan el papel de la familia artificial de alquiler reciben entrenamiento riguroso en una escuela de la agencia, que ofrece hasta siete niveles de cursos, incluyendo: arte dramático, relaciones públicas, métodos de expresión, entretenimiento, fisiología y psicología. Sólo los que pasan el séptimo nivel pueden ser contratados para este tipo de trabajo, a razón de 25.000 yenes por actuación.

Satsuki Oiwa, presidente de Nihon Kokasei Honbu, dice exultante: «No podíamos ni soñar que este negocio se extendiera tan rápidamente. En este momento, hay más de 80 matrimonios de ancianos en lista de espera. Estoy seguro de que hay una tremenda demanda para este tipo de servicios. Desde hace años los japoneses hemos vivido pensando sólo en el bienestar material sin preocuparnos del espíritu. Pero está llegando la hora de encontrar la paz interior. Espero que llegue el día en que no haga falta que los ancianos tengan que acudir a familias de alquiler para huir de la soledad». Mientras tanto, a la agencia de Oiwa le va muy bien.

Antonio Mélich _________________________(1) 100 yenes equivalen a 91 pesetas ó 0,82 dólares USA.

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