Fe, razón y belleza, caminos de la nueva evangelización

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El sínodo sobre la nueva evangelización terminó, como los precedentes, con la elaboración de dos documentos que resumen las deliberaciones: un mensaje público (ver abajo) y unas propuestas que se entregan al Papa, a fin de que sirvan de base para futuras iniciativas. La exhortación apostólica que el Papa suele publicar al cabo de unos dos años señala directrices de acción a partir de las reflexiones y propuestas del sínodo.

En esta ocasión, los grupos de trabajo presentaron 330 proposiciones, que los relatores condensaron en 57, divididas en cuatro apartados. El primero, más general, trata sobre la difusión del Evangelio en el mundo actual; el segundo, sobre el modo de enfocarla; el tercero señala los principales ámbitos de la nueva evangelización, y el último se fija en las personas que han de hacerla.

El sínodo subraya la vía de la belleza para acceder a Dios, y propone que se forme a los seminaristas en estética y en arte sacro

Confesiones las 24 horas
Algunas de las propuestas son muy concretas. Una es elaborar un compendio del kerygma, el primer anuncio del Evangelio a quienes no lo conocen; en los Hechos de los Apóstoles se ve cómo se hacía en los principios del cristianismo, y la Iglesia siempre lo ha considerado un modelo. Otra es constituir centros específicos de formación para evangelizadores, y usar el Catecismo de la Iglesia católica como principal instrumento en tal tarea.

Los obispos, al subrayar que el sacramento de la penitencia debe ser puesto de nuevo en el centro de la actividad pastoral de la Iglesia, sugieren que en cada diócesis haya al menos un lugar donde se oigan confesiones a todas las horas del día y de la noche. También proponen fomentar otros medios concretos de evangelización, como peregrinaciones a santuarios; el uso de la Biblia, en especial mediante la práctica de la lectio divina; asegurar la formación permanente de los profesores de las escuelas católicas.

Al mirar a campos prioritarios de evangelización, los obispos se detienen especialmente en el arte, pues el sínodo ha subrayado la via pulchritudinis para acceder a Dios, que es la belleza suma, además de la suma verdad. Por eso proponen que se forme a los seminaristas en estética y en arte sacro, y se cuide la belleza en los lugares de culto.

El sínodo ha mostrado preocupación también por la libertad religiosa en el mundo. Sugiere que el Papa establezca una comisión de obispos de diversas partes del mundo para vigilar los ataques a la libertad religiosa y la libertad de conciencia, o bien confíe esta tarea al consejo pontificio Justicia y Paz.

Parece claro que el futuro de la fe se juega en la formación de la juventud. Pero el sínodo piensa en los jóvenes ante todo como actores, no simples receptores de la evangelización, en especial con los de su edad.

Hay que buscar “una renovada alianza entre fe y razón” en los distintos ámbitos de la experiencia humana: cultura, ciencias, arte, política…

Los obispos destacan también la contribución imprescindible de las mujeres en la nueva evangelización, y más en general, la de los laicos. Estos, recuerda una de las propuestas, tienen como ámbito propio las realidades seculares, para informar con el Evangelio las actividades humanas. Por eso es necesario facilitarles la formación de la conciencia moral. En relación con esto, el sínodo hace una llamada particular a juristas, políticos e intelectuales para que la dignidad humana sea respetada, en la legislación y en la práctica, en conformidad con la ley natural.

Las propuestas hacen referencia también a los cristianos no católicos, a las otras religiones y a los no creyentes. Celebran la presencia en el sínodo del patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, del primado anglicano, el arzobispo Rowan Williams, y de delegaciones de otras Iglesias y comunidades cristianas, y recomiendan impulsar la colaboración ecuménica en la nueva evangelización. Insisten en proseguir el diálogo con los musulmanes, pese a las dificultades. Quieren que haya ámbitos adecuados para que creyentes y no creyentes dialoguen sobre cuestiones fundamentales, y sugieren que uno puede ser las universidades católicas.

Nueva alianza entre fe y razón
Por su parte, el mensaje final del sínodo subraya que la nueva evangelización ha de facilitar a cada persona el encuentro con Cristo a través de la Iglesia. Como dijo Benedicto XVI en la misa de inauguración, la nueva evangelización está dirigida “principalmente a las personas que, habiendo recibido el bautismo, se han alejado de la Iglesia y viven sin referencia alguna a la vida cristiana”. ¿Cómo llevar a cabo esta tarea?

El mensaje recomienda leer el Nuevo Testamento para descubrir los distintos caminos por los que personas muy variadas descubrieron a Jesús. “No se trata de inventar nuevas estrategias, como si el Evangelio fuera un producto a poner en el mercado de las religiones sino de descubrir los modos mediante los cuales, ante el encuentro con Jesús, las personas se han acercado a Él y por Él se han sentido llamadas y adaptarlos a las condiciones de nuestro tiempo”.

La invitación a evangelizar exige disponerse antes a la conversión. “Hemos de reconocer con humildad que la miseria, las debilidades de los discípulos de Jesús, especialmente de sus ministros, hacen mella en la credibilidad de la misión”.

La nueva evangelización pretende hacer posible el encuentro de cada persona con Cristo, pero a la vez busca “una renovada alianza entre fe y razón” en los distintos ámbitos de la experiencia humana: la educación y la cultura, las comunicaciones sociales, las ciencias, el arte, la economía y el trabajo, la vida política…

La transmisión de la fe comienza en el seno de la familia. Por eso, el mensaje subraya la necesidad de “desarrollar un especial cuidado por la familia y por su misión en la sociedad y en la Iglesia, creando itinerarios específicos de acompañamiento antes y después del matrimonio”.

A las personas que se encuentran en situaciones familiares irregulares les recuerda que “el amor de Dios no abandona a nadie, que la Iglesia los ama y es una casa acogedora con todos, que siguen siendo miembros de la Iglesia, aunque no pueden recibir la absolución sacramental ni la Eucaristía. Que las comunidades católicas estén abiertas a acompañar a cuantos viven estas situaciones y favorezcan caminos de conversión y de reconciliación”.

La parroquia destaca como el lugar “donde se tiene acceso a la plenitud de los instrumentos del encuentro con Jesús: la Palabra, los sacramentos, la comunión fraterna, el servicio de la caridad, la misión”.

Todos los cristianos –sacerdotes, religiosos y laicos– están llamados a evangelizar, porque “dar testimonio del Evangelio no es privilegio de nadie”. Los obispos recomiendan a todos los fieles dos expresiones de la vida de la fe que les parecen de especial relevancia en la nueva evangelización: la oración contemplativa, donde el silencio permite acoger mejor la Palabra de Dios, y el servicio a los pobres.

A continuación, los padres sinodales se detienen en la situación de las Iglesias de las distintas regiones del mundo y a cada una de ellas dirigen palabras de aliento. El mensaje concluye encomendando la tarea de reavivar la fe a María, “estrella de la nueva evangelización”.

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