Un informe elaborado por la organización humanitaria Human Rights Watch (HRW) señala que los bombardeos de la OTAN en la guerra de Kosovo se cobraron alrededor de 500 vidas civiles, cuatro veces más de lo que decía la OTAN y mucho menos que los 1.200 a 5.000 muertos denunciados por los serbios.
La realización del informe ha exigido seis meses de investigaciones y tres semanas de estancia en Serbia, Montenegro y Kosovo, donde los miembros de la organización entrevistaron a testigos, militares y funcionarios yugoslavos. El estudio menciona cada incidente y da una lista nominal de las víctimas.
HRW no estima que la OTAN haya cometido crímenes de guerra. Sin embargo, sí cree que ha violado lo prescrito por la Convención de Ginebra en lo que se refiere a la selección de objetivos y a la utilización de bombas de racimo cerca de áreas urbanas. La OTAN, según dicen, también incurrió en otra serie de negligencias: ausencia de advertencias previas a la población civil, ataque sobre objetivos de dudosa utilidad militar, escasa precaución en la identificación de los objetivos móviles y escasez de medidas para asegurar la ausencia de «escudos humanos» en los objetivos militares.
HRW cree que 9 de las 90 actuaciones que llevó a cabo la OTAN a lo largo de los 78 días de bombardeos pudieron ser ilegales: entre ellas, el bombardeo de la televisión serbia, el ataque contra la central eléctrica de Nuevo Belgrado y la destrucción de siete puentes a plena luz del día cuando era probable que hubiera civiles cruzándolos. De hecho, ha anunciado que efectuará otro informe sobre los aspectos legales del bombardeo.
A la luz de los datos, HRW estima que un tercio de los episodios mortales y la mitad de las víctimas podrían haberse evitado si la OTAN hubiera respetado estrictamente las reglas. En declaraciones posteriores a la presentación del informe, el secretario general de la OTAN, George Robertson, eludió dar respuesta a esta afirmación, aunque se mostró satisfecho de que desmintiera la propaganda serbia.