World Press Photo quiere usar el poder de la imagen

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Esos fotógrafos que no son «paparazzi»
Amsterdam. En un mundo inundado de imágenes parece cada vez más difícil impresionar con una fotografía. Pero todavía hoy una foto de prensa es capaz de captar nuestra atención y de transmitir la esencia de un problema enredado en palabras. Es lo que pretende destacar la fundación World Press Photo, institución holandesa que organiza el concurso anual de fotoperiodismo de mayor relieve mundial, cuyo premio acaba de concederse. Pero la imagen no habla por sí sola, como ha podido comprobarse por la polémica que ha suscitado la fotografía premiada este año.

La fundación World Press Photo (WPP) quiere contribuir con el premio a que el mundo fije su mirada en conflictos pendientes de solución. Consciente de la fuerza emocional y comunicativa de la imagen y del prestigio de su galardón, WPP ha centrado su objetivo este año en la tragedia de Argelia.

El premio World Press Photo 1997, hecho público en Amsterdam el pasado 13 de febrero, ha galardonado la imagen de una mujer argelina desolada, junto a otra que la sostiene: «Mujer llorando después de la masacre de Ben Talha, Argelia, 23 de septiembre». La imagen en color había sido tomada por el fotógrafo argelino Hocine (pseudónimo) para la agencia France Presse (AFP). La mujer, dijo el presidente del jurado, había perdido en la masacre a sus ocho hijos.

A los criterios que rigen la selección de la mejor fotografía -calidad técnica, lograr expresar la esencia de un evento con un enfoque creativo- se unía este año un tercero: que la foto sirviese para luchar por una causa.

«De las 36.041 fotos de 3.627 fotógrafos que concursaron, sólo había 3 envíos del drama de Argelia. El fotógrafo Hocine va de casa en casa escondiéndose para seguir viviendo. No se dan acreditaciones de prensa. Y justamente porque la situación allí es tan terrible, hay que llamar la atención del mundo sobre lo que ocurre». Con estas palabras justificaba la elección del premio Ana Cecilia Gonzales-Vigil, editora de imagen del diario de Lima El Comercio, y uno de los nueve miembros del jurado.

Una foto del drama de Argelia

La foto del año se mantiene durante doce meses en el candelero. Con las fotos premiadas y una selección de las que han participado la fundación organiza una exposición itinerante, que el año pasado estuvo en más de 80 ciudades de los cinco continentes. La experiencia del premio del 96 fue un éxito en el sentido de lo oportuna que resultó en apoyo de una causa. Se trataba de la instantánea de un grupo de niños, víctimas de las explosiones de minas antipersonas, en un refugio de Angola. El ganador fue Francesco Zizola, de la agencia Contrasto. La imagen se sumó durante todo el 97 a la campaña realizada por la princesa Diana y al Premio Nobel de la Paz, reforzando así la prioridad de erradicar estas armas que amenazan la vida de tantos inocentes.

En la misma línea hablaba Gonzales-Vigil sobre el premio en la categoría de noticias, ganado por el fotógrafo español Fernando Moleres con un reportaje sobre el trabajo infantil: «Moleres ha presentado un reportaje en el que se veía su intención: demostrar que en países de diferentes continentes los niños son explotados. No fue una foto-noticia, pero sí un tema que valía la pena rescatar».

Un pie equivocado, un problema real

El pasado 15 de febrero, Oem Saad, la mujer argelina de la foto premiada, que ya había dado la vuelta al mundo con el sobrenombre de la «Madonna argelina», apareció personalmente en la TV de Argelia para declarar que el pie de foto no era correcto. Que no habían muerto sus ocho hijos. Tiene seis hijos y todos siguen sanos. Pero en aquella masacre de Ben Talha, donde se tomó la foto, sí había perdido a dos hermanos.

A los medios de comunicación argelinos cercanos al gobierno, que hacen campaña contra la agencia AFP, les faltó tiempo para aprovechar el error. El diario Moudjadid incluso ha calificado la foto de timo. Este periódico recoge declaraciones de vecinos del barrio que afirman que las fotos fueron una escenificación. El telediario holandés mostró los negativos de la serie, en la que se ve cómo la mujer cae desmayada después de hacerle la foto. Hocine, por su parte, se ha excusado por el error diciendo que tuvo que salir corriendo del lugar porque le querían incautar el rollo. Los datos para documentar las fotos sólo se basaban en lo que oyó por la calle.

El malentendido puso en un aprieto a la fundación WPP, que, una vez informada del dato falso, planteó a los miembros del jurado si consideraban que el premio seguía siendo válido. La respuesta ha sido afirmativa. El jurado considera que la nueva información no quita calidad a la fotografía, y que la expresión desolada de la mujer sigue siendo reflejo del drama de Argelia.

Sutileza «versus» dramatismo

Lo mismo que en las agencias gráficas prevalecen actualmente los reportajes de personajes famosos sobre los informativos (cfr. servicio 133/97), en el concurso de WPP se sienten nuevas tendencias. La fundación convoca desde 1955 a reporteros gráficos a presentar sus fotos al concurso en 9 categorías: noticias, actualidad general, gente, retratos, deportes, arte, ciencia y tecnología, vida cotidiana, naturaleza y medio ambiente, ya sea con una instantánea sólo o con una serie. Desde hace unos años, aumentan los envíos de reportajes de la categoría «Vida cotidiana»: hay mucho interés por mostrar cómo viven otros, entrar en sus casas, ver cómo juegan los niños, cuáles son sus aficiones, etc.

Otra tendencia es la presencia mayoritaria de fotos en blanco y negro. Lucian Perkins, del Washington Post, ganador del año 1995, justifica esta preferencia: «El blanco y negro tiene más fuerza. Los colores distraen y hacen de las fotos mediocres algo interesante». Y sobre la influencia de la TV en la fotografía de prensa destaca un punto positivo: «Aunque son dos campos que deberían ser independientes, se influyen. Una foto da la posibilidad de observar la imagen en toda su complejidad todo el tiempo que uno quiera. A veces, los fotógrafos, para ganarse al público, tratan de contar las historias en el mismo tono dramático que la TV. No obstante, en muchos envíos a World Press Photo se ve una tendencia a expresar el mensaje de un modo más sutil».

Límites de la fotografía

Marloes Krijnen, directora de WPP, responde a las críticas de que el premio se concede siempre a escenas llenas de patetismo. «Es un concurso de fotoperiodismo -dice Krijnen-. Las imágenes son las fotos que explican un año del mundo en sus momentos más relevantes, que suelen ser acontecimientos sobrecogedores. Pero también hay otros temas». Explicando los fines de WPP, Marloes Krijnen precisa también que la organización promueve el derecho a la libertad de expresión y una vez al año pone en el pedestal a estos profesionales que están presentes en el acontecimiento que va a ser noticia, en el momento preciso, cámara en mano, realizando su trabajo con gran riesgo.

Perkins confiesa cómo su trabajo de reportero de guerra ha influido en su vida y de qué modo le ha afectado la violencia y la crueldad que ha presenciado en primera fila: «En mi trabajo en Chechenia y Bosnia he visto las tragedias y la fortaleza de la gente, cómo tienen que luchar para seguir viviendo. Me ha llevado a comprender, a relativizar mis propios problemas. He descubierto que hay que hacer por los demás todo lo que uno pueda. Ser testigo ocular de tanto sufrimiento no me ha hecho volverme indiferente, al revés: me ha hecho más sensible».

Sobre los límites éticos de la fotografía afirma la directora de WPP: «Es un tema que discutimos frecuentemente, pero la fundación los deja a la responsabilidad de cada fotógrafo». Lucian Perkins responde: «Claro que hay límites. Si alguien no quiere ser fotografiado, no lo fotografío. Claro que si el periódico me manda al juzgado, los delincuentes no quieren salir en la foto, pero el periódico me manda para eso. Otra cosa es cuando se trata del sufrimiento de alguien, de un trauma personal. Si no quieren, no hago la foto. Estoy convencido de que se puede ser un buen periodista sin explotar los sentimientos de la gente».

Carmen Montón

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