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Shanghái: muere el obispo chino que pasó décadas en prisión

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Mons. José Fan Zhongliang, el obispo legítimo de Shanghái, murió el pasado 16 de marzo a los 95 años, tras unos diez de enfermedad. Estaba sometido a arresto domiciliario desde su nombramiento en 2000; antes había pasado 30 años en prisión. En la diócesis, que cuenta unos 150.000 fieles, solo queda un obispo, el auxiliar Mons. Tadeo Ma Daqin, también legítimo y en arresto domiciliario.

Mons. Fan nació en 1918 y recibió el bautismo en 1932. En 1938 ingresó en la Compañía de Jesús y en 1951 fue ordenado sacerdote.

En aquellos años, el régimen comunista se propuso quitar de la circulación a todos los obispos y sacerdotes que no aceptaban el dominio de la Iglesia por parte del gobierno a través de la Asociación Patriótica de Católicos Chinos (APCC). En 1955, Fan fue detenido, junto con Mons. Ignacio Gong Pinmei, a la sazón obispo de Shanghái, y otros 200 sacerdotes y fieles. En 1985, tras 30 años en prisión o campos de trabajo, y mientras cumplía arresto domiciliario, que duró hasta 1987, fue consagrado obispo secretamente y nombrado coadjutor de Mons. Gong, que aún estaba preso. Pero a la vez, el gobierno había nombrado obispo auxiliar a Mons. Luis Jin Luxian, jesuita, que también había sufrido prisión, y Mons. Fan siguió en la clandestinidad.

Mons. Gong, que en 1979 había sido elegido cardenal in pectore por Juan Pablo II (el nombramiento se conoció en 1991), en 1987 fue puesto en libertad y autorizado a viajar a Estados Unidos para recibir tratamiento médico. Ya no regresó a China, pues en 1998 el gobierno le retiró el pasaporte y murió en el exilio dos años después.

A la muerte del cardenal, Mons. Fan fue nombrado sucesor por la Santa Sede, pero el régimen chino ya había colocado a Mons. Lin en la sede de Shanghái, en 1988, pretextando la ausencia de Mons. Gong. Mons. Fan fue puesto otra vez en arresto domiciliario, y así permaneció los últimos catorce años de su vida.

En 2005, merced a los esfuerzos de la Santa Sede para reorganizar la jerarquía católica en China y favorecer la unión entre los católicos “patrióticos” y los “clandestinos”, Mons. Lin se reconcilió con Roma, que lo legitimó como obispo. Se acordó que Mons. Fan era el ordinario y Mons. Lin, su auxiliar, aunque ni el primero pudo ejercer nunca ni el gobierno admitía otro obispo que el segundo.

Siendo los dos ancianos (Mons. Lin era dos años mayor que Mons. Fan), la cuestión era quién podría ocupar la sede después de ellos. En el mismo 2005, con consentimiento de la Santa Sede, fue consagrado un sucesor, el obispo auxiliar José Xing Wenzhi. Pero a principios de 2012, este presentó su renuncia a Mons. Lin por razones no aclaradas, y en julio siguiente fue consagrado otro auxiliar, también con el acuerdo de la Santa Sede. El nuevo no llegó a ejercer: en la misma ceremonia de consagración, Mons. Tadeo Ma Daqin anunció que abandonaba la APCC para cumplir su misión con independencia, y por la tarde fue arrestado (cfr. Aceprensa, 11-07-2012). El año pasado murió Mons. Lin, de modo que la diócesis de Shanghái está desde entonces sin obispo que pueda ejercer, y desde ahora sin ordinario.

Esta historia es buena muestra de la política que sigue el Partido Comunista Chino con la Iglesia católica. Cuando afloja la represión, cabe buscar un arreglo para asegurar la atención pastoral de los fieles; pero el entendimiento con el régimen tiene un límite. La Santa Sede puede, si se dan las condiciones necesarias, convalidar a un obispo consagrado sin su mandato, pero el gobierno no reconocerá uno nombrado por iniciativa de Roma. Siempre tiene que dejar claro que está al mando.

A la muerte de Mons. Fan, se quiso tener el funeral en la catedral de Shanghái, pero las autoridades no lo consintieron. El cadáver fue trasladado a un tanatorio, y las misas por el obispo tuvieron que ser celebradas allí mismo, en un patio, dice una nota de prensa de la Cardinal Kung Foundation. Más tarde permitieron celebrar una misa en la catedral, informa AsiaNews.

Mons. Fan “fue un símbolo para muchísimos católicos chinos”, escribe en una semblanza para AsiaNews el secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Mons. Savio Hon Taifai, que es chino y conocía al recién fallecido. El obispo de Shanghái fue, precisa Mons. Hon, “un símbolo de fe en el Señor, en medio de tantas dificultades, incluida la cárcel; un símbolo de fidelidad a la vocación, pese a haber sufrido una larga enfermedad; un símbolo de fidelidad al Papa, aunque eso le haya costado tanto”.

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