¿Qué pasa con las armas en Estados Unidos?

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Tras la última matanza (20 niños y 6 adultos, el pasado 14 de diciembre en una escuela de Newtown), Estados Unidos vuelve a debatir sobre el control de armas. El tema es muy polémico. Tener armas es un derecho expresamente reconocido en la Constitución y una pasión de muchos ciudadanos. Otros sostienen que la abundancia de armas y la facilidad para obtenerlas son una amenaza que de hecho acaba con muchas vidas inocentes. Para aclarar la discusión, el periodista Jonathan Stray ha buscado los datos relevantes y los ofrece en un artículo publicado en The Atlantic. Los resumimos aquí.

Aunque hechos como los de Newtown son estremecedores y naturalmente provocan una convulsión en la opinión pública, causan una pequeña parte de las muertes por arma de fuego en Estados Unidos: menos del 1%. Según un recuento, desde 1982 ha habido 62 matanzas (más de cuatro asesinatos de una vez, según la definición del FBI), con un total de 513 muertos y 494 heridos.

En un año, 2011 (último con datos definitivos), hubo en Estados Unidos 12.664 homicidios, el 68% de ellos con armas de fuego. Las pistolas son las más usadas, tanto en el conjunto de asesinatos (75%) como en las matanzas (72%); pero en estas los fusiles de asalto son mucho más frecuentes (40%) que en el total (2%).

Las matanzas como la cometida en una escuela el pasado mes de diciembre causan menos del 1% de las muertes por arma de fuego en Estados Unidos

Por eso, no es probable que prohibir las armas de este último tipo sirva para reducir significativamente el número de muertes. De hecho, estuvieron prohibidas de 1994 a 2004, y el resultado no está claro, dice Stray. Si se examina el recuento que cita, durante ese periodo apenas bajó la proporción de matanzas con fusiles de asalto, y después no aumentó. Y aquellas en que se usaron tales armas no fueron más mortíferas que las otras (la media es 8 muertes por episodio en ambos casos).

Más armas, más muertes
El mayor problema puede venir de la misma abundancia de armas, con independencia de que sean más o menos potentes. Stray se pregunta si hay una relación entre la disponibilidad de armas y los delitos cometidos con ellas, y busca las estadísticas que puedan confirmarla o desmentirla.

Por una parte, Estados Unidos es, con gran diferencia, el país con la mayor tasa de armas de fuego en manos de civiles: más o menos una por persona. Están en el 40% de los hogares (en los años 60 estaban en el 50%).

También es uno de los países desarrollados con mayor tasa de homicidios: 4,7 por cien mil habitantes. Casi todos los demás, como los de Europa occidental, tienen en torno a 1 por cien mil.

Estados Unidos es, con gran diferencia, el país con la mayor tasa de armas de fuego en manos de civiles: una por persona

Ahora bien, hay muchos países fuera de esa categoría con tasas muy superiores: Rusia (10,2), México (23,7), Sudáfrica (31,8)… Hay otros factores que influyen mucho más que la disponibilidad de armas. Sin embargo, si se comparan solo países socioeconómicamente semejantes, hay una cierta correlación entre la cantidad de armas y el número de homicidios.

Ahora bien, en Estados Unidos la tasa de delitos violentos baja ininterrumpidamente desde principios de los años 90, sin que hayan disminuido las armas en circulación.

La National Rifle Association aduce que, si muchos ciudadanos honrados están armados, se evitan delitos porque eso disuade a los criminales y porque los atacados pueden defenderse. Lo primero es posible, aunque difícil de comprobar. Con respecto a lo segundo, hay dos datos que permiten dudarlo: los casos en que se emplea un arma en defensa propia son diez veces menos que los delitos cometidos con armas; y en ninguna de las matanzas registradas desde 1982 hubo un civil armado que respondiera al agresor.

Un indicio a favor de que con menos armas de fuego habría menos homicidios viene en un estudio sobre las muertes violentas en Chicago según el arma empleada. La mortalidad es mayor con arma de fuego que con arma blanca, y en el primer caso, aumenta con el calibre. Los asesinatos planeados no se evitan restringiendo el acceso a armas, razona Stray; pero el resultado de las agresiones impremeditadas depende en parte del tipo de arma disponible en el momento.

Lo que funciona y lo que no
Lo principal es evitar que las armas caigan en manos de gente peligrosa, aunque eso resulta arduo si son fáciles de obtener. El caso de las personas con trastornos psíquicos es complicado; pero los criminales reincidentes se pueden vigilar mejor, y son la mayor parte de los agresores. De los condenados por homicidio en Estados Unidos, el 71% habían sido detenidos alguna vez, y el 42% tenían otra condena anterior. Por eso, Stray sostiene que comprobar los antecedentes de los compradores de armas es una medida probablemente eficaz, aunque no se puede afirmar con certeza porque la ley vigente permite muchas excepciones. Y algo que seguro funciona es reforzar el control de los delincuentes en libertad condicional.

Otras medidas de utilidad comprobada son que la policía patrulle frecuentemente las zonas con mayor delincuencia, y las iniciativas para mejorar la seguridad de los barrios con cooperación entre autoridades y organizaciones vecinales.

No sirve, en cambio, aumentar las penas por delitos violentos ni las campañas de la policía para retirar armas del mercado ofreciendo comprarlas a los particulares.

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