Los nuevos movimientos religiosos siguen siendo minoritarios

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Pamplona. Massimo Introvigne dirige el Centro de Estudios sobre Nuevas Religiones (Turín) e imparte clases de Sociología de los movimientos religiosos en el Ateneo Regina Apostolorum, en Roma. Ha publicado 15 libros sobre estos temas, como Ideas que matan, que verá la luz próximamente. El especialista italiano ha participado en un seminario con profesores de Teología de la Universidad de Navarra, en el que se ha referido a algunas de sus últimas investigaciones.

Este sociólogo de las religiones prefiere hablar de Nuevos Movimientos Religiosos (NMR) en vez de sectas, ya que considera este término confuso y demasiado genérico para una realidad muy diversa: «El modelo universal de secta es realmente un mito, y creo que todas las definiciones sociológicas resultan insuficientes, porque siempre hay elementos en las sectas, como un liderazgo fuerte, que se encuentran también en movimientos religiosos antiguos y en grandes Iglesias. La mejor definición es la teológica: una alternativa a la concepción tradicional del cristianismo. Pero se trata de fenómenos dinámicos que combinan de diversas formas el rechazo a cuatro elementos: la importancia del sentido religioso, un Dios personal, Jesucristo y la Iglesia».

– ¿Cuáles son los movimientos más importantes?

– Hay diversas oleadas históricas de NMR que rechazan algunos de estos elementos: una primera oleada (grupos «neoprotestantes», como los pentecostales) dice «Cristo sí, Iglesia no». De esa primera oleada también forman parte los grupos «neocristianos» (Testigos de Jehová, Mormones). Una segunda oleada apuesta por «Dios sí, Cristo no» y la componen grupos neo-orientales, como los Hare Krishna. La tercera oleada, abanderada por las religiones futuristas (como la cienciología), plantea «religión sí, Dios no». La cuarta («lo sagrado sí, religión no») supondría el retorno de lo mágico, la «New Age» y otros fenómenos. Las dos ideas típicas de la nueva religiosidad son la reencarnación y la creencia de que el fin del mundo está muy próximo. La última encuesta de Gallup (1994) en Estados Unidos señala que 50 millones de norteamericanos creen que el fin del mundo se encuentra cerca del año 2000.

– ¿Tienen muchos seguidores las sectas actuales?

– No tenemos datos ciertos sobre épocas anteriores, pero creemos que hoy existen más movimientos de «iluminados» que en otros tiempos. La novedad no es que haya muchos grupos, ni siquiera grandes porcentajes. Por ejemplo, en Italia y en España, las personas que pertenecen a un NMR suponen el l%, mientras que en Estados Unidos o Japón la cifra es algo superior. Lo que ocurre es que hoy los medios de comunicación amplifican estos fenómenos, de manera que se conoce enseguida aquí lo que ocurre en cualquier parte del mundo.

– Parece que estos grupos tienen un instinto suicida.

– Estadísticamente, en el mundo existen unos 30.000 NMR, de los que menos de 200 han sido acusados de acciones criminales mortales, como homicidios o suicidios. Sólo cuatro o cinco pueden considerarse suicidas. Es decir, la mayoría de esos grupos pueden resultar peligrosos desde el punto de vista católico, para la integridad de la fe, pero nadie va a suicidarse por haberse hecho testigo de Jehová o mormón, y mucho menos pentecostal. No se puede generalizar, porque los incidentes son muy diversos. El caso de Georgetown (Guyana, 1978) fue el más grave de nuestro siglo. Se trataba de un grupo más marxista que religioso. Era una ritualización del marxismo. En el lugar de los suicidios se encontró un gran cartel que decía «Aquí nadie cree en Dios», extraña frase para un verdadero grupo religioso. Pero estos fenómenos, aun siendo aislados, tampoco son novedosos. Ya en el siglo XVII se dio el caso de 20.000 personas, tradicionalistas ortodoxos rusos, que se suicidaron de forma colectiva.

Perfil sociológico

– ¿Ha observado algún dato novedoso en los casos de los Davidianos y del Templo Solar?

– El caso más interesante es el del Templo Solar (Suiza y Canadá), ya que el trágico suceso desmiente a quienes afirman que estos grupos están formados por jovencitos que se dejan influir fácilmente. Investigando sobre las profesiones de las personas que murieron -54, entre suicidios y homicidios-, he comprobado que había un director general del Ministerio de Finanzas de Québec (Canadá), un director general de una multinacional suiza de relojería, un alcalde canadiense, una conocida periodista de un importante diario económico, brokers de bolsa, abogados, etc. En definitiva, un grupo de personas con una edad media de 50 años y de clases altas. Hablando con gente que conocía a los fallecidos, me contaban que eran personas normales en la vida social durante el día, pero por la noche se reunían y vivían de la subcultura ocultista, tan difundida en clases altas, particularmente en la Suiza francófona y en Québec. Esas personas creen que para ingresar en la gran Logia blanca es necesario morir después de trece años de preparación… Esas ideas de ocultismo están más difundidas de lo que parece en las clases sociales altas.

– ¿Puede hablarse de sectas católicas?

– Es contradictorio hablar de sectas católicas, porque para los especialistas de las ciencias religiosas, el ámbito de los NMR se enmarca en una teología muy diferente del cristianismo tradicional.

Movimientos antisectas

– ¿Qué papel juegan los movimientos antisectas?

– Existen dos tipos de movimientos que se enfrentan a estos NMR. Hay movimientos antisectas y movimientos contra las sectas. Estos últimos son movimientos religiosos, nacidos en el ámbito protestante americano y que realizan una crítica teológica. Pero otra cosa muy distinta es el Movimiento Antisectas (MA), que surgió en torno a 1970 en Estados Unidos, en un ámbito laicista. El MA establece una idea de la religión puramente cuantitativa, limitando la cantidad de religión que puede haber en el mundo y calificando de secta el -según ellos- entusiasmo excesivo. Si no hay mucho entusiasmo hablan de religión, pero si consideran que hay demasiado, hablan de sectas. El MA, que tolera sólo la religión que no sea muy importante en la vida de la persona, tiene un lema: no nos interesa la teología, solamente la actuación de las personas. Así que si uno cree que el mundo ha sido creado para los ovnis, pero no lo vive con mucha intensidad, eso está bien. Pero si uno cree en la teología católica, y ésta influye con demasiada intensidad en su vida, supone un peligro para la integridad democrática y cultural del mundo.

Resulta especialmente llamativo que, en algunos países, el MA no dirige su acción contra las sectas, como los testigos de Jehová (nueve millones en todo el mundo), sino que se dedica casi exclusivamente a atacar al Opus Dei y a otros grupos católicos. Atacan al Opus Dei personas que ven desmentidas sus previsiones de que la religión llegaría a su ocaso al final del siglo XX. Les molestan los pentecostales, porque son 500 millones, pero también les preocupa mucho el Opus Dei en la medida en que supone un desmentido a la idea de una sociedad secularizada. Por el contrario, hay psiquiatras que, en vez de negar lo evidente, tratan de explicar las razones del retorno a los temas religiosos al final del siglo XX. Quienes se niegan a aceptar esta realidad buscan justificaciones mitológicas como el lavado de cerebro, que no es otra cosa que la secularización de la magia o el encantamiento.

Enrique Sueiro

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