Los grandes grupos toman posiciones en el mercado internacional de la edición escolar

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Uno tras otro, grandes grupos de comunicación van tomando posiciones en el mercado internacional de la edición escolar. Pearson compró la rama de educación de Simon & Schuster; Reed-Elsevier se hizo con Harcourt; ahora el francés Vivendi, que adquirió Anaya en España, ha comprado Hougthon Mifflin, un editor universitario en EE.UU. Se trata de mantener una estrategia internacional en un mercado que se globaliza, aunque deba adaptarse a las exigencias locales.

El grupo Vivendi Universal Publishing (VUP) ha cedido sus participaciones en la prensa profesional para invertir mejor en la edición escolar. Actualmente es el número 2 del mundo en la edición escolar, con un 50% de su actividad en EE.UU. y posiciones importantes en otras lenguas.

Explicando la estrategia de su grupo en declaraciones hechas a Le Monde (13-IX-2001), Agnès Touraine, vicepresidenta de VUP, afirma: «Va a haber una renovación de generaciones en el profesorado de todo el mundo. Y necesitarán más materiales pedagógicos que antes». Por ejemplo, instrumentos de ayuda a la gestión de la clase, programas para el seguimiento más personalizado de los alumnos y para lograr una mayor relación entre la escuela y el hogar.

¿El predominio de grandes grupos en la edición escolar no supone un riesgo de uniformización? Touraine piensa que «no habrá el mismo libro escolar en todo el mundo». Aunque apunten al mercado mundial, los grandes grupos tienen que adaptarse a las necesidades locales, escuchando a los autoridades, a los profesores y a los padres de alumnos. Los materiales deben responder a un sistema pedagógico. «Cada soporte tiene su función: el libro, la consulta en Internet, los CD-ROM, las fichas, las transparencias, los vídeos, etc.».

Todos los editores están digitalizando sus contenidos para adaptarse a estas evoluciones. Pero la digitalización del libro escolar es más complicada, y exige inversiones que a menudo solo están al alcance de los grandes grupos.

De todos modos, los principales ingresos de los editores escolares siguen siendo los libros impresos, pues los usuarios de las ediciones electrónicas no están acostumbrados a pagar. En el multimedia, Vivendi está experimentando la llamada «cartera escolar electrónica» y la descarga de libros desde Internet. Refiriéndose a su experiencia de la web donde los usuarios pueden consultar y descargar el contenido de obras de consulta, Touraine declara que por ahora las suscripciones son escasas. «Cuando la gente compra un soporte, está acostumbrada a pagar. Pero cuando éste se desmaterializa, no quieren pagar». Pero no hay razones para que este uso sea gratuito, ya que hay que pagar los derechos de autor y las gastos de mantenimiento de las bases de datos.

La evolución es incierta. Pero los grandes grupos están reforzando sus inversiones en proyectos multimedia y en portales educativos en Internet, convencidos de que también la educación se abre al mercado mundial.

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