La Iglesia católica en Chequia recuperará sus bienes expropiados durante el comunismo

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El acuerdo estipula que serán restituidos aquellos bienes de los que el Estado pueda disponer en la actualidad, porque no hayan pasado a manos privadas

No tiene nada de extraño que la República Checa devuelva a la Iglesia Católica, y a otras 16 confesiones, los bienes que les fueron expropiados durante la etapa comunista. Lo extraño es que se haya tardado tantos años en hacerlo. Los sucesivos gobiernos checos se han escudado en la secularización del país para retrasar el acuerdo, con lo que de hecho han favorecido aún más la secularización.

Desde la caída del comunismo en 1989, la Iglesia en Chequia se puso a negociar con los sucesivos gobiernos la devolución del patrimonio expropiado durante las más de tres décadas de comunismo, algo que en la vecina Eslovaquia se solucionó en 1993. Sin embargo, el acuerdo en la República Checa se había encontrado con obstáculos de diferente orden: diplomáticos, culturales y políticos.

Por un lado, ninguno de los partidos que han ido ocupando el poder durante la etapa democrática había puesto verdadero interés en solucionar el asunto. De hecho, el partido que ahora ha aportado la mayoría de apoyos al texto del acuerdo –Partido Cívico-Democrático, ODS en las siglas checas– tumbó en 2003 un acuerdo promovido por el entonces partido gobernante, el Partido Socialdemócrata, que ahora se ha opuesto al texto desde la oposición. La rivalidad entre estos dos partidos ha sido una de las causas que ha demorado el acuerdo con la Iglesia.

El texto aún tiene que ser aprobado por el Parlamento, pero todo apunta a que no habrá problemas. No obstante, de darse, la aprobación no habrá sido un camino de rosas: el partido Asuntos Públicos (VV), que junto con ODS y el grupo TOP 09 forman el tripartito gobernante, se había negado en primer término a apoyar el decreto. Petr Necas, el líder de ODS y primer ministro checo, llegó a formular un ultimátum: o los ministros de VV firmaban el decreto o disolvería el gobierno y convocaría nuevas elecciones. Finalmente, el VV ha sucumbido a la presión y ha decidido apoyar el texto. Quizás haya pesado en su decisión la necesidad de estabilidad institucional en la República Checa, después de los escándalos financieros y de otro tipo que han desestabilizado la política checa en la última década.

Una cuestión de justicia

El acuerdo estipula que será restituido el 56% de terrenos y edificios que en su día se expropiaron a la Iglesia Católica; en concreto, aquellos bienes de los que el Estado pueda disponer en la actualidad, porque no hayan pasado a manos privadas durante estos largos 30 años. Además, como compensación por los bienes perdidos, el Estado indemnizará a la Iglesia Católica con 2.300 millones de euros, que se harán efectivos en 30 pagos anuales desde 2013 a 2043. También a las demás confesiones les serán restituidos sus bienes, aunque la Iglesia Católica copa el 83% del terreno incautado por los gobiernos comunistas.

El Partido Socialdemócrata se ha mostrado en desacuerdo con que, en plena crisis, el gobierno haya aprobado un decreto que mermará las arcas públicas. Además, considera que “la devolución no cuenta con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos”, por lo que instaba a que se convocara un referéndum sobre la cuestión, o bien que se postergara la decisión hasta las próximas elecciones generales.

Pero el hecho de que la ciudadanía no se sienta en su mayoría vinculada emocionalmente a la Iglesia Católica no resta un ápice de validez a la propiedad de esta institución sobre sus bienes. Por el mismo procedimiento, se podría justificar que el estado expropiara “justamente” los bienes de los partidos políticos menos representados, porque no cuentan “con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos”.

El problema deriva de una mala concepción de la Iglesia Católica. La República Checa ya tiene experiencia de este tipo de malentendidos: en 2003, el entonces vicepresidente de ODS tachaba de “superfluo” un concordato porque las relaciones entre Iglesia y Estado quedaban suficientemente reguladas por las leyes internas, como si el Estado tuviera que vérselas con una especie de corriente ideológica o política nacional más que con una institución internacional.

Motivos culturales y sociológicos

Según el censo de 2011, menos de 2 millones de los más de 10 millones de habitantes de la República Checa se declaraban católicos. Y no es porque haya otra confesión que aglutine muchos fieles –las comunidades protestante y judía son pequeñas–, sino que la sociedad checa ha sufrido una historia de secularización que se remonta mucho más allá del periodo comunista, hasta el siglo XIV. La historia de la nación checa ha consagrado la idea de la Iglesia Católica como un adversaria de la identidad nacional.

El periodo comunista terminó de socavar las pocas raíces religiosas que quedaban. El resultado es que la postura mayoritaria sobre la cuestión religiosa es hoy en día el ateismo.

Por otra parte, buena parte de los católicos checos son moravos (la parte más oriental del país, que engloba a un 15% de la población), considerados en parte como “extranjeros nacionales”.

El acuerdo firmado ahora con la Iglesia Católica puede ser un primer paso para que se para ir articulando el papel de la Iglesia en la sociedad. También puede ser la oportunidad para que la Iglesia avance en su autofinanciación. De hecho, el acuerdo también establece que la Iglesia irá adquiriendo autonomía financiera, de modo que en 17 años se encargue de los sueldos de sus propios ministros, ahora pagados por el Estado.

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