La gente cree que los partidos políticos son lo más corrupto

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Los partidos políticos son las instituciones con mayor fama de corruptas en el mundo, y las Iglesias y entidades religiosas son las consideradas más limpias. Lo dice el Barómetro Global de la Corrupción 2013, elaborado por Transparency International a partir de una encuesta a 114.000 personas de 107 países. En la octava edición de este informe abundan los datos lamentables, algunos peores que en barómetros anteriores; pero también hay noticias animantes sobre la disposición de la gente a combatir la corrupción.

Transparency International publica además otros estudios como el Índice de Percepción de la Corrupción, el más conocido, o el Índice de Fuentes de Sobornos. La diferencia es que estos se hacen preguntando a expertos o empresarios, y el Barómetro refleja la experiencia de la gente común.

Organismos internacionales como la OCDE o el G20 vienen impulsando la lucha contra la corrupción, en particular el pago de comisiones ilícitas por parte de multinacionales para obtener contratos en el extranjero, sobre todo en países en desarrollo. Pero los ciudadanos corrientes no ven menos podredumbre en sus relaciones con la policía y otros servicios públicos, o en algunas instituciones. La mayoría de los encuestados creen que hay más corrupción que hace dos años: es la opinión dominante en todos los países menos 25 (por ejemplo, Bélgica, Corea del Sur, Japón, Filipinas). Además, ha bajado la confianza en las políticas contra la corrupción: solo el 22% las juzgan eficaces, frente al 31% en el barómetro de 2009. Y las mordidas son tan frecuentes como en el barómetro anterior.

El 27% de los que han tenido relación con distintos servicios públicos han pagado un soborno, pero dos tercios de aquellos a quienes se pidió uno, se negaron a pagarlo

Pero no todo está podrido. Entre doce instituciones (ver gráfico 1), las religiosas, los medios de comunicación y las fuerzas armadas están en general bien consideradas por los ciudadanos en todo el mundo. Donde más corrupción ven es en los partidos políticos, la policía y la administración pública.

Una plaga en países africanos y excomunistas
En concreto, los partidos son tenidos por lo más corrupto en casi la mitad de los países, 51. España es uno de ellos. Aquí están bastante desprestigiados los tres poderes, pues a continuación figuran el Parlamento, la justicia y la administración pública (con la misma nota que el sector privado).

La policía está considerada la institución más corrupta en 36 países. Los que peor nota le ponen son en su mayoría africanos, pero también aparecen algunos de Latinoamérica (México, El Salvador, Bolivia) y dos excomunistas: Kirguistán y Rusia, que saldrán mencionados más veces. Las policías mejor conceptuadas son la finlandesa, las de otros países europeos, y las de Ruanda y Palestina.

Las instituciones religiosas, los medios de comunicación y las fuerzas armadas están en general bien consideradas en todo el mundo

Los ciudadanos que más acusan la corrupción en el trato con funcionarios son los de Kirguistán, Rusia y México; siguen los de otros países de todos los continentes. En cuanto al poder judicial, los países donde está peor considerado son –con las excepciones de Perú e Indonesia– africanos o excomunistas.

Esos dos mismos grupos de países presentan una peculiaridad: tienen índices elevados de corrupción en instituciones que en el conjunto mundial son más bien limpias. Así ocurre en sanidad, educación y ejército. Tres de cada cuatro liberianos dicen haber pagado sobornos para hacer uso del sistema educativo; con razón son los que peor puntúan este servicio. También otros países presentan proporciones altas, aunque no tanto: Sierra Leona, 68%; India y Kirguistán, 48%; Mozambique, 43%.

La tasa de soborno en servicios sanitarios es elevada en otras naciones que los puntúan mal. En cabeza figura Marruecos, con el 51%, seguido de Tanzania (45%) y Ucrania (41%). Por mordidas a las fuerzas armadas no preguntó la encuesta.

Mala prensa para la prensa británica
Con índices altos de corrupción en medios de comunicación, otro ámbito con media mundial baja, aparecen algunos países ricos con sólida libertad de prensa: Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Australia, Nueva Zelanda. De estos, en los tres de la Commonwealth los medios son considerados la institución más corrupta (ex aequo con los partidos).

La lista de países donde distintas instituciones tienen mejor fama incluye casos difíciles de explicar. Los partidos políticos son tenidos por muy limpios en lugares donde domina uno solo, de hecho o de derecho, como Vietnam o Kazajstán. Ambos repiten entre los países con parlamentos más íntegros.

En promedio de todas las instituciones, los países donde los encuestados ven menos corrupción son Ruanda, Dinamarca, Burundi y Finlandia. También están en el cuadro de honor (¿quién lo diría?) Camboya, Palestina, Iraq y Bangladesh, junto con Georgia y Suiza.

La mayoría cree que hay más corrupción que hace dos años y tiene menos confianza en las políticas contra la corrupción

Los índices totales más altos se dan en cuatro países excomunistas: Rusia, Ucrania, Kirguistán y Serbia; siguen dos africanos: Sudán y Liberia; luego, México, Grecia, Líbano y Bulgaria.

El elevado coste social de los sobornos
Pagar a servidores públicos para obtener un servicio es la experiencia más directa de la corrupción que tienen los ciudadanos. En el último Barómetro, dicen haberlo hecho el 27% de los que en el año anterior tuvieron algún contacto con agencias públicas. La proporción es prácticamente igual al del Barómetro precedente, pero duplica la de la edición de 2009.

La mayor frecuencia de sobornos se da en la policía (ver gráfico 2). Este es un mal predominantemente africano. En segundo lugar está la justicia; aquí aparecen en los primeros puestos también algunos países asiáticos. La corrupción en el registro civil y el de la propiedad afecta sobre todo a países salidos de conflictos o en transición: Afganistán, Camboya, Iraq, Liberia, Sierra Leona… con proporciones del 40% al 75%.

En general, pagan más sobornos los que tienen más dinero (31% de las personas con renta por encima de la media, contra 26% de las que están por debajo). Pero las exacciones hacen mucho más daño a los pobres. En México, según otra encuesta citada en el Barómetro, las mordidas cuestan el 14% de los ingresos a las clases acomodadas y hasta el 33% a las más bajas. En Grecia, Transparency International estima en 420 millones de euros el coste total de los sobornos cobrados en Grecia en 2012.

Dos tercios no ceden a los corruptos
Pero por tristes que sean esos datos, resulta alentador que dos tercios de los encuestados a los que pidieron mordidas, se negaran a darlas. Esa es la primera réplica a la corrupción que menciona la gente cuando se le pregunta qué podría hacer. Pues el 71% opinan que las medidas de los gobiernos contra la corrupción son poco o nada eficaces, pero el 67% (72% en el Barómetro anterior) creen que ellos mismos pueden hacer algo.

Los que más confianza tienen en sus posibilidades (más del 90%) son de Oceanía, Ruanda, Bangladesh. O americanos: de Venezuela (88%), Paraguay (87%), Perú (82%), Brasil, México (81% los dos)… El mayor pesimismo se da en Ucrania (29%), Túnez y Serbia (34% los dos). En muchos casos, la confianza es alta donde son frecuentes los sobornos (por ejemplo, en Liberia o Camerún); baja, en el caso contrario (por ejemplo, Alemania o Eslovenia).

Entre otras acciones personales, el 69% dicen estar dispuestos a denunciar los casos de corrupción que encuentren. Y los demás, casi un tercio, ¿por qué no lo harían? Cerca de la mitad responde que sería inútil, el 35% tiene miedo a sufrir represalias y el 15% no sabe a quién presentar una denuncia.

También hay bastante gente dispuesta a firmar una petición pública (72%), a participar en una protesta pacífica o animar a otros a actuar por medio de las redes sociales (56%).

El Barómetro hace algunas recomendaciones a las autoridades. Subraya la necesidad de transparencia en los dineros de la política. Los partidos y los candidatos tendrían que publicar sus presupuestos y la procedencia de sus fondos, para que se sepa quiénes los financian y se puedan detectar posibles conflictos de intereses.

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