En el Premio Cervantes de este año tocaba latinoamericano, venía bien que fuera mujer y nadie podría reprochar al Ministerio de Cultura español que se premiara a una escritora volcada en causas ideológicas de izquierdas. Así que Elena Poniatowska ha prevalecido sobre otros candidatos con más títulos literarios.
El jurado le ha otorgado el premio Cervantes, el más importante en lengua castellana, por “una brillante trayectoria literaria en diversos géneros, de manera particular en la narrativa y en su dedicación ejemplar al periodismo”.
Elena Poniatowska, nacida en París en 1932, es hija de padre francés de origen polaco y madre mexicana. Ha cultivado un periodismo que mezcla la información con la literatura, y es autora de más de 40 libros (novelas, relatos, ensayos, testimonios…).
El jurado del Cervantes afirma que “su obra destaca por su firme compromiso con la historia contemporánea”. En la historia hay de todo, pero Elena Poniatowska ha anclado su compromiso en dar voz a los desfavorecidos, dentro de los cánones ideológicos de la izquierda mexicana.
Hasta no verte, Jesús mío (1969), sobre la vida de una soldadera mexicana, es una de sus novelas más celebradas. En La piel del cielo (2001), un contestatario humilde convertido en prestigioso astrónomo choca contra el ambiente cultural y político que se resiste a la modernización de México. La vida de un líder mexicano de la huelga en el ferrocarril es el tema de El tren pasó primero (2006), que le valdría el premio Rómulo Gallegos otorgado por el gobierno de Venezuela, entonces presidido por Hugo Chávez.
Otro género que ha cultivado con éxito es la crónica de grandes acontecimientos de tipo político. La noche de Tlatelolco (1971) es una historia oral del movimiento estudiantil de 1968, que en México terminó en la matanza en la plaza de las Tres Culturas. En 2007 publica Amanecer en el Zócalo, una crónica sobre la acampada postelectoral del candidato de izquierdas Andrés López Obrador, que se resistió a reconocer su derrota en las presidenciales.
En España, a pesar del premio Alfaguara concedido en 2001 a su novela La piel del cielo, no ha encontrado hasta ahora mucho público.
Es la cuarta mujer que recibe el Premio Cervantes, tras María Zambrano (1988), Dulce María Loynaz (1992) y Ana María Matute (2010).
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