Mindanao: una región musulmana en una Filipinas católica

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En cualquier proceso de paz, ponerse en los zapatos del otro y estar dispuesto a corregir la injusticia contra él, son pasos válidos, y el gobierno de Filipinas los ha dado al firmar en marzo un acuerdo de paz para la sureña isla de Mindanao, foco de tensión armada que ha dejado, desde los años 70, el triste rastro de 150 000 personas muertas y 400 000 desplazadas.

Al otro lado de la mesa estaba el Frente Islámico Moro de Liberación (MILF), un grupo que, junto al hoy minoritario Frente Nacional Moro de Liberación (MNLF), han hecho la guerra al ejército filipino en ese territorio para tratar de sacar adelante las demandas de la población musulmana, que ha sido progresivamente preterida desde la llegada de los europeos al archipiélago en el siglo XVI hasta la actualidad.

Todavía hoy, tener un apellido musulmán o vestir su indumentaria tradicional supone un problema para conseguir un empleo bien remunerado, cuando no la prejuiciosa identificación automática del solicitante con el terrorismo islámico, a la manera de “¿Musulmán? Pues eres militante de Abu Sayyaf[1]”.

Durante la firma del acuerdo, el presidente Benigno Aquino, conocedor de esta situación, llamó a superar los prejuicios y a aprovechar el optimismo que por primera vez prevalece entre la minoría islámica de la isla: “Tenemos que recordar que, por mucho tiempo, los musulmanes de Mindanao han sido marginados. Toda la atención que les prestaba el gobierno nacional acababa en cuanto finalizaba el ciclo electoral; un sistema ya quebrado, aprovechado por unos pocos que se enseñorearon de una mayoría”.

Queda otro grupo de guerrilleros musulmanes que aún no ha firmado la paz

La hora de Bangsamoro
En un discurso a la Conferencia Episcopal Filipina en 2003, el hoy cardenal de Mindanao, Sócrates Villegas, llamó a reconocer las raíces de injusticia sobre las que se asienta el conflicto en la isla, como base para superarlas y construir un futuro próspero y sostenible.

Los musulmanes de Mindanao reclaman el reconocimiento, por parte de Manila, de lo que denominan Bangsamoro (país de moros), una entidad nacional que tiene sus principios en el siglo XIV, cuando los habitantes indo-malayos del territorio se convirtieron al islam, predicado por comerciantes árabes. Los esfuerzos por propagar la nueva fe se vieron coronados por el establecimiento de varios sultanatos, incluso en zonas del norte del archipiélago.

Tras el arribo de los españoles en el siglo XVI y su expansión colonial por el territorio de las islas, el sur continuó resistiendo como un sultanato independiente, junto al de la isla de Jolo, con límites territoriales reconocidos, y sus propias reglas de gobierno, sus tradiciones y su religión. Fueron precisamente los españoles, que acababan de expulsar a los musulmanes de la Península al término de la Reconquista, quienes dieron a los habitantes el nombre de “moros”.

A partir de 1899, la abrumadora superioridad militar norteamericana configuró el nuevo estatus de la isla: si en un principio Washington reconoció cierto nivel de autonomía a los moros, desde 1912 impulsó la llegada a Mindanao de colonos cristianos filipinos y emprendió el desarme de los musulmanes, a veces por medio de la violencia extrema.

Así, la colonización fue conformando una nueva realidad demográfica: si en 1913 los moros constituían el 76 por ciento de la población de Mindanao, ya en 1939 habían pasado a ser el 34 por ciento, hasta llegar, en 1990, a un 19 por ciento del total de habitantes de la isla.

La constante confiscación de tierras por parte de los colonos, llegados en oleadas como la impulsada por el dictador Ferdinando Marcos (1965-1986), puso “sello y firma” oficial al abuso y obligó al desplazamiento de ingentes núcleos poblacionales, afectados, como consecuencia, por mayores índices de pobreza, menor calidad de la educación y una escasa participación política.

El acuerdo concederá más potestades a la autoridad regional en la gestión de impuestos y el manejo de los ingresos procedentes de la explotación de los recursos naturales

Más autonomía para la región
La persistencia de la lucha armada de los musulmanes indujo en 1996 a Manila a conceder la autonomía a una región de la isla meridional, bajo el título transitorio de Región Autónoma del Mindanao Musulmán (ARMM); una autonomía endeble que debe ser sustituida por una nueva forma de gobierno, según el acuerdo ahora firmado por las autoridades filipinas y el MILF, que concederá más potestades ejecutivas a la autoridad regional en, por ejemplo, la gestión de impuestos y el manejo de los ingresos procedentes de la explotación de los recursos naturales, y que contará con unas fuerzas de seguridad locales.

Aunque “primero es lo primero”, y como tal se entiende el necesario desarme de las fuerzas del MILF, estimadas en 10 000 efectivos. La entrega de sus medios de combate será controlada por un grupo internacional de verificación.

Asimismo, según el presidente Benigno Aquino, la denominada Comisión de Transición trabaja a contrarreloj para dotar al territorio —que se dará en llamar Bangsamoro— de una Ley Fundamental práctica, equitativa, y que otorgue poderes reales a las autoridades de la región. Una vez formulada la legislación, se someterá a un plebiscito para su ratificación. El objetivo es tener operativa una Autoridad de Transición ya en 2015, hasta el momento de los comicios, un año después.

En la visión y el deseo del mandatario se perfila un Bangsamoro pacífico, que verdaderamente cuente en el concierto nacional filipino, y que sea una puerta para el comercio, la inversión y el intercambio cultural en la gigantesca área económica que integran Brunei, Indonesia, Malasia y Filipinas.

La “Sharia” será el patrón legal del territorio en asuntos civiles

Un espacio para todos
En su enhorabuena al acuerdo de paz, los obispos católicos de Filipinas llamaron a no dejar atrás a los militantes del MNLF, marginados del proceso entre el gobierno y el MILF, y a involucrarlos en un diálogo “abierto, honesto y respetuoso”.

“Es muy importante, para que la paz sea sostenible, que se inclusiva. La fortaleza del acuerdo firmado descansa en su disponibilidad para sumar a todos, incluidos aquellos que se le oponen”, afirmó monseñor Sócrates Villegas.

Sí, porque el MNLF no se ha quedado de brazos cruzados, y en septiembre de 2013 sus fuerzas atacaron objetivos diversos en la sureña ciudad de Zamboanga, en un intento por descarrilar el proceso de paz con el MILF, a lo que el ejército filipino respondió con una operación que dejó más de 100 insurgentes muertos y miles de civiles desplazados.

Ante el fracaso de la acción rebelde, en marzo pasado se produjo una reorganización en la cúpula del MNLF, en la que tomaron el relevo figuras más proclives al diálogo con Manila y que apoyan el proceso de paz con el MILF, si bien una facción se ha opuesto a la renovación y ha optado por seguir sobre las armas (típico, como en el caso norirlandés).

Con todo, si los grupos rebeldes islámicos tienen alguna diferencia de matiz con la planeada creación de un Bangsamoro autónomo, son otros, los no musulmanes, los que pegan el brinco cuando escuchan que la sharía (la ley islámica) será el patrón legal del territorio (en asuntos civiles, no penales).

Habida cuenta de que en todo Mindanao habitan unos seis millones de musulmanes —en una población estimada en 21 millones de personas— y que en Bangsamoro verán reflejadas sus demandas mediante un ordenamiento jurídico islámico, se entiende que los cristianos y los lumads (animistas) deseen clarificar su situación. El gobierno filipino, en respuesta, les ha asegurado que sus derechos serán respetados y definidos en la nueva Ley Fundamental del territorio, que se insertará en la Constitución filipina tras ser votada por el Parlamento en Manila.

Las garantías han de ser, en todo caso, rigurosamente aplicables. Suplantar un esquema de discriminación por otro similar con distinto destinatario, no le dará al territorio una paz perdurable. Como no la hubo tras la creación de la ARMM en 1996, cuando, quienes sintieron que se les había dejado atrás, volvieron a apretar el gatillo.

Habrá que hilar muy, muy fino para que, en un contexto tan diverso, las aspiraciones de justicia de todos queden razonablemente satisfechas.

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[1] Abu Sayyaf es una organización terrorista de corte yihadista que persigue el establecimiento de un estado fundamentalista islámico en el sur filipino. Es responsable de numerosos atentados con bomba y acciones de secuestro, como el efectuado el 3 de abril en un hotel de la ciudad malasia de Semporna, donde tomaron como rehenes a un turista chino y a un trabajador filipino del hotel.

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