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Clodovis Boff: “Ojalá hubiéramos hecho caso a Ratzinger”

Fuente: La Folha de S. Paulo
publicado
DURACIÓN LECTURA: 3min.

 

Clodovis Boff, hermano del teólogo disidente Leonardo Boff, explica en una reciente entrevista al diario brasileño La Folha de S. Paulo, su visión de la teología de la liberación, así como del Papa emérito Benedicto XVI. En 1986 los hermanos Boff publicaron una carta contestataria al cardenal Joseph Ratzinger sobre la declaración Libertatis conscientia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que analizaba los desvíos doctrinales de dicha teología.

Años después, en 2007, Clodovis, a diferencia de su hermano, se manifestaba abiertamente crítico con las ideas que antes defendía. Dijo que la teología de la liberación había incurrido en “la instrumentalización de la fe en la política” y expresó claramente “que habría sido mejor tomar en serio la crítica de Ratzinger”.

Respecto a si el luego Papa Benedicto XVI fue el enemigo de la teología de la liberación, Clodovis reconoce ahora que “en los dos documentos publicados, Ratzinger defendió el proyecto esencial de la teología de la liberación: el compromiso con los pobres como resultado de la fe. Al mismo tiempo, criticaba la influencia marxista (…) El documento de 1986 señala la primacía de la liberación espiritual, perenne, sobre la liberación social, que es histórica. Las corrientes hegemónicas de la teología de la liberación prefirieron no comprender esta distinción. Esto ha hecho, con frecuencia, que esa teología haya degenerado en ideología”.

Clodovis niega que los teólogos de la liberación hayan sido sometidos a procesos inquisitoriales. La Iglesia no puede entrar en negociaciones cuando se trata de la esencia de la fe: “La iglesia no es como la sociedad civil, donde la gente puede decir lo que quiera. Estamos vinculados a una fe. Si alguien profesa algo diferente de esta fe se autoexcluye de la Iglesia”.

El entrevistado afirma que “siempre he sido claro acerca de la importancia de poner a Cristo como el fundamento de toda teología. En el discurso hegemónico de la teología de la liberación, sin embargo, advertí que la fe en Cristo solo aparecía en el fondo. Pero pensé con condescendencia que, con el tiempo, esto se arreglaría”. No ocurrió así.

La hipótesis del “cristiano anónimo”
Clodovis expresa que estuvo muy influido por el teólogo alemán Karl Rahner, quien “concibió la teoría del ‘cristiano anónimo’, por la que cualquier persona que lucha por la justicia es un cristiano, aunque no explícitamente”. Los teólogos de la liberación tuvieron la misma ingenua suposición. “La hipótesis del ‘cristianismo anónimo’ era una buena excusa para dejar de lado a Cristo, la oración, los sacramentos y la misión, pasando a dedicarse a la transformación de las estructuras sociales. Con el tiempo, he visto que esto es insostenible por no tener base suficiente en el Evangelio, en la gran tradición y el magisterio de la Iglesia”.

Clodovis cuenta que en los años 70, el cardenal Eugenio Sales le retiró la licencia para enseñar teología en la Universidad Católica de Rio. Sales le explicó con afabilidad que una confesión cristiana de la fe es esencial en el compromiso cristiano. Clodovis afirma que asumió la crítica y después “vi que con el rahnerismo, la Iglesia se convertía en irrelevante. Y no solo ella, sino Cristo mismo”.

Clodovis afirma que Benedicto XVI combatió los intentos de secularizar la Iglesia, porque la Iglesia secularizada es irrelevante para la historia y para los hombres. También considera que “la religión es una opción del 85% de la humanidad. Los ateos no son más del 2,5%. Junto con los agnósticos, ni siquiera llegan al 15%. Son una minoría culturalmente importante, que sin duda domina el micrófono y el lápiz, los medios de comunicación y el mundo académico. Pero están perdiendo gas. Hay un renacimiento del interés de los jóvenes en la espiritualidad”.

Respecto al futuro de la Iglesia Clodovis dice que “La modernidad no tiene nada más que decir al hombre postmoderno. El marxismo, el socialismo, el liberalismo y el neoliberalismo han perdido su credibilidad (…) ¿Quién tiene algo que decir? Las religiones y sobre todo, en Occidente, la Iglesia católica romana”.

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