Hitler no era cristiano

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Varios autores han publicado en los últimos años apologías del ateísmo, que destacan el «historial delictivo» de la religión. Una de las objeciones que proponen es la de la influencia de la doctrina cristiana en el régimen nazi. En un artículo publicado en Catholic Education Resource Center (9-11-2007), el escritor Dinesh D’Souza recuerda que las ideas antisemitas de Hitler proceden de su odio a la religión.

Algunos pensadores ateos sostienen que Hitler era cristiano porque fue bautizado en el seno de la Iglesia católica y nunca llegó a apostatar expresamente de su fe. Estos autores sostienen también que el antisemitismo de Hitler tiene raíces en sus ideas cristianas. Para probar esto, citan un pasaje de Mein Kampf en el que el líder nazi escribió: «Cuando me defiendo a mí mismo de los judíos, estoy prestando un servicio al Señor».

Según D’Souza, Hitler no era cristiano, lo que pasa es que a veces se disfrazaba como tal para ganar adeptos. «Cuando se preparaba para llegar al poder, Hitler necesitaba el apoyo de los ciudadanos alemanes -tanto de los bávaros católicos como de los prusianos luteranos- y para conseguirlo utilizó a veces una retórica semejante a la del ‘estoy prestando un servicio al Señor’. Afirmar que esta retórica convierte a Hitler en cristiano es confundir el oportunismo político con las convicciones religiosas. Por otra parte, el propio Hitler afirma en Mein Kampf que sus declaraciones debían entenderse como pura estrategia de propaganda diseñada para seducir a las masas».

El régimen nazi utilizó alguna vez la imagen del Cristo Ario que empuña la espada para limpiar la tierra de judíos. «Esta idea -que los historiadores llaman ‘cristianismo ario’- es evidentemente una desviación de la doctrina cristiana y, como tal, fue condenada por Pío XI. Por otra parte, el antisemitismo de Hitler no tenía raíces religiosas sino raciales. Los judíos no fueron perseguidos por su religión -había muchos judíos alemanes que no practicaban-, sino por su pertenencia a una raza (…) El antisemitismo de Hitler era secular».

Como recuerda D’Souza, Hitler era «rabiosamente antirreligioso». Así lo pone de manifiesto el libro Hitler’s Table Talk, una recopilación de las ideas más personales del Führer. «Hitler consideraba el cristianismo como una de las lacras de la historia y de los alemanes (…) De hecho, culpó a los judíos por inventar el cristianismo». A Hitler le irritaban particularme «los valores cristianos de la igualdad y la compasión, que él confundía con debilidad».

El odio de Hitler a la religión cristiana queda patente en la evolución del régimen nazi. «Los nazis dejaron de celebrar la Navidad, y las juventudes hitlerianas rezaban una oración para agradecer al Führer -y no a Dios- los beneficios recibidos. Los sacerdores fueron señalados como ‘alborotadores’, se les prohibió predicar y muchos fueron torturados. Los nazis cerraron colegios religiosos, disolvieron asociaciones cristianas, despidieron a los funcionarios que practicaban el cristianismo, confiscaron propiedades a la Iglesia y censuraron periódicos religiosos».

Algunos pensadores ateos argumentan que el régimen nazi fue la culminación de 2.000 años de cristianismo. Para D’Souza, en cambio, la realidad es muy distinta. «Si el nazismo fue la culminación de algo, está claro que fue la de la ideología evolucionista propugnada por Darwin». Tanto Hitler como algunos de sus colaboradores «fueron admiradores de Darwin, y con frecuencia hablaban de la existencia de una ‘ley de la naturaleza’ que garantizaba la ‘eliminación de los incapaces'».

Según D’Souza, el antisemitismo de Hitler también tiene raíces profundas en la filosofía de Nietzsche. «La visión nietzschiana del superhombre y la exaltación de una nueva ética que se situaría más allá del bien y del mal, fueron abrazadas con entusiasmo por los ideólogos nazis (…) Con esto no estoy diciendo que Darwin o Nietzsche habrían aprobado las ideas de Hitler. Pero sí que Hitler y sus secuaces aprobaron las ideas de Darwin y de Nietzsche».

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