El drenaje del cerebro

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En un artículo publicado en Time (23-VIII-99), Rod Usher plantea con sentido del humor cómo evitar ser arrastrado por el torbellino de informaciones inútiles. El primer paso es imaginar que uno lleva en su cerebro un implante de DNK, acrónimo en inglés de «Don’t Need Know» (no necesitas saber).

Después de someterme voluntariamente a un implante de DNK, ahora me estremezco de gozo al abrir los periódicos de la mañana mientras cifras y cifras que mi pobre y viejo disco blando no necesita saber son quemadas en las fronteras de mi memoria. Por ejemplo: científicos de Tejas dicen que cada año la Tierra y la Luna se separan 3,82 cm más, lo que significa que desde que Neil Amstrong dio pasos de gigante hace 30 años, la distancia ha aumentado en 114 cm. Mirando a la Luna desde la puerta de atrás de mi casa, me pregunto: ¿mi alma se beneficia de este conocimiento? No, pues ¡apliquémosle el DNK!

Hay otros bosques de datos de los que no podemos desprendernos tan fácilmente. Un ejemplo reciente es que 29 millones de personas en el mundo viven bajo ciertas formas de esclavitud. Esto necesita ser retenido y ponderado. Así como la reciente investigación de la London School of Economics según la cual 4 millones de niños británicos viven en la pobreza. Este conocimiento no puede ser sometido al DNK si queremos seguir siendo medio humanos. Pero precisamente porque hay tal confusión de números, la importancia de grandes cifras como éstas se diluyen en la vía láctea del entumecimiento mental. (…)

Pero no se trata sólo de números superfluos, también están las palabras. (…) Los deportes ofrecen un magnífico material susceptible de DNK. Se puede anular todo lo que los entrenadores dicen antes de un partido y la mayor parte de lo que dicen después, junto con lo que los jugadores farfullan acerca de por qué ganaron o perdieron. Si has visto ya a Lance Armstrong en cada etapa del Tour de France, ¿realmente necesitas saber que no fue fácil para sus piernas?

La política es el terreno privilegiado para el DNK. Esto significa que uno puede olvidarse de todas las promesas preelectorales y de todos los monólogos sobre el estado de la nación. Basta retener cómo fueron las votaciones, todos los desmentidos (hay que suponer que el humo indica dónde está el fuego) y las cifras sobre financiación de los partidos. Cuando la política deja paso a la economía, también hay espacio para hacer oídos sordos. Apliquemos el DNK a todas las previsiones sobre las tasas de interés, cotizaciones y fusiones, porque son tan exactas como el tarot, y, en cualquier caso, uno no se entera nunca a tiempo para beneficiarse de ellas.

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