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Chile: la revancha liberal-conservadora

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Recientemente han surgido iniciativas para revitalizar la centro-derecha chilena, instalada en un pragmatismo que la hace incapaz de entusiasmar.

Santiago. Entre 1990 y 2010 gobernó en Chile una coalición de centro-izquierda, heredera en gran parte del cuadro económico-institucional trazado por el Gobierno Militar (1973-1990), aunque con ciertos ajustes en materia social.

Agotada, esta concertación de partidos dio paso al gobierno de Sebastián Piñera (2010-1014), con quien la alianza liberal-conservadora llegó al poder luego de 20 años en la oposición. Piñera gobernó con los mejores. Ministros técnicamente cualificados, provenientes de las más prestigiosas universidades nacionales y extranjeras. Redujo la pobreza a la mitad, creó un millón de empleos, y es reconocido internacionalmente por el rescate de los 33 mineros.

Algunos jóvenes movimientos políticos surgidos en los últimos años vienen precedidos de un fuerte trabajo intelectual y editorial

Gobierno sin corazón

Sin embargo, el gobierno de los mejores, de los técnicos, no logró conquistar el corazón de la gente. A medida que la gestión se elevaba a los más altos estándares de calidad, la popularidad del gobierno y del presidente disminuía de modo preocupante. A tal punto que el año 2014, Michelle Bachelet, en una alianza que incluía hasta el Partido Comunista, y un programa fuertemente cargado a la izquierda, recuperó el gobierno con un 62% de los votos.

La derrota electoral de 2014 significó un fuerte golpe para la derecha tradicional. Al buscar las causas de la falta de adhesión a un gobierno tan exitoso, se dio cuenta de que la gestión no bastaba, que la comunidad política exigía un discurso a la altura; un discurso político.

Políticos e intelectuales

En esta situación tuvo lugar la unión de dos mundos. Los políticos más lúcidos se encontraron con un grupo de jóvenes intelectuales que hace algunos años venían diagnosticando la crisis de la derecha, la falta de discurso, la fatigada y errónea argumentación económica y moral.

Su procedencia es muy variada: hay antropólogos exmarxistas, como Pablo Ortúzar; filósofos formados en Francia y Alemania como Daniel Mansuy y Hugo Herrera; historiadores dedicados al estudio de la tradición política chilena, como José Manuel Castro y Alejandro San Francisco; abogados constitucionalistas, como Francisco Javier Urbina, Claudio Alvarado y Fernando Contreras; también filósofo y con importantes investigaciones sobre la tolerancia y la tradición política protestante, está Manfred Svensson, quien ha trabajado además sobre una filosofía pública de la familia.

Políticos e intelectuales de diversas procedencias han recuperado temas olvidados por el discurso tradicional de la centro-derecha, como la desigualdad injusta

Estos intelectuales encuentran en la diversidad su fortaleza, y forman una “matriz común” con las cuatro vertientes que irrigan la tradición del pensamiento político de centro-derecha en Chile: la derecha liberal, la conservadora, la socialcristiana y la nacional.

Son académicos del más alto nivel, que al mismo tiempo que publican en las revistas especializadas de su ámbito, tienen una constante presencia en la prensa nacional, y desarrollan una labor fundamental en centros de pensamiento, editoriales y formación de jóvenes secundarios y universitarios. En paralelo, además, que mantienen constantes relaciones con políticos de primera línea. Políticos, intelectuales e instituciones de la sociedad civil, funcionan, así, de manera muy coordinada.

Temas olvidados

Esta unión en la diversidad les ha permitido incorporar temas olvidados o ignorados por el discurso tradicional de la centro-derecha: la ciudad, el centralismo, la desigualdad injusta…, además de profundizar fuertemente en otros como la derrota de la pobreza y el adecuado tratamiento de temas sociales urgentes como los menores en situación vulnerable, la defensa del derecho a la vida, el fortalecimiento de la familia y la libertad de enseñanza.

Se da así por superada la antigua brecha entre políticos e intelectuales. Esta relación vino precedida por esfuerzos de ambos lados. El senador Andrés Allamand, fundador de uno de los partidos políticos más influyentes de la derecha, ha sido parte importante en el entrelazamiento de los dos mundos, y uno de sus primeros y principales promotores (1). Por parte de la academia, Joaquín García-Huidobro, Hugo Herrera y Axel Kaiser han sido los más claros e insistentes en su diagnóstico.

Al mismo tiempo, algunos jóvenes movimientos políticos que han surgido en los últimos años, vienen precedidos de un fuerte trabajo intelectual y editorial. Es el caso de Republicanos, que surge de un conjunto de iniciativas mancomunadas que incluye un centro de acción joven (la Fundación Chile Siempre), un Centro de Estudios (el Instituto Res Publica) y una editorial adosada al Instituto.

“Think tanks”

El entrelazamiento viene acompañado también por el callado pero constante trabajo de los centros de estudio. Especialmente relevante en este sentido es el Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), que, con menos proximidad al mundo partidista, ha destacado desde 2007 por su trabajo editorial, por su influencia en la prensa, y por la calidad de sus investigadores.

Junto con el IES, encontramos otras influyentes organizaciones como IdeaPaís y el ya mencionado Instituto Res Publica, entre los universitarios; Comunidad y Justicia, una organización insólita para la derecha tradicional, que se dedica a defender en los tribunales temas de derechos humanos; e importantes centros de estudio regionales como la Fundación Piensa, de Valparaíso o la Fundación Chile Descentralizado, de Temuco.

Tras la derrota electoral de 2014, la derecha tradicional se dio cuenta de que la gestión no bastaba, que la comunidad política exigía un discurso político

El fruto de este trabajo conjunto de políticos, intelectuales, y diversas instituciones de la sociedad civil ya ha visto sus primeras expresiones en el Manifiesto por la república y el buen gobierno (12-02-2017). Se trata de un documento suscrito por seis personas provenientes del mundo político, algunos, y la academia, otros. Repercutió con fuerza en la discusión nacional y los planteamientos programáticos de ciertos candidatos, y acaba de dar origen a un libro con más de quince colaboradores, que pretende sentar ciertas bases programáticas para un eventual gobierno de centro-derecha (2). Esta posibilidad ha crecido gracias al fracaso del gobierno de Bachelet, que intentó, como dijo un parlamentario de izquierda, “pasar una retroexcavadora sobre el modelo neoliberal”, sin conseguir otra cosa que estancar la economía y hacer bajar a Chile en los índices de confianza internacional.

Alianza inédita

La inédita alianza entre políticos y académicos de centroderecha ha llamado la atención de diversos intelectuales en el extranjero, como Renato Cristi –un filósofo chileno que enseña en Canadá (3)–, y el politólogo alemán Paul-Ludwig Weinacht (4).

El “momento” es importante, pero insuficiente. Hoy hay un inédito trabajo de integración y convocatoria; el fruto debería ser un discurso político lo suficientemente sofisticado para expresarse no sólo en discursos electorales, sino en poemas, murales, canciones… Los desafíos que tienen por delante son dos: una mejor conexión con el mundo empresarial, por un lado, lo que permite sustentar materialmente este “momento”, y desplegarlo en el tiempo. Y una encarnación en el amplio mundo del arte y la literatura, donde encuentra su culmen todo discurso políticamente articulado.

Próxima entrega: Ricardo Calleja, “España: huérfanos políticos en busca de representación”

___________________

(1) Allamand, Andrés, La salida. Cómo derrotar a la Nueva Mayoría en 2017 (Santiago, Aguilar, 2016).
(2) AA. VV., La mayoría de las ideas. De la retroexcavadora al Manifiesto republicano (Santiago, Editorial El Mercurio, 2017).
(3) Cf. su reciente colaboración en el libro La mayoría de las ideas, llamada “Sociedad civil, mercado y Estado: observaciones críticas”.
(4) “Die Krise in Chile. Eine unorthodoxe Antwort junger Konservativer”, en: Politische Studien 473, mayo-junio 2017, pp. 59-65.

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