Letonia: nuevo pasaporte, y el problema de la minoría rusa aún pendiente

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Riga. A partir de noviembre próximo los habitantes de esta pequeña república báltica dispondrán de un nuevo pasaporte. El cambio obedece a razones de control y seguridad, para adaptarse a la reglas impuestas por la Unión Europea, a la que el país pertenece desde 2004. El flamante documento, dotado de tecnología digital, pone otra vez de relieve la anomalía de que en Letonia, uno de cada seis habitantes es «no ciudadano».

El nuevo pasaporte llevará un microchip, en el cual estarán incluidos los datos personales (nombre y apellidos, código personal de identificación, fecha de validez, etc.) y biométricos ( foto robot del titular y huellas dactilares de los índices de ambas manos). Toda la información grabada en el microchip estará protegida con un mecanismo de seguridad y signada con una firma electrónica, identificada por la Oficina de Ciudadanía y Migraciones, lo que permitirá comprobar rápidamente la identidad de la persona y la autenticidad del pasaporte.

Con este nuevo sistema se expedirán los pasaportes de los tres tipos vigentes en Letonia: de ciudadano, de no ciudadano y del cuerpo diplomático, así como los documentos de viaje de refugiados y apátridas.

Sin duda, es un paso positivo que el país va a dar para adaptar sus estructuras y sistemas al resto de países europeos que gozan de un nivel socioeconómico más elevado. Pero lo que no cambiará, al menos de momento, es la división según el estatus jurídico de «ciudadano» o «no ciudadano» que el gobierno concedió a los habitantes tras proclamarse la independencia y separarse de la antigua Unión Soviética en 1991.

En Letonia conviven rusos y letones desde hace muchos años. Aproximadamente el 30% de la población es de origen ruso. A éstos hay que añadir un 10% de otras minorías rusófonas (en su mayor parte ucranianos y bielorrusos). No todos, ni mucho menos, gozan de la ciudadanía letona, con el reconocimiento de derechos que conlleva. Así, nos encontramos con una población que, a pesar de haber vivido siempre en el país, jurídicamente no tiene nacionalidad, y su estatus es de «no ciudadano» (según su pasaporte, «nepilsoni», en letón, o «alien», en inglés).

En virtud de la Ley de Ciudadanía de 1994, que puso en funcionamiento el proceso de naturalización, a los rusos que vivían en Letonia con anterioridad al 17 de junio de 1940 (el día en que la Unión Soviética se anexionó el país), y a sus descendientes, de forma automática se les concedía la ciudadanía letona. Pero todas aquellas personas de origen ruso instaladas en el país después de esa fecha, si querían adquirir la nacionalidad, así como los derechos que conlleva, tenían que cumplir los siguientes requisitos: dominar la lengua letona, la única oficial del país; conocer todos los derechos y deberes del ciudadano letón estipulados en la Constitución de 1922; prometer fidelidad a la República de Letonia en documento firmado y sellado, etc.

Unos 400.000 habitantes de Letonia, cerca de un sexto de la población, siguen siendo «no ciudadanos», lo cual implica no solo que tienen pasaporte distinto, sino también, entre otras cosas, que no pueden votar en las elecciones nacionales o locales del país donde siempre han vivido. En la actualidad, la integración de la minoría rusa en Letonia es entendida como la asimilación, por parte de los «no autóctonos», de la lengua, la cultura y los valores letones. El problema es que esta visión etnocentrista ignora la realidad multiétnica y multicultural del país. Urge compatibilizar el afianzamiento del letón como única lengua oficial con el respeto debido a otras lenguas y culturas.

A juicio de los críticos, la estricta ley de 1994 no ha favorecido la integración de las minorías rusas y exige demasiado para obtener la nacionalidad. A la vez, los años de ocupación soviética perviven en la memoria de muchos letones. Pero se va avanzando, y los pasaportes de no ciudadanos disminuyen. Así lo muestra el estudio presentado el pasado mes de enero por la Oficina de Naturalización de Letonia: en los doce años transcurridos desde la entrada en vigor de la Ley de Ciudadanía, 135.323 personas se han acogido al proceso de naturalización para adquirir la nacionalidad letona.

Raquel Moreno GarcíaACEPRENSA

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