Una periodista china frente a la contaminación

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Uno de cada cuatro ciudadanos chinos ha visto el documental “Bajo la cúpula” (ver abajo, subtitulado). Su autora, la periodista Chai Jing, muestra con realismo el alcance de la contaminación en el país, una consecuencia no prevista del espectacular crecimiento económico de los últimos años.

Los datos, alarmantes, hubieran provocado una emergencia sanitaria en cualquier otra nación desarrollada. Pero a los sufridos chinos solo les queda recurrir a las mascarillas, contener la respiración y aguantarse, confiando en no extraviarse sumergidos en el smog que invade tantas ciudades. Pero llega un momento en que alguien dice ¡basta! Lo ha hecho Chai Jing. Y al poner el dedo en la llaga, ha causado una desazón que nadie, tampoco el gobierno, puede ignorar. Es lo propio del buen periodismo: llamar la atención sobre los problemas y estimular el correspondiente debate para intentar resolverlos.

Chai Jing ha analizado con rigor y sobriedad las causas de la contaminación y sus efectos en la salud de las personas. Y, más allá de lo puramente técnico, se sintió obligada a abordar la dimensión ética y política del fenómeno: la ideología, propugnada por el gobierno durante los últimos decenios, del crecimiento económico a toda costa y que ha traído consigo una auténtica catástrofe medioambiental.

El reciente Congreso del Pueblo no se ha ocupado de los problemas medioambientales
Chai Jing ha conseguido más de cuanto podía imaginar cuando se lanzó sin respaldo alguno a ese proyecto

Censura y descalificación

La rápida difusión de la contundente denuncia de Chai levantó la sospecha de que la autora contaba con apoyo en círculos oficiales. Solo así se explicaría que el Diario del Pueblo, órgano de expresión del gobierno, difundiera el documental a través de su página web. Pero ese presunto visto bueno oficial dio paso enseguida a la reacción previsible en un régimen tan poco amigo de la libertad como el chino: censura y descalificación.

Desde el gobierno se puso en marcha una campaña en Internet para desacreditar a la autora. Por ejemplo, se sugirió que la CIA había financiado la producción del documental como parte de una estrategia del gobierno estadounidense de provocar una revolución en China. Se trata de un recurso clásico de los regímenes despóticos: atribuir la responsabilidad de los males internos a maquinaciones de potencias extranjeras hostiles. Desde Goebbels sabemos que, cuanto más burdas, más eficaces pueden ser las mentiras.

Pero resulta que, aunque el ejecutivo chino haya desplegado un aparato de control único en el mundo (dispone de una policía específica para Internet y ha montado un sistema de denuncias recompensadas con dinero), ni siquiera él puede acallar todas las voces. En la red se multiplican las muestras de apoyo a Chai Jing y las críticas al gobierno.

Congreso del Pueblo bajo el “smog”

Casualmente, la difusión del documental y el consiguiente revuelo tuvieron lugar justo antes de la celebración del Congreso del Pueblo. El día de su apertura, 5 de marzo, lucía en Beijing un sol espléndido, pero al día siguiente la ciudad recuperó su fisonomía habitual, es decir, alarma debida al elevado smog (en ese día, 300 microgramos de partículas en suspensión por metro cúbico, diez veces el umbral establecido por la OMS como peligroso para la salud). Todo invitaba a que la asamblea se ocupara de la problemática medioambiental, pero el asunto no se consideró digno de figurar en el orden del día.

El nuevo ministro chino de Medio Ambiente, Chen Jining, omitió durante la celebración del Congreso toda alusión al documental, a pesar de que una semana antes lo había elogiado públicamente. Tampoco lo mencionó en su rueda de prensa –los periodistas “sabían” lo que debían preguntar–. El ministro no dijo nada concreto en relación con la lucha contra el smog y se perdió en generalidades. Eso sí, anunció una serie de nuevas medidas para la protección del medio ambiente, junto con la firme determinación de hacerlas respetar sin contemplaciones.

Desde el gobierno se puso en marcha una campaña en Internet para desacreditar a la autora

A pesar de la cortina de silencio oficial, el documental de Chai Jing ha forzado una significativa toma de posición por parte del líder del Partido Comunista y hombre fuerte de China. En efecto, Xi Jinping anunció en el Congreso que la lucha contra la contaminación se situaba junto con la lucha contra la corrupción como el objetivo prioritario del gobierno, que actuará con mano dura contra todo el que contamine.

Periodista y madre preocupada

Chai Jing ha conseguido más de cuanto podía imaginar cuando se lanzó sin respaldo alguno a ese proyecto. Motivación no le faltaba casi desde la cuna, pues nació en 1976 en Linfen, una localidad minera con graves problemas de contaminación. En 1995 comenzó su carrera periodística en la emisora de radio de Hunan. Una vez terminados los estudios de periodismo, se incorporó en 2001 a la televisión estatal CCTV.

Se ha dedicado básicamente al periodismo de investigación en temas medioambientales y de salud. Sus trabajos le han merecido diversos premios y distinciones. Por ejemplo, en 2010 fue elegida como una de las diez mejores presentadoras de China. De su autobiografía se ha vendido más de un millón de ejemplares, todo un hito editorial.

Cuando todo parecía sonreírle, Chai Jing renunció a su trabajo en la televisión para centrarse en la atención de su hija, nacida con un tumor y necesitada de cuidados especiales. Fue precisamente la posibilidad de que la contaminación estuviera en la raíz de su enfermedad lo que movió a Chai Jing a realizar el documental. Pudo financiar un año de investigación con los ingresos obtenidos por la venta de su libro. Aunque se trata de un proyecto independiente, la periodista no ha estado sola: ha contado con la ayuda de la productora Fan Ming, experta también en temas medioambientales.

El gobierno chino ha conseguido mantener hasta ahora un control férreo de la opinión pública, incluidas también las redes sociales. En ese contexto tan enrarecido, reconforta encontrarse con casos como el de esta periodista: una persona suficientemente motivada y decidida puede cuestionar con éxito la política del Estado más fuerte.

La combinación de madre que lucha por la salud de su hija y de periodista de raza ha dado como resultado un tipo humano capaz de poner en aprietos al mismísimo gobierno de China.

Alejandro Navas es
profesor de Sociología de la Universidad de Navarra.

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