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Los chinos no se conforman con el hijo único

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Con una economía en continuada expansión, el gobierno chino quiere que los ciudadanos consuman. Pero una clase media crecientemente acomodada desea permitirse también el “lujo” de tener más de un hijo. Igualmente muchos campesinos, cuya vejez no está asegurada por una pensión, no se conforman con un solo descendiente. El gobierno ha reaccionado tratando de imponer el cumplimiento de la política del “hijo único” con sus habituales medios expeditivos, lo que ha provocado desórdenes y violencias en la provincia de Guangxi, en el sudeste de China.

La política del hijo único iniciada en 1979 fue impuesta a base de incentivos y sobre todo de medidas coercitivas, con multas, pérdida de beneficios sociales, e incluso esterilizaciones y abortos forzosos. Con el tiempo, se ha ido relajando. Se han permitido excepciones (los campesinos pueden tener un segundo hijo si el primero es niña) y corruptelas, como la de que los ricos que pueden pagar las multas tengan más hijos. En los últimos tiempos, la prensa ha criticado el “mal ejemplo” de algunos famosos, tales como la actriz Zhang Ziyi, que ha expresado públicamente su deseo de tener varios hijos.

Pero ya no son solo celebridades las que desafían abiertamente la política oficial. También una clase media en expansión está dispuesta a pagar la multa por un hijo de más, penalización que puede ser desde 6.000 a 60.000 yuan (7.800 dólares). Según cifras oficiales, en torno a un 10% de las familias acomodadas tienen tres hijos.

Esto inquieta a las autoridades chinas, que ya consideran suficiente la población actual de 1.300 millones de habitantes. El índice de fertilidad, que está en 1.7 hijos por mujer, podría ir aumentando. En un reciente forum sobre demografía, el jefe de la oficina nacional de planificación familiar, Zhang Weiqing, preveía un aumento de la natalidad como consecuencia de que en el campo las mujeres siguen casándose demasiado jóvenes, y porque los agentes de la planificación familiar han aflojado los controles (cfr. Le Monde, 10-05-2007).

Para revalorizar la política del hijo único, las autoridades han decidido castigar a los altos funcionarios, empresarios y celebridades que tienen demasiada descendencia, privándoles de beneficios fiscales y promociones.

Varias provincias y municipios han vuelto a exigir a los agentes de la planificación familiar que tomen medidas para que la gente respete la “cuota” del hijo único. Pero los métodos brutales con que los funcionarios han intentado imponerse han provocado desórdenes en siete ciudades de la provincia de Guangxi.

Según testimonios difundidos en Internet por fuentes de Guangxi, los responsables de la planificación familiar aplicaron multas importantes e impusieron abortos forzosos a mujeres embarazadas que habían infringido la norma. Los que se resistían a pagar fueron detenidos, y se les confiscaron electrodomésticos y motocicletas. Los funcionarios hicieron incluso destrozos en las casas de los detenidos y amenazaron que la próxima vez las destruirían con bulldozers.

Esta agresión encontró una respuesta proporcionada. Según prensa de Hong Kong, unos 50.000 campesinos salieron a la calle en cuatro ciudades de Guangxi y destrozaron oficinas públicas, volcaron los coches de los agentes del control de natalidad, y se enfrentaron violentamente con la policía, en desórdenes que tuvieron lugar entre el 18 y el 19 de mayo (cfr. International Herald Tribune, 22-05-2007).

La agencia oficial Xinhua informó que fueron detenidas 28 personas, acusadas de incitar a la revuelta. Pero también dijo que el gobierno había enviado 4.200 funcionarios a 28 ciudades para entrevistarse con los residentes y “responder a sus quejas”. El gobierno central teme abrir otro motivo de enfrentamiento con la población rural, ya muy descontenta con la corrupción, las expropiaciones de tierras, la contaminación y la falta de atención sanitaria.

La prohibición de tener más de un hijo ha provocado un desequilibrio nunca visto en la proporción de sexos: en 2005 nacieron 119 niños por cada 100 niñas, pues a menudo las niñas son abortadas o se las deja morir. Otro efecto perverso es que las mujeres deseosas de escapar al control de nacimientos dan a luz en casa o en clínicas clandestinas, en malas condiciones que han hecho aumentar la mortalidad materna.

Un crimen en China, un lujo en Occidente

Estos acontecimientos en China ha suscitado un comentario de Marina Corradi en el diario italiano Avvenire (24-05-2007):

“Lo que en un Estado totalitario es impuesto por ley, y también con violencia, ¿no acaba pareciéndose en los resultados a lo que los occidentales hemos elegido, o hemos sido inducidos a escoger, aunque por supuesto con los métodos educados de los regímenes democráticos?

”A partir de los años 70, nos hemos convertido en el país de los hijos únicos. Nadie nos ha obligado: pero enseguida ha quedado claro a todos que los hijos no son ya, en la modernidad, riqueza, sino carga, e incluso factores de riesgo de pobreza, cuando son demasiados. Las mujeres han ido a trabajar, por elección, pero a menudo también porque con un solo sueldo hoy no vive una familia. Y un trabajo a tiempo completo no es compatible con una familia numerosa. Se tiene un hijo y, según las estadísticas, se desea otro, sin llegar a tenerlo. [N. de la R.: la tasa de fecundidad italiana es de 1,29 hijos por mujer].

”Nadie nos ha impuesto el hijo único: nos lo aconsejamos -sobre todo las mujeres- nosotras mismas. El drama de aquellos millones que, en una lejana Asia, hacen barricadas para recuperar el más elemental de los derechos tiene una dimensión trágica, no comparable con nuestra libertad de occidentales en un Estado de derecho.

”Sin embargo, algo nos asemeja a aquella gente expropiada de su fecundidad. Nosotros somos libres; pero en realidad, tras las rejas de la jornada laboral, del coste de la vida, de la falta de servicios, somos libres sobre todo de “no” tener más de un hijo. Como si este fuese el destino de toda sociedad que quiere entrar o permanecer en la parte moderna del mundo. En China usan métodos draconianos, nosotros nos persuadimos por nuestra cuenta razonablemente.

”En las calles de Milán, una que pasee con tres hijos puede oír decir: ¡Qué suerte tiene, que se lo puede permitir! Los hijos de más, que en algunos países son un crimen, entre nosotros se ven como un lujo, un privilegio para gente acomodada. Lo que hace pensar que también en nuestro mundo libre hay algo de engaño a este respecto”.

Marina Corradi apunta que en Italia “comienza a circular una objeción a este tácito aut-aut”, o niños o bienestar, como se ha puesto de relieve en el éxito de la manifestación del 12 de mayo a favor de la familia (ver Aceprensa 54/07 ). Los que hablaron en aquel marco pusieron de relieve “la gran disparidad que se da en Italia entre la maternidad y su realización. Hablaron de esos dos hijos que se convierten en uno. Ser madre es una cuestión de libertad, se dijo allí, y el millón que llenaba la plaza aplaudió. Como si la asimilación entre hijos y riesgo de pobreza no fuese ya aceptable. Como pidiendo que la política se ocupe de esto sin demora”.

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