China sigue afianzando su fortaleza económica, con un aumento del PIB de un 9,2% en el último año, y una creciente inversión en otros países en desarrollo. A la vez, el poder es consciente de la debilidad de la cultura china frente a la influencia occidental, que transmite otros valores y fomenta la crítica. Pero por mucho que se abra a la economía de mercado, su gobierno sigue siendo el de un partido comunista con métodos de control típicamente leninistas.
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