La gran muralla china, cada vez más alta en Internet

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El gobierno chino está dispuesto a intentar todo con tal de controlar lo que sus ciudadanos pueden ver en Internet. Asuntos tan «inocuos» como hablar de democracia o derechos humanos son, para los 94 millones de internautas chinos, poco menos que imposibles, gracias a la colaboración de empresas occidentales con el régimen comunista.

La versión china del sistema de «blogs» de Microsoft, MSN Spaces, censura palabras como «libertad», «democracia», «manifestación» o «derechos humanos», advirtiendo al usuario: «Este texto contiene una expresión no autorizada. Por favor, suprímala». No es de extrañar que «sólo» en torno a cuatro millones de chinos se hayan animado a abrir un «blog». La cifra no es desdeñable: supone un décimo del total mundial, según la empresa Perseus, que estima en 31 millones los «blogs» actualmente existentes y en 53,4 millones los que habrá a fines de 2005. Desde su nacimiento en 2003, el volumen de «blogs» en Internet se dobla aproximadamente cada cinco meses, y actualmente se calcula que cada día surgen 40.000 nuevos diarios en la red.

Volviendo a China, algunos grupos de prensa internacional, como «Newsweek», han depurado sus versiones accesibles en China de artículos «problemáticos». Desde que Yahoo dio el primer paso en 2003, todas las grandes empresas de Internet se han hecho presentes en China: Microsoft se alió en mayo a Shanghai Alliance Investment, dirigida por el hijo del ex presidente comunista Yiang Zemin, y Google ha adquirido parte del buscador Baidu. La condición es cooperar con el filtro oficial. Y cuando las máquinas fallan, aparece la «policía de Internet», presente en 700 ciudades chinas. Según Brice Pedroletti («Le Monde», 16-06-05), en marzo el gobierno dio de plazo hasta fin de junio a los internautas para registrar sus «blogs», anunciando que suprimiría los de quienes no lo hicieran.

En abril, un estudio de OpenNet Initiative (cfr. «International Herald Tribune», 15-04-05) afirmaba que «China ha tenido más éxito que ningún otro país del mundo en el filtrado de Internet, a pesar de los rápidos cambios tecnológicos». A diferencia de los rudos métodos de Arabia Saudita -que filtra todo el tráfico de Internet a través de una agencia, que envía a los usuarios que piden páginas prohibidas una advertencia y las suprime-, los de China son más sutiles, según afirmaba John Palfrey, director del Centro de Estudios sobre Internet de la Escuela de Derecho de Harvard: «No sabes que no sabes, y eso es más eficaz que si ves que no puedes acceder a algo». Así, el buscador de Google en chino excluye de los resultados las páginas prohibidas por el gobierno chino. A modo de explicación, Google dice que más vale eso que incluir en los resultados páginas a las que no podrían acceder los usuarios chinos, por haberlas bloqueado el gobierno.

Así, con la ayuda de empresas occidentales, el gobierno chino levanta una muralla en Internet que no sólo separa a los millones de usuarios chinos del resto del mundo, sino que los manipula hábilmente. Cuando en 1999 un B-2 norteamericano bombardeó la embajada china en Belgrado, el «Diario del Pueblo», el mayor rotativo del país, propiedad del Partido Comunista, puso un foro para condenarlo. Mediante el filtrado de las informaciones, se ha conseguido que más de un lustro después, la inmensa mayoría de los chinos siga convencida de que aquello fue un ataque intencionado. Lo mismo puede decirse respecto a la captura de un avión espía norteamericano en 2001, etc.

El gobierno chino no prohíbe la violencia en general, sino que la encauza para que no se vuelva contra él. Así, permite páginas o discusiones que incluyen insultos y expresiones racistas contra Taiwán o Japón, aunque en el segundo caso el asunto se les fue de las manos. La muerte de Juan Pablo II fue un hecho sobre el que no se permitió hablar (cfr. «Wall Street Journal», 15-04-05). La libertad en Internet es un asunto virtual… que en China no se refleja en las pantallas.

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