El ciudadano chino no sabe lo que pasa fuera

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China está cada vez más presente en la escena internacional y todo el mundo quiere saber lo que pasa en China. Pero el gobierno chino no está interesado en que sus ciudadanos sepan lo que pasa en el mundo, al menos sin el filtro oficial.

Aunque la Constitución china garantiza en teoría la libertad de prensa, la realidad es que los medios de comunicación chinos siguen sufriendo la censura a la hora de transmitir información sobre lo que ocurre fuera del país. Las noticias sobre las manifestaciones ciudadanas que se han vivido recientemente en Myanmar y Pakistán son dos casos paradigmáticos, citados por International Herald Tribune (7-12-2007).

Para enterarse de lo que pasó hace unos meses en Myanmar, donde los monjes budistas encabezaron una revuelta a favor de la democracia, los ciudadanos chinos han tenido que contentarse con la versión oficial de los medios de comunicación de su país. El pasado 27 de septiembre, un día después de que el ejército birmano abriera fuego contra una muchedumbre desarmada, algunos importantes periódicos chinos salieron a la calle con una versión descafeinada de los hechos: “El gobierno de Myanmar ha sabido controlar la protesta de los monjes con moderación y sin recurrir a la fuerza”.

Esta información fue distribuida a los medios por la agencia de noticias estatal china Xinhua. Precisamente hace un año, el 10 de septiembre de 2006, esta agencia hizo uso de sus facultades de órgano regulador al emitir unas medidas que reducían considerablemente la libertad de prensa en el país. Entre otras cosas, la agencia estableció que en adelante las noticias publicadas en China por las agencias de prensa extranjeras serían distribuidas por la propia Xinhua.

Al igual que ocurrió en Myanmar, la información sobre el estado de emergencia y la ola de represión contra la oposición en Pakistán ha llegado sesgada a China. Por supuesto, los medios de comunicación chinos no dijeron nada acerca de los intereses del dragón asiático en Pakistán; tampoco mencionaron el hecho de que el gobierno chino haya proporcionado a Pakistán el 60% de su armamento. Tan sólo se limitaron a señalar el papel crispador que tuvo Estados Unidos en la crisis de Pakistán.

Que el Partido Comunista controla la información que llega del extranjero a China es algo que sabe todo el país. El periodista Xiao Fan trabajó para Radio Pekín desde 1975 hasta 1988. Ahora que vive en Australia y está lejos de la censura, recuerda que en su primer día de trabajo en la emisora le dieron una consigna muy clara: “Nuestra radio sirve de portavoz al partido y al gobierno. Debemos seguir la línea del partido”. Xiao Fan asegura que esta consigna sirve también para los periódicos y las cadenas de televisión nacionales.

Hoy día hay más información y más variada sobre lo que sucede en China que sobre la actualidad internacional. A pesar de la censura, la multiplicación de diarios y revistas, así como la presión de los periodistas, están consiguiendo ampliar los márgenes admitidos por la censura.

En cambio, las noticias de ámbito internacional son escasas. En parte, porque los medios de comunicación chinos apenas tienen corresponsales en el extranjero. Cuando se les pregunta a los editores de periódicos chinos por esta falta de interés hacia lo que ocurre fuera del país, casi todos echan la culpa al gobierno: de entrada, dicen, es el gobierno el que tiene que autorizar el envío de corresponsales al extranjero. Además, reconocen que no está bien visto entrevistar a gente de fuera o hablar con periodistas de medios extranjeros.

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