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Veronika decide morir

TÍTULO ORIGINALVeronika decide morrer

GÉNERO

Planeta. Barcelona (2000). 232 págs. 2.400 ptas. Traducción: Montserrat Mira.

Última novela de Paulo Coelho (Río de Janeiro, 1947), el escritor brasileño que sigue siendo un éxito de ventas en todo el mundo. En esta ocasión, y a diferencia de sus novelas anteriores (ver servicio 158/98), Paulo Coelho abandona las referencias explícitas a ese vago espiritualismo que mezcla con habilidad las filosofías orientales, el esoterismo y la religión católica para centrarse en una historia más realista.

Veronika es una joven de Eslovenia que intenta suicidarse. Las causas de esta drástica decisión no son muy evidentes, pues nada en su vida hace sospechar que se vea abocada a este final. Mientras aguarda a que los somníferos empiecen a actuar, lee en una revista francesa un reportaje sobre Paulo Coelho que despierta su interés; esto hizo que «por primera vez en su vida, considerase como verdadera una frase que estaba muy de moda entre sus amigos: nada en este mundo sucede por casualidad». Sin embargo, Veronika sobrevive a este intento de suicidio y es ingresada en un sanatorio psiquiátrico. Allí, poco a poco, con la ayuda de los médicos y de unos pacientes con los que consigue conectar, Veronika, gracias al amor, encuentra un cierto sentido a su vida, lo que la lleva a recuperar el optimismo y a plantearse la existencia de una manera muy distinta.

Basada en un suceso real de la vida del autor, a quien sus padres ingresaron en un psiquiátrico cuando era joven, Paulo Coelho escribe sobre la locura y la vida, el misterio y los sueños. El peso de la novela se lo lleva el mensaje, una epidérmica reflexión sobre el sentido de la vida y la necesidad de que los sueños se hagan realidad. Narrativamente, Coelho maneja un estilo directo, sencillo, sin florituras, un tanto cursi, fácil de leer y asimilar por un elevado número de lectores que no quieren grandes complicaciones y que aceptan como verdades absolutas este tipo de reflexiones: «¿Qué era la meditación sufí? ¿Qué era Dios? ¿Qué era la salvación (…)? Nada. Si todos (…) viviesen sus vidas y dejasen que los demás hiciesen lo mismo, Dios estaría en cada instante, en cada grano de mostaza, en el pedazo de nube que se forma y se deshace en el instante siguiente. Dios estaba allí, y aun así las personas pensaban que era necesario continuar buscando porque parecía demasiado simple aceptar que la vida era un acto de fe». Sí, demasiado simple, también como literatura.

Adolfo Torrecilla

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