Identidad

Guión: Michael Cooney
Intérpretes: John Cusack, Ray Liotta, Amanda Peet, John Hawkes, Clea DuVall, John C. McGinley
90 min. Jóvenes.

TÍTULO ORIGINAL Identity

DIRECCIÓN

GÉNEROS

Las películas con asesino psicópata han proliferado tanto que resulta lógica la prevención hacia cualquier film en esa línea. Sería un error adoptar tal posición respecto a Identidad, pues James Mangold entrega un film inteligente, donde el esfuerzo por tener al público con el corazón en un puño no está reñido con una historia coherente, que depara más de una sorpresa. No en vano, Mangold cuenta con una trayectoria fílmica razonable, en la que ha abordado la descripción de tipos desequilibrados (Heavy, Inocencia interrumpida), el cine policiaco (Cop Land) e incluso el romántico (Kate & Leopold).

Cuenta Mangold con un guión excelente, que sirve unos primeros 40 minutos perfectos. En ellos muestra cómo un grupo de personajes variopintos terminan pasando la noche en un solitario motel, aislados por una tromba de agua. Con preciso mecanismo de relojería somos testigos de la avería de un coche con un matrimonio y un niño a bordo. Desde aquí se encadena de modo vertiginoso a un atropello, en el que se ve involucrado el automóvil de una actriz de cine venida a menos. Y vamos sumando personajes: una prostituta de lujo, una pareja recién casada en Las Vegas, un policía que traslada a un peligroso preso, y el tipo que regenta el motel. La citación, al mismo tiempo, de un juez, que debe revisar una sentencia de muerte por nuevas pruebas, configura un cóctel extraño, donde el espectador anda desorientado, hasta que todo encaja.

La película bebe de excelentes fuentes, como la novela de Agatha Christie Diez negritos, citada expresamente, o el film Psicosis, de Alfred Hitchcock. Mangold maneja bien la unidad de tiempo de una noche de mil diablos, con lluvia continua, donde la fotografía nocturna es excelente. Quizá cae un poco en la truculencia, pero a cambio sabe transmitir el desasosiego de unos personajes en permanente crisis de identidad. Esto lo hace sobre todo a partir del personaje del chófer, magnífico John Cusack, pero también a través del resto del atinado reparto. Mangold engaña al espectador con coincidencias sospechosas, hasta un final que quizá sulfure a alguno, pero al que resulta imposible negarle su consistencia.

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