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Anglicanos de África rompen con los que aceptan las bodas gays

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Nairobi. La cuestión de las bodas gay sigue provocando tensiones en la Comunión Anglicana, y está haciendo que los anglicanos africanos rompan con las comunidades americanas que las aceptan. De momento cuatro de las once provincias de la Comunión anglicana en África han decidido no asistir a la Conferencia de Lambeth, que reúne a los obispos de la Comunión Anglicana cada diez años y cuya próxima edición se celebrará en Inglaterra en julio próximo.

Las cuatro provincias son Nigeria, Uganda, Kenia y Ruanda. Las tres primeras reúnen un número importante de fieles anglicanos en África; además, están consideradas como bastiones de un anglicanismo cuyo centro de gravedad se desplaza cada vez más al sur.

Divisiones en Canadá

Mientras las provincias africanas estaba discutiendo esto, el 13 de febrero la congregación anglicana más grande de Canadá decidió romper con su diócesis para pasarse a una tendencia más tradicional de Sudamérica (Anglican Church of Southern Cone), que dirige el arzobispo Gregory Venables. La congregación canadiense “fugada” pertenecía a la diócesis de New Westminster, donde las parroquias pueden celebrar bodas gay desde 2002.

El pasado diciembre una diócesis episcopaliana de Estados Unidos, que aglutina 47 iglesias y 8.300 fieles, también decidió unirse al arzobispo Venables. Otras 120 parroquias del país ya se han colocado bajo la autoridad de los obispos africanos.

El director de la Anglican Network de Canadá, Cheryl Chang, dijo que su grupo constituye una alternativa para aquellos fieles que quieren separarse de la Iglesia Anglicana de Canadá, sin dejar de ser anglicanos. Quienes siguen a Chang suelen hablar de “reajuste” más que de separación, e insisten en que no están dejando nada. Más bien, matizan, es la Iglesia Anglicana de Canadá la que está abandonando el anglicanismo.

Como resultado de todo esto, algunas iglesias podrían expulsar a congregaciones o bien terminar denegando la entrada a otras. También podrían aflorar algunas cuestiones complejas de autoridad, y podría haber despidos de sacerdotes. De hecho, un obispo canadiense ya ha advertido a sus sacerdotes que si no están dispuestos a celebrar bodas gays deberían “ser consecuentes y dejar su cargo”.

El pasado 24 de diciembre, cerca de veinte arzobispos, obispos y sacerdotes -casi todos africanos- anunciaron su decisión de convocar en Israel el próximo junio una conferencia mundial sobre el futuro del anglicanismo. Los evangélicos y los anglo-católicos, los dos grupos que se oponen con más firmeza a las tendencias liberales, irán a Jerusalén.

El motivo principal de estos movimientos se encuentra en la tendencia por parte de la corriente dominante del anglicanismo a tolerar los comportamientos homosexuales y permitir oficiar a los sacerdotes gays. Toda la polémica procede de la elección de un homosexual practicante como obispo episcopaliano de New Hampshire en 2003, en contra de lo establecido por la Iglesia anglicana, que no acepta la ordenación de homosexuales.

Los africanos, fieles a la Biblia

¿Volverá la Conferencia de Lambeth a ser lo que ha sido durante tantos años, o la de 1998 fue la última que consiguió reunir a todos los obispos anglicanos?

El arzobispo Peter Akinola, primado de Nigeria, lleva advirtiendo durante muchos años sobre este posible cisma. En una entrevista realizada en 2003 por la BBC, Akinola se pronunció con firmeza: “Nosotros decimos que somos cristianos amantes de la Biblia. Por eso, no podemos empezar a hacer cosas que la Biblia no permite. Cualquiera que sobrepase esa frontera, debe saber que no tiene nada que ver con nosotros. Es tan sencillo como eso”.

Algo parecido sostiene el secretario provincial de la Iglesia de Uganda, Aaron Mwesigye: “Si ellos no cambian y siguen aprobando las prácticas homosexuales y los matrimonios gays, tendremos que romper con ellos”. Hace diez años, varios líderes anglicanos de África advirtieron que la ordenación episcopal de sacerdotes gays “liquidaría las bases de la Comunión Anglicana”.

Los anglicanos progresistas no se dan cuenta de que están impulsando una agenda muy peligrosa. En su libro Bridal Wave, el activista gay Michelangelo Signorile escribe: “La acción más subversiva que pueden realizar los gays y las lesbianas -y que beneficiaría al conjunto de la sociedad- es transformar por completo la noción de familia. Se trata de una herramienta decisiva para desmantelar todas las leyes contra la sodomía, conseguir que los colegios públicos admitan la enseñanza sobre la homosexualidad y el sida, y lograr cambiar la visión que la sociedad tiene de nosotros”.

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