Médicos por petróleo, el acuerdo entre Fidel y Chávez

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Venezuela suministra a Cuba 53.000 barriles de petróleo diarios -un tercio de sus necesidades- a precios reducidos. A cambio, Cuba ha enviado a Venezuela unos 15.000 médicos y maestros, mientras la sanidad cubana se tambalea. Algunos ven en la operación un intento de exportar a Venezuela el «modelo» de la revolución cubana.

Los primeros médicos cubanos llegaron a Venezuela en junio de 2003, para ayudar en un plan llamado «Barrio Adentro» que preveía que 120 médicos cubanos y 35 venezolanos hicieran «consultas para los pobres». El desembarco casi centuplicó la cifra anunciada: funcionarios del aeropuerto de Maiquetía declararon que entre el 27 de septiembre y el 27 de octubre de 2003 ingresaron 11.530 cubanos, en 76 vuelos y por la terminal militar, con escaso control aduanero. La operación carecía de base legal, y el 11 de noviembre, el Tribunal Supremo de Justicia rechazaba la petición del gobierno de que 1.500 médicos cubanos pudieran ejercer su profesión en Venezuela sin convalidar sus estudios.

Desde octubre de 2000 (Acuerdo de Caracas), Cuba es la principal beneficiaria de los 80.000 barriles que reparte Venezuela diariamente en el Caribe con «financiamiento blando» (rebaja del 20% a condición de invertir en proyectos de desarrollo). Venezuela, quinto exportador mundial con ventas de entre 2 y 2,5 millones de barriles por día, obtendrá en 2004 al menos 5.500 millones de dólares adicionales al despachar cada barril de 159 litros a un promedio de 33 dólares, 13 por encima de lo calculado en su presupuesto.

Mientras Fidel Castro envía médicos cubanos al extranjero, la sanidad cubana, que tradicionalmente se ha presentado como uno de los grandes logros del régimen, se deteriora a pasos agigantados. Un panorama de su estado actual se desprende de un artículo de la revista católica cubana «Vitral» (n. 61, mayo-junio 2004), que, censurada y todo, denunciaba las «preocupantes señales de deterioro» en la sanidad cubana. La más visible son las carencias materiales de los centros de salud: «No todo es fruto del desgaste normal ni de la depreciación de los equipos, es sobre todo fruto de la manía de saqueo que se ha generalizado en todos lados, ante la escasez de todo y, sobre todo, de honradez e integridad personal», y de la «indolencia», tanto de trabajadores como de pacientes.

Otra señal es la deficiente organización, continúa el editorial: «Parece que, al organizar un hospital o un simple centro de atención primaria, lo primero no sea facilitar la estadía, el tránsito y la curación de la persona del paciente, pues el estilo de organización del centro se basa prioritariamente en cumplir normas impersonales, regular y entorpecer los servicios, prohibir el acceso y la estancia en lugares, retardar la atención con trámites y exigencias ajenas a lo estrictamente médico. El «sociolismo», la corrupción y las posiciones sociales, amén del acceso a los dólares, [son] premisas para poder acceder a una resonancia, por ejemplo, o a otros medios técnicos, exámenes y pruebas».

El envío de médicos al extranjero, como en la operación de Venezuela, repercute en la falta de atención a los pacientes cubanos, según «Vitral»: «Los médicos de familia han sido sacados de nuestros barrios para ser enviados a otros países. Ahora no existe un médico para cada consultorio, los que quedan no alcanzan humanamente a atender ni medianamente su nuevo radio de acción y la carga sobre ellos es agobiante y generadora de tensiones».

El éxodo de médicos se debe, por una parte, a motivaciones económicas: «Para mejorar en algo las penurias de aquí se marchan los médicos para cualquier país, donde están seguros de tener alguna mejoría económica, aun a costa de sus familias, de su estabilidad matrimonial, de la atención a sus hijos, de la permanencia en su país y hasta de su propia carrera profesional». Sin cuestionar la solidaridad con otros países, «Vitral» advierte que esto no tiene sentido cuando responde a «una decisión venida de arriba». «Así como no hay derecho a presionar de diferentes formas, algunas muy sutiles, para enviar médicos a misiones decididas con criterios políticos, tampoco hay derecho a retener, por dos, cinco o hasta diez años a un profesional de la salud que desea, personal y voluntariamente, marcharse a otro país».

Otro signo de deterioro que advierte la revista es «la falta de humanización en el trato» y de las relaciones entre paciente y personal sanitario.

Además de médicos, miles de maestros y de entrenadores deportivos cubanos han participado en campañas en Venezuela. Jaime Manso, presidente de la Federación Venezolana de Maestros, denunció en su momento la práctica de importar maestros de Cuba, mientras en Venezuela había miles de docentes desempleados.

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