Demócratas, a pesar de todo

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El reciente sondeo de Latinobarómetro, la prestigiosa encuestadora chilena, ha tomado en cuenta 18 países de la región y concluye que los latinoamericanos se mantienen apegados al ideario democrático aunque su realización siga aún distante.

Poco antes de completarse la primera quincena de noviembre, Latinobarómetro colgó en su web el estudio de opinión que, realizado con regularidad desde 1995, sirve también para auscultar la forma en que cambian las percepciones de los habitantes de América Latina. Atendiendo a este factor, parece que cinco años de fuerte crecimiento económico han promovido un lento pero firme apoyo de los latinoamericanos a la democracia y sus instituciones, si bien muchos permanecen frustrados por la forma en que funcionan en la práctica los sistemas políticos.

Los pobladores del subcontinente dicen en su mayoría percibirse a sí mismos como moderados, pero perseveran en su anhelo de líderes fuertes y de que sea el Estado quien les resuelva los problemas. Según Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, estos últimos rasgos remiten más a cuestiones culturales que políticas, porque en general la mayoría de los encuestados tiene la convicción de que la democracia es el único camino que contribuye al desarrollo.

Apoyo a la democracia

La encuesta, que no refleja los últimos efectos de la actual crisis económica, registra que desde 2001, fecha de la última recesión sufrida en la zona, el apoyo a la democracia se ha incrementado en doce países. Sólo en seis, sin embargo, es mayor este apoyo que en 1996. La victoria de Lugo en Paraguay y los éxitos del gobierno Uribe frente a las FARC han fortalecido las convicciones democráticas en ambas naciones, y otro tanto ha ocurrido en Venezuela entre los adversarios al régimen de Chávez después de lograr, en el referéndum de diciembre de 2007, detener el proyecto de reforma constitucional por el que el presidente pretendía prolongar indefinidamente su mandato.

Si los más satisfechos con su sistema de gobierno son, con diferencia, los uruguayos, es en Perú donde se llevan la palma del descontento, un dato paradójico si se considera que la economía peruana ha crecido en los últimos dos años con más rapidez incluso que las de otros países más grandes de la misma región. Las causas de este malestar, según la glosa de The Economist, parecen estar directamente asociadas a “profundos fallos del sistema político”.

Insatisfacción ante la desigualdad

La insatisfacción recogida por la encuesta se debe en buena parte a la desigualdad hondamente arraigada de América Latina. Un 70% de las respuestas coincide en señalar a los gobiernos como favorecedores de unos pocos privilegiados, y la mitad de ese porcentaje conviene en apoyar un régimen no democrático si es capaz de resolver los problemas económicos. Para una proporción semejante, la democracia no ha logrado reducir las desigualdades, y sólo el 30% piensa que existe igualdad ante la ley.

La decisión de Cristina Fernández de Kirchner de nacionalizar los fondos de pensiones se ve respaldada por un amplio porcentaje -el 90% en Argentina- que, según el sondeo, se ha mostrado partidario de que aquellos recursos estén en manos del Estado. A pesar de todo, el 56% de las respuestas se pronunció a favor de la economía de mercado como vía de desarrollo, y el grado de satisfacción con las empresas privatizadas aumentó desde un 15% en 2004 hasta el 32%.

México y Venezuela se incluyen entre los seis países para los que el crimen y la inseguridad personal es la principal causa de preocupación. Para otros diez son los problemas de la economía (desempleo, pobreza e inflación) los que mayor entidad revisten, mientras que Brasil ha puesto el sistema sanitario a la cabeza de la lista.

Ni de izquierdas ni de derechas

El porcentaje de respuestas identificadas con una postura política de centro ha aumentado desde 2003 del 29% al 42%, a pesar del auge de gobiernos de izquierda en la región. Según Marta Lagos, el florecimiento del centro indica un pragmatismo que inclina a los nuevos votantes a valorar la capacidad de respuesta de los líderes sin prestar atención a la tendencia ideológica.

Con todo, la batalla por la calidad de la democracia sigue siendo necesaria: de acuerdo a un informe que acaba también de publicar Freedom House, diez países latinoamericanos acusan síntomas de deterioro en la libertad de asociación. Y no hay que olvidar las advertencias de organizaciones como Human Rights Watch, Reporteros sin Fronteras o la Sociedad Interamericana de Prensa sobre el peligro que amenaza cada vez más el libre ejercicio del periodismo en la región.

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