Acabamos de conocer las nominaciones a los Oscar y, como temíamos, porque los Globos de Oro lo habían presagiado, no será un año para recordar. No tanto porque lo que se haya nominado sea malo, sino porque hay poco extraordinario y se han quedado fuera algunos títulos importantes.
Reconozco que me quedan un par de películas por ver; no he visto el drama carcelario Nickel Boys y ni A Complete Unknown, el apetecible biopic de Bob Dylan, dirigido por James Mangold e interpretado por Timothée Chalamet. Pero, del resto, aunque gran parte de la crítica haya decidido arrodillarse delante de La sustancia y de Demi Moore, sigo pensando que es una película con un arranque sugerente que tira por el gore porque a la media hora no se sabe qué más contar. Y por muy mucho empaque visual, por muy bella que sea la fotografía y la banda sonora, creo que The Brutalist es una cinta para enseñar en un festival, pero no para ganar un Oscar. Y que es una puñalada trapera tener al espectador “entretenido” tres horas y media en un oscurísimo biopic… totalmente falso.
Y hablando de festivales y público, aunque he defendido la originalidad de Emilia Pérez, tampoco sé si es una película que recomendaría a casi nadie. Aunque, en el caso de este musical, lo que en realidad me maravilla es que el discurso político vaya por un lado y la película por otro. Con otras palabras: si a mí me dicen que Emilia Pérez la ha rodado Elon Musk, me lo creo; pero el relato de los medios, de los premios y de las declaraciones es otro. Curioso. Me queda la duda de si en la recién reestrenada América de Trump las 13 nominaciones de Emilia Pérez vienen por el arte… o por otros intereses de parte.
En cuanto al resto de los títulos, ninguno me emociona: Ni Anora, ni Cónclave, ni Wicked. Puestos a elegir, me quedo con Aún estoy aquí, la durísima pero emotiva película dirigida por Walter Salles. Ahí sí hay una historia real, un drama potente, un buen guion y unas magníficas interpretaciones. Pero la cinta aspira también a mejor película internacional y sería muy osado que la Academia premiara un título brasileño. Ojalá.

En esta categoría, la de mejor película, echo de menos demasiados títulos que, además de convencer a la crítica, sí han enamorado al público. Echo de menos la dramática y absorbente Jurado nº 2, la magnífica El conde de Montecristo, la solvente y minusvalorada Civil War, la emotiva A Real Pain o la interesantísima Septiembre 5. Al menos estas dos últimas han sido nominadas al Oscar en la categoría de mejor guion original.
¿Más ausencias? Angelina Jolie merecía mención por su interpretación de María Callas. Y me hubiera encantado que la tailandesa Cómo hacerse millonario antes de que muera la abuela entrara en la categoría de mejor película internacional, por eso de poner un punto de luz sobre la condición humana.
Aunque, probablemente, la mayor injusticia es que no hayan nominado el vestuario de The Brutalist. Esa estatuilla sí que la merece. De calle. No sé el número de trajes que luce Adrien Brody en la película. Se lo he preguntado al ChatGPT y tampoco lo sabe. Pero son muchos, muchísimos. Y no hay uno feo. Puede parecer una frivolidad, pero este no-Oscar me confirma también que en los premios de la Academia ni son todos los que están, ni están todos los que son…
Ana Sánchez de la Nieta
@AnaSanchezNieta