Sin autores no hay libros

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Mucha tradición tiene el Salón del Libro, celebrado este año en París del 20 al 23 de marzo. Muchos problemas están planteados en torno a la edición. Pero la gran novedad ha sido la manifestación pública de centenares de autores ‑novelistas, ensayistas, ilustradores, dramaturgos, guionistas e, incluso, traductores–, que deseaban alertar a la opinión pública sobre las amenazas contra su oficio. Se ha recordado que, en 34 años de existencia de esta gran cita del sector editorial, no se había producido algo semejante.

Convocó la demostración el Consejo Permanente de Escritores (CPE), que reúne a 17 sindicatos y asociaciones de autores. El eslogan era coreado por los manifestantes, detrás de una pequeña pancarta: «Pas d’auteurs, pas de livres» (sin autores no hay libros). Antes, habían difundido una carta abierta, con más de 1.700 firmantes, titulada: “A los que olvidan que hacen falta autores para hacer libros”.

Una máquina permite imprimir un libro en la propia librería en menos de diez minutos

La reivindicación de los escritores se suma a las demás cuestiones que hacen cada vez más dura la edición. Les preocupa la evolución cultural y algunas disposiciones normativas que emanan de la Unión Europea: en concreto, el proyecto de armonización de los derechos de autor; o la decisión del Tribunal Europeo de Justicia, que impone al libro digital un IVA del 20%, frente al actual 5,5%, lo que repercutirá en la retribución de los autores. Al cabo, constituyen en estos momentos la mínima parte de la economía del libro, en una tendencia decreciente: el 69% percibe menos del 10% del precio de venta e, incluso, el 19% cobra menos del 5%

Cómo afecta el libro digital a las librerías independientes

En su edición del 19 de marzo, La Croix publica una entrevista con Christian Thorel, director de la librería Ombres Blanches de Toulouse desde 1975. 

Afirma con aplomo que la economía del libro digital resulta incompatible con la de las librerías independientes, basada totalmente en el libro impreso, 95% de su volumen de negocio.

De hecho se opone a la expresión francesa “livre numérique”. Considera que debería hablarse no de un libro, sino de un “texto numérico”. A su juicio, no se trata de un mero cambio de formato: la transición a la tecnología digital tiene un impacto enorme en todo el proceso editorial: fabricación, distribución, difusión, modo de lectura. Supone una ruptura radical con la concepción clásica del libro.

La economía de las librerías independientes está basada totalmente en el libro impreso

Thorel aporta datos interesantes, también por venir de una persona que vende casi un millón de libros al año: es el bien de consumo con menor elevación de precios desde finales de los años setenta; incluso, un libro de arte es dos veces más barato hoy que entonces; en los últimos cuatro años, el precio medio bajó de 12,10 € a 12,03. Y no resulta fácil aumentar el total de ventas para sostener el conjunto del proceso de edición.

Pero no es partidario de subvenciones, como sucede con el cine o el teatro. Así se promueve una política a favor del acceso general, en lugar de apostar por la calidad y alentar al público a pagar por espectáculos de valía. A título anecdótico, pero expresivo, se pregunta si la gente sabe que el precio de dos refrescos en una terraza en la plaza del Capítulo en Toulouse equivale a una entrada de teatro o a un libro de 600 páginas que aporta 15 horas de lectura: “hay que animar a los lectores –concluye– a comprar libros o ir al museo por su calidad y no porque su precio es bajo”.

Impresión exprés en las librerías

Comenta Le Monde, en su edición del día 20, que una de las mayores atracciones del Salón para el gran público, será el aparato que permite imprimir un texto en la propia librería en menos de diez minutos. Podrá verse en los stands de dos conocidas casas editoriales, La Martinière y Presses Universitaires de France (PUF: universalmente conocida por su colección Que sais-je?). Instalarán durante la duración del evento dos máquinas para imprimir libros en tiempo real.

Se trata de una técnica introducida en Estados Unidos hace diez años. En Europa se está desarrollando a través del programa Ireneo, con aparatos de la sociedad japonesa Ricoh, líder mundial en fotocopiadoras. Se puede imprimir en siete minutos un libro de 220 páginas, con la misma portada y encuadernación que el texto en papel, sin variar su precio.

El Tribunal Europeo de Justicia ha dado por bueno un IVA del 20% para el libro digital

La técnica resuelve cuestiones tradicionales de los editores: fijar la tirada de una novedad minoritaria, limitar los costosos stocks o, en fin, resolver el clásico problema de los libros agotados. La incertidumbre sobre la venta desaparece. Pero será necesario más espacio en las librerías, así como financiar los aparatos, que cuestan unos 80.000 euros.

La Espresso Book Machine funciona ya en algunas librerías y universidades de Estados Unidos. En concreto, McNally Jackson, en el sur de Manhattan, invita a sus clientes a tomar un café mientras se imprime el libro encargado. Pero todo sigue siendo experimental, aunque suscite esperanzas. Para el director general de PUF, Frédéric Mériot, sería “la revancha del libro impreso sobre el libro digital”. “Nuestro mundo –añade– se ha vuelto tan virtual que cada vez más gente siente la necesidad de tocar”. Para Hubert Pédurand, encargado del programa Ireneo, el nuevo servicio será como “el YouTube de los escritores”. El tiempo dirá…

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