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Los pequeños editores británicos se rebelan contra Waterstones

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Los pequeños editores británicos se rebelan contra Waterstone’s
La cadena de librerías quiere pagar menos y más tarde, para compensar el descenso de beneficios

Afinales de octubre pasado, Waterstone’s -la mayor cadena de librerías de Gran Bretaña- envió una circular a las editoriales para comunicarles que a partir de entonces les pagaría a 90 días, no a 60. Además, les pedía una revisión de los contratos, para comprarles los libros con un descuento del 50%, en vez del 35-40% acordado.

La posición dominante de Waterstone’s entre los detallistas hace que sus exigencias sean difíciles de resistir, sobre todo para las editoriales pequeñas. Pero estas mismas, que son las que más pierden si se pliegan a tales condiciones, se han organizado para intentar parar los pies a la cadena.

Los editores independientes han movilizado a la prensa y a los escritores en su favor. En noviembre, la Sociedad de Autores publicó un comunicado en que pedía a Waterstone’s que tuviera en cuenta «los problemas de las pequeñas editoriales». Los rebeldes lograron también que saliera en su defensa una decena de diputados laboristas.

En buena parte, el conflicto es consecuencia del abandono del Net Book Agreement en 1995, el acuerdo -en vigor durante casi un siglo- que establecía la venta de libros a precio fijo (ver servicio 142/00). Ahora, los fuertes descuentos ofrecidos por las grandes superficies constriñen a todos los demás eslabones de la cadena del libro: pequeñas librerías, distribuidores y editoriales. Es verdad que ya antes, con precio fijo, las grandes superficies imponían condiciones de pago y devoluciones de invendidos que ahogaban a los proveedores. Pero si la libertad de precios no es el único origen del problema, lo ha agravado. Aunque tras el abandono del acuerdo ha subido un poco la venta de libros, la competencia en descuentos ha reducido drásticamente los márgenes comerciales de todos los implicados. Y los títulos que no son best sellers han experimentado fuertes subidas de precio.

A la vista de la situación se comprende mejor la postura de Waterstone’s, que su jefe de compras, Chris Rushby, explica en declaraciones a Le Monde (19-I-2001). Los beneficios bajan, dice, mientras que «nuestros gastos de gestión son enormes», pues la cadena tiene cerca de 10.000 proveedores -editoriales pequeñas, en su gran mayoría- y casi igual número de contratos distintos con ellos. El año pasado, añade, de casi la mitad de los títulos puestos a la venta en los establecimientos de la cadena, no se había vendido un solo ejemplar al cabo de tres meses. «Ya no podemos continuar así», sentencia Rushby. La solución, para él, es «reducir el número de obras que se publican». Gran Bretaña edita más de 100.000 títulos anuales, tres veces más que Francia, con una población similar.

Waterstone’s está ganando el forcejeo con las pequeñas editoriales. La mayoría han renegociado sus contratos y han aceptado cobrar a los 90 días. Pero, según Le Monde, han conseguido que Waterstone’s se contente con descuentos del 40-45%.

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