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La editorial Anagrama cumple 40 años

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Anagrama cumple 40 años. Desde abril de 1969 ha publicado cerca de 3.000 títulos y se ha convertido en una editorial de referencia, con prestigio en el mundo cultural, en España y Latinoamérica. A pesar de los drásticos cambios que en las últimas décadas se han dado en el mundo editorial español, con absorciones y fusiones, y la irrupción de las multinacionales de la edición, Anagrama ha sabido mantener su independencia y su ambicioso proyecto editorial.

Jorge Herralde (Barcelona, 1935) es el motor de esta editorial que nació en Barcelona en un contexto histórico y político que influyó de manera determinante en su oreintación ideológica.

En esos mismos años inician o consolidan su labor con parecidos planteamientos políticos otros editores que ocuparon, y algunos siguen en la brecha, lugares importantes en la edición española, como Carlos Barral, Mario Muchnik, Beatriz de Moura, Esther Tusquets… Algunos de estos editores impulsaron la creación, a inicios de la década de los setenta, de Distribuciones Enlace, de la que formaban parte las editoriales Anagrama, Seix Barral, Edicions 62 (Península en castellano), Laia, Lumen, Fontanella, Tusquets y Cuadernos para el Diálogo.

Supermercado de la contestación

Escribe Herralde que “en otoño de 1967, después de algunas tentativas, decidí emprender una editorial, de vocación primordialmente política, antifranquista y heterodoxa”. El proyecto cuajó por fin en 1969, cuando aparecieron los primeros títulos: Detalles, de Hans Magnus Enzensberger, y Los procesos de Moscú, de Pierre Broué. De hecho, Anagrama “empieza como una editorial básicamente de ensayo, en la que los textos políticos tenían gran importancia”. En los primeros años publicaron obras de Mao, Trotski, Rosa Luxemburgo, Bakunin, Kropotkin, Lenin, el Che… Sus libros provocaban deliberadamente la agitación cultural. Para Herralde, en aquellos años “la editorial era un supermercado de la contestación”. Vista hoy, en cambio, esta veta revolucionaria parece más bien un cementerio de elefantes ideológicos.

La evolución de la sociedad española provocó también cambios en la línea editorial, y los textos abiertamente marxistas fueron perdiendo terreno a favor de un ensayo que recogió muchas de las propuestas del Mayo del 68.

A principios de los ochenta aparecen las dos colecciones literarias más importantes de Anagrama: “Panorama de narrativas” (1981), dedicada a la literatura extranjera, y “Narrativas hispánicas” (1983). Aunque Anagrama sigue publicando obras de pensamiento, el peso de la editorial ha pasado a las colecciones literarias. Anagrama convoca todos los años el Premio de Ensayo, que se inició en 1973, y el Premio Herralde de Novela, cuya primera convocatoria fue en 1983.

Biblioteca de aniversario

Para celebrar su 40 aniversario, han lanzado en los kioskos la Biblioteca Anagrama, una selección de cien libros con lo que considera lo mejor de su catálogo editorial y un resumen también de la actividad editorial emprendida durante estos cuarenta años. La selección carga el acento en la novela, como el género preferido por los lectores de Anagrama; en la selección hay diez libros de ensayos y otros diez libros de cuentos.

La nómina de los autores extranjeros elegidos explica la importancia de Anagrama, donde ha recalado una parte significativa de los escritores más innovadores de la literatura contemporánea. Por ejemplo, entre los escritores estadounidenses están nombres Truman Capote, William Faulkner, Vladimir Nabokov, Norman Mailer, William Burroughs, Jack Kerouac, Kurt Vonnegut, Patricia Higshmith, John Fante…

También autores muy actuales, como Paul Auster (aparece en la selección con nada menos que cinco títulos, lo que demuestra su tirón en España), Richard Ford, el desaparecido Raymond Carver y Tom Wolfe, con algunos de sus títulos históricos. También figura un autor ya pasado de moda que tanto influyó en la eclosión de determinada literatura marginal, Charles Bukowski. Y la única novela de John Kennedy Toole, La conjura de los necios, uno de los long-sellers más exitosos de la editorial.

British Dream Team

A continuación, hay que destacar la presencia en esta selección, y en el catálogo de Anagrama, de los autores británicos, tanto de algunos significativos del siglo XX (como John Fowles, Tom Sharpe y P.G. Wodehouse) como de una selecta muestra de la literatura contemporánea. El propio Herralde los ha etiquetado con fortuna como British Dream Team, entre los que se encuentran Ian McEwan, Martin Amis, Julian Barnes, Kazuo Ishiguro, Nick Hornby; en el mismo equipo se puede incluir también a dos autores anglo-indios: Arundhaty Roy y Vikram Seth.

La representación francesa combina los autores consagrados (como Albert Cohen y Gorges Perec) con las promesas (Amélie Nothomb) y los que viven de la polémica (Michel Houellebecq y Fréderic Beigbeder). En la lista están también el japonés Kenzaburo Oé, los alemanes Bernard Schlink, Hans Magnus Enzensberger, W.G. Sebald; y los italianos Claudio Magris, Roberto Calasso, Antonio Tabucchi y Alessandro Baricco (del que se publican Océano mar y Seda, otro de los exitosos long-seller de Anagrama).

Españoles de prestigio

La selección muestra también la intuición de Herralde a la hora de editar autores españoles. Aunque algunos que se iniciaron con Anagrama luego abandonaron la editorial -como Javier Marías y el recientemente fallecido Francisco Casavella-, un buen número le sigue siendo fiel, como Álvaro Pombo, Enrique Vila-Matas, Rafael Chirbes, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix, Belén Gopegui, Javier Tomeo, Soledad Puértolas, Quim Monzó o Sergi Pàmies. En la selección hay también dos productos de temporada: uno, Patty Difusa, con textos iniciáticos de Pedro Almodóvar; y otro, actual, Los girasoles ciegos, desigual colección de relatos de Alberto Méndez.

Entre la literatura hispanoamericana los elegidos son Alfredo Bryce Echenique, Ricardo Piglia, Sergio Pitol y Roberto Bolaño, uno de los actuales buques insignia de Anagrama. Y en el ensayo, hay libros de José Antonio Marina, Vicente Verdú, Carmen Martín Gaite, Harold Bloom, Ryszard Kapuscinski y Oliver Sacks.

Fidelidad a una idea

Desde sus inicios, editar un libro nunca fue para Herralde una cuestión aséptica, lo que se sigue apreciando en sus preferencias ideológicas, en la línea de una izquierda ilustrada y cultural, a veces radical y atenta a la moda underground, aunque ha tenido el acierto de no convertir su editorial en una herramienta ligada a un determinado proyecto político. Pero la propia dedicación preferente de Anagrama hacia la literatura demuestra que Herralde ha tenido más olfato para la ficción que para las corrientes de pensamiento con futuro.

Su idea de la edición la explica así: “Una de mis vocaciones editoriales es ejercer como de sismógrafo, como cronista de la época que vivo”. Quizá por eso ha compartido también las ilusiones y las decepciones de una izquierda cultural que desde los años fundacionales de Anagrama creía encarnar los signos de los tiempos.

El prestigio alcanzado por Anagrama no se improvisa sino que es fruto de años de estar al tanto de modas, tendencias y novedades editoriales. Anagrama ha mantenido así su papel de protagonista de la vida literaria de nuestro país, aportando unas señas de identidad que rechazan la consideración del libro como un mero producto comercial.

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