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La edición electrónica no desplaza al papel

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La sustitución de la letra impresa por la imagen no se ve llegar. En Estados Unidos, donde el sector audiovisual está más desarrollado, el público sigue gastando más en libros (23.800 millones de dólares en 1994, unos 95 dólares por persona) que en cualquier otro producto de diversión o cultura (en segundo lugar está la televisión de pago, con 80 dólares por persona). Y la edición electrónica, aunque crece, es todavía una pequeña parte del negocio editorial, restringida a las obras de consulta.

Muestra del limitado campo que aún tiene el libro electrónico es el caso de Simon & Schuster, la mayor editorial norteamericana, propiedad de Viacom, el gigante de la televisión por cable. Esta editorial ha adoptado decididamente la tecnología digital. Ha invertido más de cien millones de dólares en proyectos multimedia. Los productos electrónicos suponen ahora el 22% de su volumen de negocios, frente a prácticamente nada hace cinco años. El 40% de sus títulos aparecen en CD-ROM.

Sin embargo, esos datos no significan la victoria del bit sobre el papel. En primer lugar, no todos los editores están convencidos de las posibilidades del soporte informático. Los dos inmediatos competidores de Simon & Schuster, Bantam Doubleday Dell (propiedad de Berteslmann) y Random House, apenas se han metido en ese negocio. Por otra parte, Simon & Schuster es un caso especial, pues obtiene el 41% de sus beneficios con libros didácticos. Y es en este tipo de obras donde el soporte informático tiene más ventajas.

De hecho, en Francia, una encuesta de Sofres revela que el público aprecia las cualidades del soporte informático, aunque sólo para el caso de las obras de consulta, y con reservas. En la patria de la enciclopedia, el 66% de los entrevistados opinan que la letra impresa es más adecuada si lo que se busca no es un dato escueto, sino profundizar en un tema. El 74% dice que es más fatigoso leer un texto largo en una pantalla; el 42%, que es complicado usar un CD-ROM. En fin, sólo el 38% se muestra interesado en adquirir una enciclopedia en disco.

Además, la tecnología digital de Simon & Schuster está sobre todo en el proceso de fabricación, no en los productos finales, que en su mayor parte siguen siendo libros impresos. Los electrónicos, en conjunto -como ha reconocido al New York Times el propio presidente de la editorial-, no dan aún beneficios, ni se espera que los den hasta dentro de varios años. Según la revista Publishers Weekly, hasta ahora sólo han sido rentables el 5% de los títulos multimedia editados en Estados Unidos. En cambio, el sistema informático de producción permite reducir costos.

Esta ventaja puede ser decisiva en el nuevo panorama del mercado, que se distingue por la venta masiva en grandes establecimientos, en vez de las librerías tradicionales. Las cadenas de tiendas, capaces de vender libros en enorme cantidad, imponen su ley, obligando a las editoriales a bajar los precios y aceptar abundantes devoluciones. El costo de retirar ejemplares invendidos se ha duplicado en veinte años, y ahora es el principal agujero por el que las editoriales ven escapar beneficios. Si la producción electrónica progresara hasta permitir hacer tiradas rápidas, en función de la demanda, las editoriales se ahorrarían buena parte del dinero que ahora gastan moviendo y almacenando libros.

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