Gran oferta para un público insuficiente

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Aunque la industria editorial española es una de las más fuertes de Europa, existe una justificada sensación de crisis. Quizá el dato más revelador es el del número de lectores habituales: según una encuesta reciente del CIS, un 35% de los españoles no lee nunca o casi nunca, mientras que el 47% dice leer libros al menos una vez a la semana en su tiempo libre. Con todo, la mitad de los encuestados reconoce no haber comprado un solo libro en los últimos doce meses, y un 70% no ha pisado una biblioteca en ese mismo periodo.

En EE.UU. el libro digital supone el 21% de las ventas

La burbuja editorial

Sin embargo, las editoriales han continuado inundando las librerías con nuevos títulos. Según el informe El sector del libro en España 2012-2014, publicado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en 2013 se pusieron a la venta cerca de 75.000 títulos nuevos –más otros 15.000 entre reediciones y reimpresiones.

España encabeza el ránking de editoriales por número de habitantes, y algo similar ocurre con las librerías, aunque seis de cada diez tienen un volumen de negocio pequeño (menos de 150.000 euros de facturación al año).

El desajuste entre oferta y demanda ha llevado a acuñar el término “burbuja editorial”. Por ejemplo, de los ejemplares impresos en 2012, cuatro de cada diez no fueron vendidos, la ratio más alta del último decenio. Aquel año se pusieron a la venta 20 millones de ejemplares más que en 2001, pero se vendieron 16 millones menos.

El pico de esta burbuja se produjo en los años previos a la crisis, aunque la tirada media ya empezó a descender. De 2007 a 2012 esta bajó de 5.000 a 3.500 ejemplares. Desde 2010, la publicación de originales ha descendido un 23%, y la facturación de las editoriales lo ha hecho en un porcentaje similar. La bajada en ejemplares vendidos ha sido aún mayor (30%), pero el aumento del precio medio ha amortiguado levemente la caída en ingresos.

El auge del libro electrónico consigue apenas mitigar la crisis: entre 2009 y 2012, las ventas de e-books crecieron en 23 millones de euros, mientras que el papel perdía la friolera de 650 millones de euros.

El sector de la literatura fue el único que aumentó su facturación en 2012, y dentro de él la novela – especialmente la romántica o de intriga–, siguen acumulando el volumen más alto de ventas.

Los libros digitales suponen el 23% de la producción en 2013, pero solo el 3% de los ingresos

Con todo, el sector que aún capitaliza el porcentaje más alto de la facturación son los libros de texto: se llevan uno de cada tres euros gastados en libros. No obstante, la migración hacia el libro digital es más fuerte en los libros de texto que en ningún otro sector.

El libro digital: más títulos, escasos ingresos

En España, las cifras del ebook varían mucho según se atienda a la edición de nuevos libros o a su facturación. Según el informe del MECD, los libros digitales suponían el 23% (20.000 títulos) de la producción en 2013, pero solo el 3% de la facturación.

La edición ha crecido mucho desde 2008, cuando las publicaciones digitales apenas representaban un 2,5% del total. Actualmente una de cada cuatro editoriales ya oferta ebooks, aunque entre las que sirven una proporción significativa de sus libros en este formato solo una se dedica fundamentalmente a la literatura: Anaya. En cambio, hay tres especializadas en el sector del libro de texto. En esta categoría, que ya factura el 30% de todos los ingresos digitales, una de cada tres obras se edita en digital.

Además, a la producción de libros digitales que registra el mercado habría que sumar todos aquellos que se publican sin ISBN, y que por tanto son invisibles para las estadísticas. Según algunas estimaciones referidas a Estados Unidos, esto ocurre con casi el 30% de los ebooks.

Con todo, si nos fijamos en el porcentaje que las obras digitales representan en la facturación total por sector, el dibujo es bien distinto, al menos en España: incluso en los ámbitos de la literatura o los libros de texto, donde la producción digital es abundante (33% y 28% respectivamente), la facturación correspondiente a los ebooks no sube del 3%.

De los libros editados en 2012 cuatro de cada diez nunca fueron comprados

La piratería es un gran problema. Según un estudio publicado en 2013 por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Hábitos de lectura y compra de libros en España, solo uno de cada tres lectores de ebooks dice pagar por sus descargas. Esto supone para las editoriales una pérdida anual de unos 300 millones de euros.

El papel para algunos libros; el e-reader para otros

La falta de proporción entre cuota de mercado (número de ejemplares vendidos) y cuota de facturación no es tan grande en el sector digital de otros países como Estados Unidos. En varios posts publicados en Publishing Technology, Jane Tappuny analiza los últimos datos ofrecidos por Nielsen Books & Consumers –una auditora de la industria editorial norteamericana cuyos análisis gozan de gran prestigio en el sector–. Tappuny relativiza la idea de que las ventas de libros digitales hayan tocado techo, o de un supuesto “retorno de los libros reales”.

Aunque es cierto que en el primer semestre de 2014 la cuota de ventas del ebook (como porcentaje del total) bajó con respecto al año anterior, situándose en un 21%, esta caída se debe a un factor más bien coyuntural, como es el descenso interanual de las ventas en la categoría de ficción (excluyendo la infantil y juvenil).

Las cuentas del sector digital dependen en gran medida de esta categoría (un 65% de todos los ebooks comprados pertenecen a ella). Y los últimos años no han ido nada mal: desde 2012 se han vendido más libros de ficción en formato digital que impresos. El aumento en la venta de ebooks ha cubierto de sobra las pérdidas del papel.

En cambio, hay otras categorías donde lo digital no ha tenido tanta entrada. El ejemplo más claro es la no-ficción, donde los ebooks solo representan el 15% en este sector. Por ello, en él, el crecimiento del libro digital no ha bastado para paliar la caída del papel.

La llegada de los ebooks tampoco ha hundido al papel en la categoría de la literatura para adolescentes o jóvenes, que ha crecido mucho en los últimos diez años. La diferencia entre el crecimiento de la ficción para adultos y el de la juvenil es que el primero se debe fundamentalmente a los libros digitales, y el segundo no. De hecho, entre 2009 y 2014, las ventas de ficción juvenil impresa aumentaron un 8%. Estas estadísticas confirman lo que han señalado distintas encuestas a jóvenes de entre16 a24 años: en torno a un 75% prefiere el libro impreso al ebook.

En resumen, se puede decir que cada formato está seleccionando un perfil de libro distinto: ficción y público adulto es la especialidad de los dispositivos digitales; no ficción y literatura juvenil las del papel.

Con todo, antes incluso que adaptarse al nuevo paradigma de lectura, la primera tarea de las editoriales es incorporar a los no lectores.

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