Europa experimenta cómo vender más libros

publicado
DURACIÓN LECTURA: 2min.

En Europa se está probando el efecto que tiene fijar un precio único para los libros o liberalizar la venta. En medio del incompleto ensayo, un estudio citado por The Economist (6-IV-96) apunta que los consumidores gastan una cantidad de dinero relativamente fija en libros y que, por tanto, la industria editorial no gana nada con los descuentos de un sistema de mercado libre.

Los sistemas de precio fijo son en general de dos tipos: convenio entre editores y libreros, como en Alemania; o bien una ley, como ocurre en Francia con la ley Lang. En ambas modalidades se evita gran parte de la competencia entre editores, pero suele darse más o menos margen a las librerías para que establezcan descuentos. En Gran Bretaña el sistema de precio único para los libros se hundió el pasado septiembre, en parte porque los libreros temían la invasión de libros baratos importados de Estados Unidos a través de Holanda. No obstante, otros países, como Bélgica, Italia, Portugal y Grecia, están planteándose introducir serios controles e incluso fijar los precios. Claro que sólo a Bélgica se le podría plantear un problema similar al de Gran Bretaña con Estados Unidos, por la competencia de libros franceses.

Los que defienden el precio único dicen que la libertad de precios perjudica al mercado editorial, tanto a la edición de libros como a las librerías pequeñas. En su opinión, el libre mercado impulsa la venta de best sellers con importantes descuentos, a expensas de muchos libros excelentes que no son tan populares. Y eso favorece a las grandes superficies y quita negocio a las librerías pequeñas. En cambio, con el sistema de precio fijo, dicen, los amplios beneficios de los libros más vendidos -que ya no tienen descuentos- permiten a los editores gastar más en promocionar también en librerías menores otras obras valiosas que son menos conocidas.

Sin embargo, no está aún demostrado que los precios fijos favorezcan la producción editorial y la venta en librerías. Se dan casos que lo corroboran y otros que lo desmienten. A favor, por ejemplo, Noruega, que, con un sistema de precio fijo y la mitad de población, tiene tantas librerías como su vecina Suecia. En contra está el caso del sistema controlado de Francia, que no está protegiendo a las librerías. Pues entre 1990 y 1994 éstas han perdido cuota de ventas (del 41% al 33%), mientras que en supermercados y grandes superficies se venden ahora más libros que antes (se ha pasado del 15% al 25%).

La opinión de Francis Fishwick, de la escuela de negocios de Cranfield, es que la gente gasta en libros una cantidad de dinero bastante estable, al margen del precio de cada ejemplar. Eso implica que la industria en conjunto no gana nada por los descuentos. De ahí que, en el caso de un sistema libre, los editores de autores afamados y la mayoría de las pequeñas librerías podrían ganar sólo si atrajesen al público que compra libros minoritarios y frecuenta las librerías especializadas.

Contenido exclusivo para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.

Funcionalidad exclusiva para suscriptores de Aceprensa

Estás intentando acceder a una funcionalidad premium.

Si ya eres suscriptor conéctate a tu cuenta para poder comentar. Si aún no lo eres, disfruta de esta y otras ventajas suscribiéndote a Aceprensa.