Ya se ofrecen libros a la medida en Internet

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Stephen King prescindirá del editor para su próxima novela en versión electrónica

La vieja idea de adaptar el producto a las necesidades del cliente empieza a ser posible en el libro, gracias a Internet. Ya se están poniendo en marcha iniciativas por las que el lector podrá comprar, en vez del libro unitario, los capítulos que le interesan, o componerse un texto con materiales de distinta procedencia.

El impacto de Internet y las nuevas tecnologías en el mundo del libro es evidente. En primer término, está influyendo en el modo de vender libros. Cualquier aficionado a la lectura con cierta capacidad de navegación conoce amazon.com u otras librerías virtuales. Es posible que las primeras veces que «entre» no llegue a comprar. Sin embargo, amazon.com ha hecho posible que (potenciales) lectores y ávidos buscadores de información o simple bibliografía tengan acceso a un buen servicio que, aun concebido de forma comercial, es de una calidad notable. Mucho más cuando, como ocurre en algunas webs de editoriales, uno puede «bajarse» todo un capítulo de un libro para ver si le convence.

No hablemos ya de otros servicios «no comerciales» de bases de datos bibliográficas de centros universitarios, bibliotecas y demás: cualquier investigador sabe lo mucho que Internet puede hacer por él. El balance es, pues, positivo. Hoy es más fácil saber qué libros hay y qué nos ofrecen. Otra cosa es que compremos, consultemos … y lleguemos a leer.

Pero Internet no sólo ofrece esto. Está cambiando el modo de la edición. Los medios electrónicos empiezan a ofrecer la posibilidad de que el «cliente» configure el libro a medida de sus necesidades y gustos. Según informa International Herald Tribune (19-VII-2000), el pasado mes de junio iUniverse.com (una empresa editora on-line), IDG Books (una editorial tradicional de libros prácticos), Frommer (guías de viaje) y una cuarta empresa han creado el primer sistema de configuración «a medida del cliente» del libro de viajes adecuado para cada ocasión… servido a través de Internet. El cliente elige los capítulos que le interesan de una guía o de varias, y puede recibir el conjunto en versión electrónica o pedir que se lo impriman en forma de libro y se lo envíen.

Las posibilidades van más allá, puesto que en el ámbito educativo los profesores podrán configurar su manual o libro de texto (o textos) ideal o adecuado para cada clase, tal y como apunta James Lichtenberg, presidente de Lightspeed, consultora de editoriales educativas. De hecho la editorial McGraw-Hill ha creado una base de datos llamada Primis (www.mhhe.com/primis) que ofrece 180.000 páginas de 20 disciplinas a los profesores para que estos se confeccionen sus propios «manuales».

Por otro lado, editoriales vinculadas al mundo de la universidad o de la investigación están comenzando a utilizar Internet como herramienta para «aligerar» los libros de alto contenido bibliográfico. Es decir, publican la versión impresa «ligera» (sin citas, sin referencias) del texto para hacerlo más económico y accesible… y dejan el resto de corte más «científico» para un anexo electrónico publicado en Internet. Lógicamente esta modalidad ha levantado bastante controversias por cuanto un trabajo científico o de cierto nivel debe ir acompañado del consiguiente aparato bibliográfico. Por otra parte, hay que definir quién debe mantener la página web con la bibliografía: ¿el autor o el editor?

Las nuevas tecnologías permiten a las editoriales pequeñas e independientes y, consiguientemente, a muchos autores publicar con más facilidad y menores costes. Pero también pueden llevar a que el autor se dirija directamente al lector sin pasar por el editor. Esto se lo puede permitir un autor con un público numeroso e incondicional como Stephen King.

El pasado marzo, King publicó el relato Riding the Bullet, sólo en versión electrónica puesta en Internet, y vendió 500.000 ejemplares a 2,5 dólares cada uno. En este primer ensayo de edición electrónica la publicación corrió a cargo de la editorial Simon & Schuster y del propio King, que se repartieron a medias los beneficios.

En cambio, para su próxima obra, King ha pensado que puede prescindir también del editor y ha decidido hacer una prueba. Pondrá en Internet el primer capítulo de su novela The Plant, que cualquiera podrá «bajarse». Y si más del 75% de los que así hicieron le envían un dólar, seguirá escribiendo; si no, no pondrá más. Pero aunque prescinda del editor, necesitará a alguien para abrir y procesar los cientos de miles de sobres; y deberá asegurar que el servidor no quede colapsado como ocurrió la vez anterior.

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