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Víctimas de la tradición y de la permisividad

publicado
DURACIÓN LECTURA: 3min.

A 12 médicos en el estado indio de Rajasthan se les ha suspendido la licencia para ejercer la medicina, por aplicar tests de determinación de sexo a mujeres encintas. Dichas pruebas están prohibidas por ley desde 1994, cuando el gobierno central se propuso combatir la extendida práctica del aborto basado en el sexo del feto.

En un país donde una de las bendiciones más comunes es “que Dios te dé ocho hijos varones”, se sabe contra quiénes va enfilada la práctica: contra las niñas. Y todo un ordenamiento socioeconómico y cultural favorece este crimen, con tradiciones como la dote, que la familia de la mujer debe entregar al hombre que la toma en matrimonio.

La dote está igualmente prohibida desde 1961; sin embargo, amplios sectores de la población hacen caso omiso de la ley y mantienen la tradición, que incentiva los abortos selectivos de niñas. “Invertir hoy 500 rupias, puede ahorrarte 50 000 mañana”, suele decirse, pues 500 rupias, equivalentes a 7,5 euros, son el precio que cobran las clínicas para determinar el sexo del feto.

La ley y la realidad
Ahora bien, si no es legal facilitar el dato del sexo del feto, ni mucho menos proceder a eliminarlo con base en esa información, la realidad no tiene mucho que ver con las intenciones plasmadas en el papel. Según explica el obstetra Puneet Bedi, activista contra el aborto selectivo, apenas se registran penalizaciones por este crimen, que es cometido “por casi todos los médicos sin excepción”.

A nadie extrañe, pues, que el país asiático exhiba un diferencial de 933 mujeres por 1.000 varones, y que en la capital, Nueva Delhi, la proporción baje a 821 por 1.000 (en un estado como el Punjab, entre las castas más altas, la comparación es aun más alarmante: 300 frente a 1.000).

De estas realidades trata el documental <em>It’s a Girl</em> (“Es niña”), producido por Shadowline Films, y que estará en las pantallas en septiembre próximo. En la descripción de la sinopsis, la web del filme explica que “la guerra contra las niñas tiene raíces en una tradición de siglos y está sostenida por unas dinámicas culturales profundamente engranadas que, en combinación con la políticas gubernamentales, aceleran la eliminación de las niñas”.

“En India, China y muchas otras partes del mundo, las niñas son asesinadas, abortadas y abandonadas simplemente por ser niñas. La ONU estima que unas 200 millones desaparecen en la actualidad como consecuencia de este denominado «feminicidio»”.

Los ejemplos están a la mano en el material fílmico: una campesina india, sin ocultar la sonrisa de su rostro, confiesa haber matado una tras una a sus ocho hijas recién nacidas, a la espera que llegara el varón. Ante la cámara, se pasea incluso por el sitio donde las enterró, y cuenta de una: “La estrangulé rápido, nada más nacer”. La sonrisa no la abandona en ningún momento.

Muy distinta es la reacción de una coterránea suya, también mujer humilde, quien llora al recordar la presión que se le vino encima para que se realizara el test de determinación de sexo: llevaba en su vientre un par de gemelas, y sufrió torturas enfiladas a provocarle el aborto. “¿Qué debía hacer para salvar a mis dos pequeñas?”, se pregunta mientras acaricia a una criatura.

China: consecuencias del hijo único
El documental revela asimismo testimonios de varias familias chinas que han desafiado la política oficial del “hijo único”. Mientras los padres acomodados pueden obtener certificados especiales que les permiten tener un segundo vástago o pagar la multa, los pobres no pueden darse ese lujo. El reto no es sencillo: para las autoridades, solo el primer hijo es reconocido, “legal”; los otros no tienen derecho a la ciudadanía, a la educación o a la salud. Quienes se arriesgan, están a merced de la voluntad de los vecinos, que pueden callarse o denunciarlos. Hay una recompensa económica para los soplones…

Historias de espanto, de niñas abandonadas y traficadas, de mujeres que han sufrido actos de violencia relacionados con la insuficiencia de la dote, pero también de mujeres valientes que luchan para salvar la vida de sus hijas, así como análisis de expertos acerca de las vías para cambiar tan deplorable situación, están expuestos en el filme.

Para The Catholic World Report, “It’s a Girl sirve de poderoso testimonio acerca de lo que le sucede a cualquier sociedad cuando la dignidad de toda vida humana fracasa en recibir respeto y protección”.

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