Uruguay bajo la ortodoxia izquierdista

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Montevideo. Luego de los vaivenes que supuso la vuelta a la democracia en 1985 hasta la crisis de 2002 –generada por una fuerte devaluación de Brasil en 1999, la suspensión de pagos de Argentina en 2001 y los ajustes que no se realizaron a tiempo–, Uruguay ingresó desde 2004 en un proceso de crecimiento sin precedentes. El cambio coincidió con la llegada a la presidencia de Tabaré Vázquez, primer mandatario izquierdista en la historia del país, quien el domingo 30 de noviembre logró vencer en una nueva elección.

Con los gobiernos de izquierda Uruguay alcanzó niveles de expansión económica históricos, impulsado por un contexto externo sumamente favorable y con la aplicación de políticas económicas y monetarias ortodoxas. Del lado ideológico-social, en la última década se instauró el paquete progresista con la liberalización del aborto, la regulación de la venta de marihuana y la legalización de las bodas entre homosexuales. La educación y la seguridad se encuentran entre los debes de los dos últimos mandatos.

La crisis económica de 2002 había elevado la tasa de desempleo a casi el 20%, registro que se logró disminuir a 13% tres años después, cuando Vázquez comenzó su primer mandato (marzo de 2005). Desde entonces la tasa de paro no dejó de descender hasta ubicarse en mínimos nunca vistos, en torno al 6%, como sucede en la actualidad. También se redujo notoriamente la pobreza.

En 2013 Uruguay creció un 4,4% y completó 11 años consecutivos de expansión económica, la más larga de su historia. La crisis internacional provocó un año, 2009, de crecimiento débil (+2,4%), pero el país fue de los pocos que no cayeron en recesión. Para este año se prevé que el PIB aumentará entre el 3% y el 3,5%. El PIB por habitante (16.600 dólares en 2013) lo sitúa por debajo de Chile (19.100 dólares) y Argentina (18.600), pero por delante de Brasil (12.100).

El deterioro de la educación y el aumento de la inseguridad ciudadana destacan en el debe de Vázquez y Mujica

Con un sistema jurídico estable y con instituciones sólidas, Uruguay comenzó a recuperar el rumbo un poco antes del final del último gobierno de centroderecha. El primer gobierno de izquierda inició una serie de reformas para reforzar los sectores de producción, con ayuda de los salvavidas que por entonces arrojaron el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial. El inteligente manejo de la deuda, alabado por todas las áreas políticas y privadas, y una nueva ley de inversiones –en un contexto en el que seducía invertir en naciones emergentes– abonaron el terreno para la solidez financiera.

Las administraciones de Vázquez y de José Mujica, el presidente “super star” que concluye su mandato el 1 de marzo próximo, se vieron beneficiadas por un contexto internacional y regional favorable: precios por las nubes de los productos primarios que Uruguay exporta –como la carne y la soja, junto a la actividad forestal, de amplia expansión en los últimos años–, y con Argentina y Brasil creciendo a buen ritmo, algo que ya no sucede. La inflación se mantendrá este año en torno al 8%.

Crecimiento sin desarrollo

Con la economía saneada y con su capacidad productiva al máximo, en los últimos años se han reflejado algunos problemas estructurales de Uruguay –justo además en momentos de enfriamiento del crecimiento económico–, como las falencias en infraestructura logística, el elevado gasto público y el control de la inflación, que se ubica por fuera del rango meta del Banco Central. Algunas analistas aseguran que el país creció sin desarrollo durante estos últimos diez años.

Los gobiernos de izquierdas uruguayos han aplicado recetas económicas ortodoxas para dar estabilidad al país

Ernesto Talvi, director académico del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), suele recalcar que la expansión y la producción de ese período “no vino acompañada de las características típicas de un proceso de desarrollo”. En ese sentido, menciona la escasa integración al mundo y el déficit de Uruguay para integrarse a pleno en las cadenas globales de valor, la baja calidad educativa, la carencia en innovación y en infraestructura.

A nivel social, el gran debe de los dos últimos gobiernos es la mejora de la educación pública, otrora ejemplo regional de civismo, de integración y de nivel académico, que hoy se cae a pedazos, encerrada por los sindicatos de maestros y docentes y el mal uso de los recursos estatales. Al dolor de cabeza que significa la educación se agrega la creciente inseguridad en una nación que no tiene los niveles de violencia de otras en el continente. Sin embargo, los ciudadanos, según todas las encuestas, suelen nombrar a la inseguridad como el principal problema de la sociedad.

Aborto, gais y marihuana

De la mano del gobierno de Mujica lograron convertirse en ley las políticas sociales que la izquierda mundial gusta proponer: la liberalización del aborto, que paradójicamente vetó Vázquez durante su primer gobierno, las bodas entre homosexuales y la legalización del consumo regulado de la marihuana.

Luego de una votación ajustada en el Parlamento –el partido de gobierno tiene mayoría parlamentaria–, en octubre de 2012 Mujica firmó la Ley de Salud Sexual y Reproductiva que despenaliza el aborto dentro de las primeras 12 semanas de gestación, donde la opinión del padre no cuenta y en que la objeción de conciencia que puedan esgrimir los médicos, ha sido socavada últimamente (cfr. Aceprensa, 13-03-2013). Según cifras oficiales, en Uruguay –con una población de 3,3 millones– hay unos 5.400 abortos y 47.000 nacimientos al año, según el Instituto Nacional de Estadística; esto supone una tasa que es más o menos la mitad de la de España o la de Estados Unidos.

Un año después, fue el turno para los matrimonios gais. De esta forma Uruguay se convirtió en el segundo país de América Latina en permitir este tipo de unión. La aprobación en el Parlamento de esta ley contó con más respaldo que la del aborto. Esta nueva realidad de las parejas gais, que podrán adoptar niños, llevó incluso a la modificación de la ley de reproducción asistida, que contará con más fondos públicos.

Vázquez deberá lidiar en su mandato con la última ley progresista, la puesta en vigencia de la ley de marihuana, que aún está en ajustes. Vázquez ha sido un presidente que durante su primer mandato endureció las políticas antitabaco y ya ha manifestado que le preocupa que esta legislación del cannabis aumente el consumo de drogas. La ley que legaliza el consumo de marihuana fue aprobada a fines de 2013, pero todavía no ha sido reglamentada. Permitirá un consumo regulado por el Estado –con marihuana cosechada por el Estado–, vendida en farmacias, en el que el consumidor deberá estar registrado, y en la que se permitirá el cultivo para uso propio.

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